Así se mueve el negocio del tusi en Bogotá: la droga que le arruina la vida a los jóvenes
En dosis altas, esta sustancia puede generar experiencias delirantes, con un alto grado de exitación, que puede llegar a complicarse.
La lucha contra las drogas es uno de los problemas mundiales que más preocupa a los mandatarios y a las autoridades. Controlar la distribución y el consumo se hace casi imposible con la alta demanda y el creciente mercado de sintéticos.
Justamente, Noticias RCN reveló cómo se mueve el negocio ilegal del Tusi B, una droga que aunque parece inofensiva, cada día consume a miles de jóvenes.
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En dosis altas, esta sustancia puede generar experiencias delirantes, con un alto grado de exitación, que puede llegar a complicarse. Esa sensación de bienestar que puede producir el tusi es la que conduce a que se produzca el apego sicológico de volverlo a hacer.
Qué es el Tusi
La sustancia original es un químico que mezcla la psicodelia del LSD y la euforia causada por el éxtasis. Cuando llegó a Colombia hace unos años, se cambió la mezcla original por ketamina, y mezclada con elementos como benzodiacepina y opiáceos.
Dentro de los adulterantes pueden estar todos los medicamentos ansiolíticos, los medicamentos para tratar problemas de corazón y vasodilatadores como viagra, entre otros.
Al resultado le pusieron colorantes y endulzantes y lo pusieron a correr en las fiestas. La base es la ketamina, un medicamento que es controlado en Colombia, pero que llega al país por contrabando. Este medicamento se utiliza como anestesio para animales grandes como equinos y en humanos tiene propiedades alucinógenas.
El tusi es altamente adictivo y se lleva lentamente a los jóvenes, una madre, que no quiso revelar su identidad, contó en Noticias RCN el drama que vivió con su hijo.
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“Estas adicciones se convierten en una enfermedad, mi hijo se enganchó tanto que el consumo lo ha convertido en una persona diferente que no tiene intención de salir de ese mundo”, aseguró la mujer.
Quienes ingresan a la adicción, tienden a desaparecen como ser y eso es algo similar a lo que le pasa a alguien, que ha entrado en un proceso demencial, incluso pierden la capacidad de discernimiento.
Además de este terrible drama, las bandas criminales meten a los adictos en el proceso de compra y venta, como o cuenta la madre del joven al que llamaron Sebastián.
“Con lo que venden, pagan lo que consumen. Por ejemplo, les dan diez papeletas, dos para que se las consuman y ocho para vender, por lo que debían responder por 800.000 pesos, pero eso en realidad no pasa, ellos se consumen ocho y realmente venden dos”; dijo.