¿Mejoró la seguridad tras el desalojo en el caño de la Sexta?
Algunos vecinos no parecen muy contentos con el resultado de la medida.
El pasado 17 de julio los residentes de los barrios Primavera, Veraguas, Estanzuela, Progreso y Santa Isabel protestaron enérgicamente por la situación de inseguridad que se vive cerca del caño de la Sexta. “A mí me robaron hace un mes cuando tenía mi carro parqueado. Me rompieron un vidrio y me sacaron varias cosas de mi vehículo. Cuando me di cuenta, el delincuente ya estaba entrando al caño y no pude hacer”, afirmó Luis Alberto Beltrán, dueño de un taller de mecánica en el sector de Veraguas.
La inseguridad hizo que el gobierno distrital desalojara al enorme grupo de habitantes de calle con el fin de mejorar la seguridad de esos barrios. Sin embargo, algunos vecinos no parecen muy contentos con el resultado de la medida. Por ejemplo, Beltrán dice que el desalojo no brinda unas garantías reales de cobertura para el espacio.
En este sentido, las apariencias pueden ser engañosas, pues dos semanas después del desalojo, el caño se ve limpio y ordenado, protegido por 55 policías, los cuales están encargados de vigilar que los habitantes de calle no vuelvan a esa área, que en algunos sitios aún se encuentra sucia, llena de basura, fisuras, plantas rebeldes que crecen sin control y dibujos de improvisados de grafiteros.
El infierno
Para Carlos Ruiz, la intervención de la Policía Metropolitana de Bogotá y la Secretaría de Gobierno no logró reducir los atracos y el miedo a transitar en el sector. “Yo creo que esta medida empeora todo porque estas personas de la calle se riegan por todas partes y empiezan es robar por todas lados”, afirmó Ruiz, quien es albañil desde hace 20 años.
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Desde esta óptica, Beltran aseguró que este flagelo también afecta a los comerciantes, en materia de ingresos. "El comercio ha bajado en el sector porque los clientes no quieren venir por aquí por miedo a los atracos que se dan en las calles y debajo del puente. Lo que hicieron las autoridades con el desalojo sí sirve, pero el problema es saber a dónde se fueron todos los delincuentes".
Esperanza marchita
Jorge Santana, un hombre mayor, habla desde una especie de desánimo que percibe en todas partes y afirma que ante la situación de seguridad de los barrios, los ciudadanos tienen poco por hacer: “Nosotros somos simplemente cinco pelagatos que nos ganamos la comida y no podemos hacer nada real al respecto, ¿no le parece a usted?.”
Al igual que los otros vecinos del sector, para Santana, quien trabaja en el barrio Primavera, la inseguridad no se ha reducido en los sectores cercanos al caño: "Esto se ha puesto peor porque ahora hay más ratas que roban a todo el mundo. Ahora hay más atraco porque las personas que movían el negocio de las drogas en el caño no permitían que se robara tanto a la gente de estos barrios, porque los consideraban posibles consumidores. Ahora que se regaron por todos estos lados, nos roban a todos. Aunque en general Bogotá es toda una olla, entonces no hay diferencia”, indicó.
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Sin embargo, para Adelaida Sánchez, vendedora de helados en el barrio de Santa Isabel, la situación ha mejorado, aunque dice que todavía siente temor de transitar en las horas de la noche por el caño y que esa imagen de barrio marginal es difícil de olvidar. "He visto varios robos de bicicletas y retrovisores y existen zonas donde aún veo a varias personas consumiendo drogas, en especial marihuana", concluyó.