Cuando Fernando Botero no pintaba gordas: las obras poco conocidas del maestro colombiano
Fernando Botero tuvo una etapa entre 1948 y 1963 en la experimentó incluso con el expresionismo.
Cuando se le pregunta a cualquier persona sobre la obra de Fernando Botero, fallecido este viernes 15 de septiembre en Mónaco, las primeras imágenes que se le vienen a la cabeza son esas voluminosas imágenes en esculturas y cuadros que han sido expuestos en las ciudades más importantes del mundo.
Pero, como pasa como todos los grandes artistas, para llegar a un estilo propio, se requieren años de trabajo y experimentación. Fernando Botero, nacido en Medellín el 19 de abril de 1932, empezó su carrera muy joven, cuando apenas era un adolescente: era el año 1948, tenía 16 años y hacía ilustraciones para el diario 'El Colombiano'.
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En 1951, un año después de haber terminado el colegio, se radicó en Bogotá, donde logró exponer de forma individual en la galería Leo Matiz. Allí "presentó acuarelas, gouaches, tintas y óleos", como bien lo expone la enciclopedia cultural del Banco de la República.
Ese primer periodo de la obra temprana de Botero, que va hasta 1954, se caracteriza por su interés en temáticas sociales y políticos, así como en las personas marginadas, según explicó el curador Christian Padilla, en 2018, a 'Semana'.
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En 1951 pintó la obra 'Coco' y en 1952, gracias a 'Oleo frente al mar', inspirada en el tiempo que vivió en Tolú, en las costas de Sucre, ganó el segundo premio del noveno Salón Nacional de Artistas. Tenía tan solo 20 años.
Con el dinero del premio, Botero viajó a Europa. En el viejo continente, pasó por la Academia de San Fernando de Madrid y luego y la Academia de San Marcos de Florencia. En 1955 se fue de Europa y en 1956 se trasladó a México y Estados Unidos.
Esa época marca el segundo periodo de la obra temprana de Botero, que va hasta 1957 y se caracteriza por la influencia del modernista mexicano Rufino Tamayo. Para esos, el artista colombiano empezó a alejarse de los temas sociales y a interesarse en las formas voluminosas que lo volverían mundialmente famoso.
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En 1957, ganó el segundo premio del décimo Salón Nacional de Artistas, con el óleo Contrapunto.
Un año después lograría el primer premio del Salón Nacional de Artistas gracias a La camera degli sposi (Homenaje a Mantegna). De ese mismo año es 'Obispos muertos'.
Como se puede ver en las imágenes, su obra empezaba a tener la característica de las formas voluminosas, con una clara influencia del expresionismo.
El último periodo de la etapa temprana de Fernando Botero va de 1958 hasta 1963, que tiene como marca los años que vivió en Nueva York. Todo esto antes de cumplir 31 años.