Esta es la triste historia de joven que se tatuó y terminó en silla de ruedas
Paradójicamente, su tatuaje tenía la frase: "No me dejes caer jamás".
Luisa Fernanda Buitrago es una joven de Monterrey, Casanare, que se destaca por ser soñadora y optimista. Desde niña se caracterizó por su alegría y sencillez, cualidades que la llevaron a mantener buenas relaciones con su familia y entorno social, en el que consiguió consolidar amistades. Sus años hasta la preadolescencia transcurrieron como la de una niña normal, a la que le gustaba compartir con sus amigos, planear cosas a futuro y disfrutar de cada etapa de su vida.
Sin embargo, en el momento que menos lo esperaba, dos tragedias la golpearon tan fuerte que le dieron un giro radical a su vida y sus sueños. Luisa Fernanda pasó de planear salidas a parques, cines y de disfrutar de la calle con sus amigos, a visitar constantemente hospitales, someterse a exámenes, tratamientos y dictámenes inconcretos, algo que aumentaba cada vez más en ella y su familia el pavor de un resultado nefasto, quedar en silla de ruedas para toda la vida.
Le puede interesar: Corte Constitucional ordena recibir en el Inpec a joven con tatuajes
El calvario de Luisa inició el 11 de febrero de 2017 cuando, a sus 14 años y en estado de embarazo, decidió realizarse un tatuaje debajo del seno derecho, algo que pensó que sería un bonito recuerdo para toda la vida. Un novio que tenía en ese momento fue quien la motivó a realizarse el procedimiento.
La menor de edad y su novio llegaron hasta la casa de un vecino, quien por una cómoda suma de dinero le realizó el tatuaje. La frase “No me dejes caer jamás” fue plasmada en el costado derecho de Luisa.
Sin embargo, la dicha de su nuevo tatuaje comenzó a desvanecerse a tan solo una semana. Unos extraños dolores, que con los días se hicieron más intensos, llevaron a la mamá de Luisa a trasladarla de urgencia a un hospital. Los dictámenes médicos no eran alentadores; pese a que los dolores eran en la espalada, Luisa presentaba inflamación en los pulmones.
“Eran unas punzadas y hormigueo. No podía estar sentada ni acostada”, recuerda Luisa, al tiempo que relata que los médicos le iniciaron un tratamiento con antibiótico para la inflamación de sus pulmones. La joven decidió no tomar los medicamentos ya que, por su estado de embarazo, podría ser contraproducente para la salud y vida de su bebé.
Los dolores no cesaban y la dificultad para mantenerse erguida cada vez era más evidente. Por esta razón -cuenta Luisa- la mamá de quien era su novio en ese entonces le propuso realizarse unos rayos x, ante lo que la joven también se opuso por los mismos riesgos que correría el hijo que esperaba.
Con el paso de los días el dolor se hizo más intenso y, en un intento de calmarlo, recurrió a sobanderos. “Cuando me mande sobar se bajó un poco el dolor, pero en la tarde me volvió la punzada. A los dos días no me volvieron a responder las piernas”, cuenta Luisa Fernanda.
Lea también: Controversia por mujer tatuada que quiere hacer parte del ejército español
En su relato recuerda que “llego una vez más a la clínica, pero esta vez por un dolor de apéndice. Le digo al médico que tengo bastante dolor en el lado derecho. Ellos me hacen una resonancia y evidencian que hay bastante líquido en la columna y en una parte del estómago”.
Ante este panorama los médicos le iniciaron de urgencia un proceso con medicamentos, los cuales habrían afectado el embarazo. La joven perdió a su bebé tras presentar un aborto espontáneo en medio del tratamiento.
Al dolor físico que llevaba soportando Luisa hace unas semanas en su espalda, se sumó este dolor emocional de perder a su hijo. Posteriormente recibió un impacto mucho mayor cuando el 4 de marzo de ese mismo año perdió la sensibilidad en los miembros inferiores de su cuerpo.
Los especialistas le explicaron que una bacteria había ingresado a su cuerpo y había afectado su médula espinal, razón por la que se complicó su salud. Según cuenta Luisa, el tatuaje que se realizó debajo del seno fue lo que permitió el ingreso de dicha bacteria.
“El neurocirujano dijo que probablemente había sido el tatuaje”, relata la joven al recordar que cumplió sus 15 años estando hospitalizada “en una cama y con agujas por todo lado” y que el momento más duro fue cuando supo que no iba a caminar “fue muy duro, porque en realidad una juventud en una silla de ruedas no se la deseo a nadie, es duro pasar de ser normal e independiente a depender de todo el mundo las 24 horas, de no sentir de la pelvis para abajo y tener que usar pañal y sonda”.
Luisa asegura que la bacteria la adquirió en el lugar donde le realizaron el tatuaje ya que le explicaron que entró por la piel y que ese fue en el único lugar donde su piel estuvo expuesta. Además, confiesa que no verificó el lugar ni se cercioró de la sanidad y licencia con que contaba el sitio.
“Las agujas no estaban desinfectadas, ni la tinta, ni nada”, lamenta la joven y agrega que el hombre que le realizó el tatuaje “no da la cara”, suponiendo que “se siente culpable de lo que pasó”.
A lo largo de estos casi dos años de haber quedado en silla de ruedas, Luisa ha dado a conocer su historia para hacer un llamado a la sociedad y a los jóvenes a ser más responsables en las decisiones que tomen. “De corazón, no se hagan cosas en su cuerpo. Mucho menos sin consultarlo con los papás. Verifiquen los lugares donde hacen estas cosas y cerciorarse de que cumplan las normas que establece la ley, por ejemplo, que no sean agujas usadas”, es la mayor recomendación que hace la joven.
Pese al tiempo que ha pasado, las constantes citas médicas, terapias y el” tener que depender las 24 horas de lo demás” esta joven no pierde la esperanza de recuperarse y algún día volver a caminar. Se aferra a las posibilidades que le dan los médicos de poder tener una evolución significativa debido a que es muy joven. Aunque le aclaran que es cuestión de tiempo y disciplina en las terapias.
Y aunque cuenta que ha recibido críticas y ofensas por parte de algunas personas que han conocido su caso, sigue adelante en su proceso de recuperación y en su objetivo de evitar, con su historia, que esto le suceda a más jóvenes. Sin embargo, reconoce que algunos comentarios son tan destructivos que la logran ofender y la hacen sentir mal “yo me veo feliz, pero por dentro estoy destrozada, nadie sabe lo que yo siento y por lo que tengo que pasar”.