Se cumplen 35 años de una trágica final en la Champions
La final de la Copa de Europa de 1985 entre la Juventus-Liverpool significó un cambio definitivo en el fútbol.
Final de la Copa de Europa. Temporada 1984/85. Juventus-Liverpool. Sobre el tapete del estadio de Heysel de Bruselas, los nombres de Platini, Boniek, Rossi, Dalglish o Rush presagiaban una tarde espectacular de fútbol. Sin embargo, la fiesta acabó en tragedia: 39 muertos eclipsaron la victoria pírrica del conjunto italiano (1-0) y el nombre de Heysel pasó para siempre a la historia negra del fútbol.
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Han pasado exactamente 35 años de unos hechos que conmocionaron al mundo del deporte. El 29 de mayo de 1985 es una fecha grabada a fuego en una década oscura en la que también sonaron con fuerza otros incidentes como los de los estadios de Luzhnikí de Moscú, Hillsborough o el del Valley Parade del Bradford.
Sin embargo, el Juventus-Liverpool, por la grandeza de la cita, una final de la Copa de Europa, fue la tragedia más representativa. Con todos los focos apuntando al estadio belga, las cámaras emitieron en directo una vergüenza que comenzó una hora antes del inicio del partido, cuando los aficionados más radicales del Liverpool, algunos en estado de embriaguez, lanzaron objetos y se abalanzaron sobre hinchas del Juventus que ocupaban una zona diferente del campo.
Entonces, los hinchas del club italiano, en su intento de protegerse de los "hooligans", se acumularon aprisionados contra el muro en el que finalizaban las gradas y contra las vallas protectoras que las separaban del terreno de juego.
Esas vallas, fijas y sin salidas de emergencia, fueron una trampa para cientos de personas que sufrieron la presión del empuje de otras miles. Además, la situación encrespó a multitud de hinchas situados en diferentes partes del estadio, que llegaron a saltar al césped armados con palos y otros objetos con la intención de agredir a los aficionados de la afición contraria.
Las fuerzas del orden intentaron separar las zonas del estadio con cordones de seguridad para evitar que se produjeran invasiones de una zona a otra. Esa actuación evitó una intervención rápida en el lugar donde cientos de personas necesitaban una salida urgente para no morir asfixiadas.
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La tormenta perfecta culminó con el cierre de los accesos a la zona de la grada donde se habían producido las avalanchas. El objetivo era evitar que entraran más efectivos. Sin embargo, la superficie se convirtió en una jaula en la que murieron 32 aficionados del Juventus, cuatro belgas, dos franceses y un irlandés. La mayoría por asfixia y aplastamiento. Además, se sumó la elevada cifra de 600 heridos.
Las imágenes de los cuerpos inertes sobre el cemento y sobre el césped dieron la vuelta al mundo. Las televisiones habían conectado la señal minutos antes del partido para explicar los momentos previos al duelo y los espectadores se encontraron con una auténtica tragedia de dimensiones colosales que dejó tocado el encuentro.
Los clubes y los futbolistas se negaron a jugar. Pero, al final, el choque se disputó. Las autoridades y la UEFA intuyeron consecuencias peores si no se jugaba y, una hora y media más tarde, comenzó un encuentro que coronaría al Juventus como campeón de Europa. En el minuto 58, un penalti inexistente sobre Boniek sirvió a Platini para hacer el único tanto de un partido marcado para siempre por la tragedia.
La UEFA sancionó a los clubes ingleses sin poder disputar partidos europeos durante cinco años. Al Liverpool le cayeron diez años que posteriormente fueron rebajados a seis. El dominio del fútbol inglés, con siete campeones de Europa en las ocho últimas ediciones, se cortó en seco.
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Los aficionados ingleses fueron estigmatizados y hasta la tragedia de Hillsborough en 1989, en la que fallecieron 96 hinchas del Liverpool, no se actuó con contundencia en Gran Bretaña para mejorar la seguridad en los estadios.
Esas fueron las consecuencias inmediatas de un partido que pasó a la historia negra del fútbol. Nadie recuerda el penalti de Platini o los intentos del Liverpool por igualar la final. En la retina quedó el escalofriante retrato de los cadáveres que llenaron el estadio de Heysel.
Sin embargo, la foto tras la victoria del Juventus del aficionado solitario, pensativo, en una grada sucia y pisoteando las vallas que no se pudieron derribar a tiempo para evitar la muerte de 39 almas, es definitiva. Es la imagen del fin de fiesta más trágico de la historia del fútbol.