Elecciones en Venezuela: Nicolás Maduro busca reelegirse en comicios con baja participación
Estados Unidos y la Unión Europea sostienen que la elección en Venezuela no es justa ni transparente.
Los venezolanos votan este domingo, con afluencia moderada y entre denuncias de irregularidades, en unos cuestionados comicios en los que el presidente Nicolás Maduro busca reelegirse pese a la severa crisis del país, el boicot opositor y el rechazo de parte de la comunidad internacional.
Pequeñas filas de votantes se formaban en algunos centros de votación en zonas tradicionalmente chavistas, pero otros lucían semivacíos. Una alta abstención favorecería a Maduro, pues tiene un voto duro de 25% del electorado, según expertos.
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La presidenta del poder electoral, Tibisay Lucena, aseguró que la jornada avanza en calma y con "alta" participación. Unos 20,5 millones de electores están llamados a estos comicios adelantados, que darán un mandato de seis años a partir de enero de 2019.
"Hay colegios con participación considerablemente alta y otros (...) considerablemente baja", dijo de su lado el exgobernante español José Luis Rodríguez Zapatero, observador del proceso.
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Apoyada por varios gobiernos, la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) rechazó participar por considerar el proceso una "farsa" para perpetuar a Maduro, y llamó a la abstención. Pero el exchavista Henri Falcón se separó de sus filas y es el principal rival del mandatario.
Al sufragar, Falcón y el pastor evangélico Javier Bertucci, otro adversario de Maduro, llamaron a votar para acabar con lo que llamaron "pesadilla" y "desastre", y denunciaron "chantaje" y coerción social.
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El partido socialista gobernante registra a los votantes en unas controversiales carpas llamadas "puntos rojos", que -dijeron los candidatos- están instaladas a menos de 200 metros de los centros, violando la ley. Lucena dijo atender las denuncias.
"Tu voto decide: votos o balas", dijo al sufragar Maduro, exchofer de bus y sindicalista de 55 años en el poder desde 2013.
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Con una oposición dividida y sus principales líderes inhabilitados o presos, y con un vasto poder institucional con los militares al frente, Maduro se encamina a un nuevo periodo.
"No voy a participar en este fraude. Lo que vivimos es un desastre", dijo María Barrantes, de 62 años.
Apagones; falta de comida, medicinas, transporte y agua; precios por las nubes con un ingreso mínimo que da para un kilo de leche en polvo, abruman al venezolano y cientos de miles emigraron en los últimos cuatro años.
"La economía no sirve"
Venezuela ha vivido en el gobierno de Maduro una de las peores crisis de su historia: El FMI estima la caída del PIB en 15% y la hiperinflación en 13.800% para 2018.
El país y la petrolera PDVSA fueron declaradas en default parcial en 2017, y la producción de crudo cayó al peor nivel en tres décadas.
"La economía que tenemos hoy no nos sirve porque fue infectada de neoliberalismo", dijo Maduro al prometer cambios para traer "prosperidad".
Aunque 75% de los venezolanos rechaza su gestión, se beneficia de los leales al fallecido Hugo Chávez (1999-2013) y de la dependencia de sectores populares de programas sociales y clientelistas.
"La cosa está dura pero es culpa de la guerra económica", dijo Rafael Manzanares, de 53 años, quien vive de la caja de alimentos subsidiados que vende el gobierno.
Maduro culpa de la debacle a una "guerra económica" de la derecha aliada con Washington, pero muchos al gobierno socialista.
Falcón, exmilitar retirado de 56 años, propone dolarizar la economía, revertir expropiaciones y aceptar ayuda humanitaria.
"Mis cuatro hijos se fueron a Colombia para poder enviarme dinero", aseguró Maritza Palencia, de 58 años, quien votó por un "cambio".
En varios países, migrantes venezolanos realizan pequeñas protestas para rechazar los comicios.
En el Vaticano, el papa Francisco oró para que Venezuela encuentre "el camino de la paz y la unidad".
"Dizque elecciones"
Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea (UE) y una docena de países latinoamericanos sostienen que la elección no es justa ni transparente y acusan a Maduro de socavar la democracia. El presidente reiteró este domingo que le "resbala" que le digan "dictador".
El mandatario advirtió que hará "respetar aquí y en el mundo (...) la voluntad del pueblo", y exigió cesar la "feroz campaña" de Estados Unidos y varios gobiernos en su contra.
Casi todo el círculo del gobernante está sancionado por la UE y Washington, que sumó el viernes al número dos del chavismo, Diosdado Cabello, a su lista de 70 autoridades venezolanas sancionadas -incluido Maduro-.
"Las dizque elecciones hoy en Venezuela no son legítimas", tuiteó Heather Nauert, portavoz del Departamento de Estado.
Estados Unidos, al que Venezuela vende un tercio de su producción de crudo, prohibió a sus ciudadanos negociar deuda venezolana y amenaza con un embargo petrolero.
"Donald Trump está decidido a aumentar la presión", cree el internacionalista Mariano de Alba.
Pero Maduro confía en que esos gobiernos finalmente lo reconocerán, con la ayuda de sus aliados China y Rusia, y el apoyo, hasta ahora incondicional, de la cúpula militar.
"La crisis es tan severa que puede provocar o una fricción dentro de la alianza cívico-militar gobernante o una ruptura social de mayor escala", advirtió Crisis Group.
Más de 300.000 soldados custodian los 14.600 centros que cerrarán a las 18H00 locales (22H00 GMT).