Futbolista colombiano debuta en Ucrania en medio de la tensión geopolítica: "Soy un berraco"
El connacional reside desde hace ocho meses en ese país.
"Soy un berraco". Así se define Gilmar Bolívar, un joven de 20 años, oriundo de Barranquilla, y quien hace dos semanas abordó el "avión de los sueños" para ser parte de la pretemporada del Karpaty Halych de la segunda división de Ucrania, próxima a realizarse en marzo, pese a la creciente tensión geopolítica entre Rusia y Estados Unidos; una situación de tensión ante una eventual invasión a Ucrania.
Sin importar la incertidumbre que, según cuenta, es una especie de preocupación aguda que se mantiene latente día a día, pero que olvida cada vez que sus pies tocan un balón; decidió devolverse, el pasado 02 de febrero a Ucrania, tras completar varias semanas -desde diciembre- en la capital del Atlántico, acompañando a su familia en las fiestas de Navidad.
El barrio Rebolo de Barranquilla fue el sector que lo vio nacer. Cuenta que para él representa todo un reto encontrarse luchando por sus sueños, "dado que muchos de los jóvenes del barrio deciden entregarse a la delincuencia, tal vez por falta de oportunidades".
Además, asegura que históricamente la violencia ha arreciado en su barrio, a través de una tensa calma, tan frágil como la porcelana, que se rompe cada vez que se cruza una línea imaginaria -como especie de una delimitación- para evitar los temidos enfrentamientos entre pandillas.
Uno de los sectores más vulnerables en materia económica es el barrio Rebolo de Barranquilla, en el que las esperanzas de crecimiento y desarrollo llegan cada cuatro años, cuando candidatos van a realizar promesas de campaña para asegurar votos, pero que inmediatamente toman el poder, se olvidan de uno de los barrios más longevos de la capital del Atlántico, el cual esconde una gran riqueza étnica y cultural, cuna de los primeros habitantes hace más de un siglo.
"Mi barrio es muy tradicional en Barranquilla. Todavía recuerdo cuando jugaba fútbol con los 'pelaos' de la cuadra. Era como un santo ritual cada fin de semana, pues entre semana no podía porque debía ir al colegio, y luego cumplir con mis tareas. Sin embargo, a veces me le escapaba a mi mamá porque la sensación de tocar un balón no se cambia ni por todo el oro del mundo", relató.
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A medida que fueron pasando los años, Gilmar tenía claro que en algún momento aquellas esquinas del barrio Rebolo, el parque -y la cancha- se convertirían en grandes escenarios deportivos para él. "El fútbol es más que una pasión. Es como un estilo de vida que no se puede dejar. Se nace para ello y aquí estoy, tratando de cumplir mi sueño".
Fue justamente "ese sueño" el que lo llevó hacia Ucrania en el año 2021. Pese a que hizo parte de las ligas menores del Atlético Nacional, nunca debutó. Gilmar nunca perdió la fe, ya que su esperanza era más grande que las largas distancias que podía recorrer con un balón en sus pies. Por ello, pudo concretar -gracias a su representante- una oportunidad para volar hacia el otro continente.
Asegura que, aunque ha trabajado fuertemente por lo que ha logrado hasta el momento, aún no cree lo fructuoso que ha sido para él, y lo inesperado, el hecho de estar en otro continente, viéndose obligado a habar en otro idioma, a gastar en otra moneda y a comer lo que nunca imaginó llevarse al paladar. "Uno extraña muchas cosas. La comida, el cuartico, la mamá, la familia, los amigos; pero son los sueños los que te llevan a hacer grandes sacrificios para obtener grandes recompensas". Recompensas que empiezan a llegar poco a poco, según cuenta.
Luego de disfrutar de unas "autovacaciones" en Barranquilla, al lado de su familia, llegó el momento de partir. El pasado 02 de febrero se colocó sus zapatos, y arribó al aeropuerto Ernesto Cortissoz de la capital del Atlántico para hacer escala en la ciudad de Bogotá, antes de irse a volar "por sus sueños". Cuando llegó a la terminal área de la ciudad capitalina, ingresó al área de migración para completar el protocolo de registro.
A una pregunta que retumbó en lo más profundo de su mente, se vio obligado a repensar su viaje a Ucrania. Un funcionario del área de migración le preguntó que por qué viajaría. A lo que él respondió que "estaba próximo a disputarse una pretemporada de fútbol en Ucrania, y que debía viajar".
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Inmediatamente, el funcionario procedió a explicarle lo que sucedía en Ucrania, pues él asegura que no ve muchas noticias, y que no sabía en detalle lo que sucedía entre Rusia y Estados Unidos.
"Por un momento, pensé en devolverme a Barraquilla. Pero por mi mente retumbaba la frase "es ahora o nunca" y decidí, agradecerle al funcionario por su explicación, pero definitivamente irme a jugar el partido de mi vida".
"Se vive mucha incertidumbre. Siempre estoy atento a lo que está pasando en el país, pero estoy confiando en Dios en que no se dará tal invasión, y de que podremos estar tranquilos. No hay muchas recomendaciones, solo salir cuando sea necesario, pero no tenemos restricciones como tal" expresó en diálogo con RCN Radio.
Asegura que sus familiares no le han pedido aún que se regrese. Aunque hay momentos en los que le invaden los pensamientos por la preocupación, se siente un privilegiado de estar en Ucrania.
Juega de volante mixto y desde hace casi un año está en el Karpaty Halych de la segunda división de Ucrania. Vino a Colombia a pasar el fin de año con su familia, pero ya era hora de regresar a la pretemporada porque el siguiente campeonato empieza en el mes de marzo.
Lleva 14 partidos en la segunda liga ucraniana. Dice que se destaca porque los ucranianos juegan al choque, y a él le gusta el buen trato de la pelota. Disfruta su estadía allí, aunque esté tan solo, porque en estos momentos es el único latino del club -el año pasado había varios argentinos y hasta otro colombiano, Duván Balceiro, que ya no están allí.