¿Volverá a haber un papa latinoamericano? Vaticanólogo colombiano no lo descarta: "Francisco dejó una línea trazada"
Con la muerte del papa Francisco, algunos comienzan a hacer cuentas con los cardenales que elegirán a su sucesor para proyectar quién sería el nuevo pontífice.

La Iglesia Católica se encuentra de luto tras la muerte del papa Francisco, el primer pontífice jesuita, latinoamericano e informal que en más de una década de liderazgo dejó una huella indeleble en la historia reciente del Vaticano. Su muerte marca no solo el fin de una era, sino el comienzo de una nueva etapa para el catolicismo, en la que se decidirá quién será el Papa número 267.
El vaticanólogo colombiano Néstor Pongutá, en diálogo con La FM de RCN, ofreció un análisis profundo y emotivo sobre la vida, legado y trascendencia del pontífice argentino, y sobre lo que podría esperarse del próximo cónclave que definirá su sucesor.
“Francisco fue un Papa revolucionario, informal, irreverente. Un Papa que dejó una onda huella y un camino trazado. Llevó la silla de Pedro a los lugares más recónditos, como Irak, habló de inteligencia artificial en universidades pontificias, se sentó con jóvenes binarios, con personas LGBTIQ+, con una colombiana webcammer... No tuvo miedo de atreverse", destacó Pongutá.
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A lo largo de su pontificado, Francisco promovió una Iglesia cercana a las periferias —no solo geográficas, sino también humanas— y enfrentó desafíos enormes: una pandemia, una "tercera guerra mundial a pedazos", y una Iglesia dividida en un mundo polarizado.
Según Pongutá, Francisco logró mantener su coherencia y humanidad incluso en los momentos más difíciles: “Él decía que renovar la Curia era como tratar de limpiar una esfinge egipcia con un cepillo de dientes. Pero cambió la música, si bien no toda la letra. Hizo que la Iglesia se escuchara diferente. Abrió el diálogo interreligioso, se acercó a otras culturas, impulsó la paz en Colombia y en el mundo. Su diplomacia no era de micrófono”, añadió el analista.
En su muerte, como en su vida, Francisco fue fiel a su estilo sencillo. Decidió que no se realizaran los tradicionales tres ataúdes ni exposiciones públicas prolongadas. Optó por un funeral más sobrio, con un ataúd cerrado y un proceso simplificado. “Él era un jesuita pragmático. Cuando se va la luz, un franciscano acepta la oscuridad, un dominico la interpreta filosóficamente, y un jesuita cambia el bombillo. Así era Francisco. Sabía lo que venía y quiso despedirse como un gran árbol: cayó tranquilo y en paz”, relató Pongutá.
¿Habrá otro Papa latinoamericano?
La mirada ahora se posa sobre los 137 cardenales que participarán en el cónclave. De ellos, 110 fueron nombrados por el Papa Francisco, lo que podría inclinar la balanza hacia un sucesor afín a su visión pastoral. Entre ellos se encuentra el cardenal colombiano Luis José Rueda, único elector de ese país.
“Eso muestra que Francisco dejó una línea trazada. Un camino hacia una Iglesia que se abre a los demás, que se descentraliza”, explicó Pongutá.
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Sin embargo, no hay un favorito claro. El cónclave podría elegir a un nuevo Francisco, un Benedicto XVII, un Juan XXIV, o alguien completamente distinto. La posibilidad de que el próximo Papa sea nuevamente latinoamericano no está descartada, pero Pongutá advierte que otras regiones también han ganado fuerza.
“Francisco fortaleció mucho la Iglesia en Asia. Hoy hay figuras como el cardenal Luis Antonio Tagle, cercano a él y muy popular en Filipinas. También el italiano Matteo Zuppi, con experiencia en procesos de paz, o el húngaro Péter Erdő, progresista a pesar de provenir de una línea conservadora. Y no se puede descartar la línea ultraconservadora de los Estados Unidos, liderada por el cardenal Burke”, afirmó.
El vaticanólogo recordó que, históricamente, los giros en el liderazgo de la Iglesia han respondido tanto a realidades internas como a coyunturas globales. “Cuando eligieron a Juan Pablo II fue porque ya no podía seguir el dominio italiano. Era necesario un papa que hablara desde la experiencia del comunismo, de la Guerra Fría. Francisco, por su parte, fue el papa del diálogo, de la inclusión, de la misericordia”, concluyó.
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Francisco quiso ser recordado como “un pobre desgraciado al que Dios le tuvo mucha misericordia”, recordó. Pero la historia lo inscribirá como un pontífice que humanizó el papado, que asumió errores con honestidad y que, desde una sotana blanca, se atrevió a cambiar la forma —y el tono— con el que la Iglesia se comunica con el mundo.
Con su partida, comienza un nuevo capítulo para el catolicismo. Uno en el que aún no está escrito si el próximo Papa será un continuador de su legado o el inicio de una nueva transformación. Como dijo Pongutá: “Nada está escrito. En la Iglesia, lo que no se explica como coincidencia, se entiende como providencia”.