COP 25 debate el tema de contaminación bajo pagos
Las emisiones de gases efecto invernadero tienen un precio, por lo que algunos pagan por contaminar.
En la lucha global contra la crisis climática, una de las herramientas estrella es el llamado comercio de emisiones de CO2, un mercado artificial del que Europa es pionera y el cual consiste principalmente en asignar un precio a las emisiones, de modo que los contaminadores paguen por contaminar.
Este sistema con cupos de emisiones y compraventa de derechos para emitir -sobre el que se debatirá en la cumbre climática o COP25 de Madrid en diciembre- crea un mercado de derechos de emisión para poder contaminar: la oferta la establece el sector público y está relacionada con unos objetivos específicos, por ejemplo los fijados en el Acuerdo de París, mientras que la demanda la generan los contaminadores.
De oferta y demanda sale un precio; los contaminadores deben entregar un derecho de emisión cada vez que emiten CO2: es decir, pagar por contaminar.
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Las compañías que necesiten aumentar las emisiones por encima de su límite deberán comprar créditos a otras que contaminen por debajo del máximo de créditos que les han sido concedidos.
Una medida muy debatida para mejorar los resultados de este tipo de sistemas, aunque no implementada aún, sería imponer un precio de carbono suficientemente alto para incentivar a los actores energéticos y a las instituciones financieras a invertir en tecnologías limpias como fórmula más rentable que contaminar.
Entre las cuestiones fundamentales de la próxima COP destaca la elaboración de la reglamentación del artículo 6 del Acuerdo de París sobre los mercados de carbono y cómo serán sus mecanismos de cooperación para avanzar en la reducción de emisiones.
Además del mercado de emisiones europeo, que está sirviendo de ejemplo a otros, existen sistemas nacionales o subnacionales en funcionamiento y otros en desarrollo en Canadá, Japón, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Suiza y EEUU.
El europeo es el principal mercado de carbono del mundo y el de mayor tamaño. Sus claves son las siguientes:
1 ¿En qué consiste?
Una autoridad central -normalmente un Gobierno- vende un limitado número de permisos a los agentes contaminantes, que en caso de contaminar por encima de sus respectivos topes pueden comprar los derechos asignados a terceros si no han sido utilizados. La oferta la determina el sector público y la demanda los contaminadores. A partir de ahí se determina un precio.
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El FMI acaba de aconsejar un precio del CO2 en el mundo desarrollado en torno a 70 euros en 2030 para cumplir con el Acuerdo de París; el coste en Europa ronda ahora los 25 euros por tonelada.
2 ¿Cuál es el objetivo principal?
El régimen se aplica a emisiones de dióxido de carbono (CO2), óxido nitroso (N2O) y perfluorocarburos (PFC) procedentes de la producción de aluminio.
El desproporcionado aumento del CO2 en la atmósfera por la actividad humana (sector energético, transporte, agricultura, industria, etc) han convertido este gas de efecto invernadero en una auténtica amenaza medioambiental.
Su incremento por el uso desmedido de combustibles fósiles eleva la temperatura de la Tierra instigando olas de calor más frecuentes e intensas, así como mayores incendios forestales y lluvias torrenciales, además de glaciares y casquetes polares que se derriten y elevan el nivel del mar e inundan zonas más bajas con consecuencias devastadoras.
Los científicos han alertado del riesgo de que el aumento de la temperatura del planeta sobrepase los 1,5 grados en 2100 respecto a los niveles preindustriales.
3 ¿Cómo frenar este despropósito?
Los mercados de emisiones de carbono son una herramienta clave para intentar revertir este grave problema. El mercado europeo inició su andadura en 2005 acordando limitar los niveles de dióxido de carbono de instalaciones eléctricas, fábricas, plantas industriales. Las corporaciones que emiten menos de lo permitido pueden acumular sus derechos si no los venden para utilizarlos a su favor en ejercicios posteriores.
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4 ¿Cuál es el papel del mercado de carbono europeo?
Funciona en todos los países de la UE, además de Islandia, Liechtenstein y Noruega, como piedra angular para alcanzar la neutralidad de carbono que se ha propuesto la UE para mediados de siglo.
Aunque es el tercer bloque del mundo con mayor número de emisiones de gases de efecto invernadero después de China y EEUU, el establecimiento de un precio al carbono y el sistema de comercio de emisiones, entre otras medidas de eficiencia energética, están ayudando a reducirlas.
De acuerdo a las previsiones, para 2020 las emisiones europeas de los sectores incluidos en el sistema serán un 21 % menos que en 2005; en 2030, un 43 % menos. Por el momento, el sistema limita las emisiones de más de 11.000 grandes instalaciones eléctricas e industriales y de las aerolíneas que operan entre sus países. Este mercado de emisiones está vinculado al 45 % de las emisiones de efecto invernadero de la región aproximadamente.
5 ¿Cómo afecta el Acuerdo de París?
En el marco de este acuerdo se creará un nuevo mecanismo de mercado de emisiones mucho más ambicioso y robusto para reforzar los objetivos internacionales, la transparencia y la contabilidad de las emisiones por parte de las partes.
Por un lado, permitirá el uso del comercio internacional de permisos de emisión para conseguir los objetivos de reducción de emisiones, y por otro, establecerá un marco de reglas contables sólidas y comunes, todavía pendientes de plasmar en un documento, como se intentará lograr en la cumbre de Madrid.