El preocupante panorama de la caza de tiburones y su impacto en el equilibrio marino
Preciados en Asia por su carne y sus aletas, la matanza de estos depredadores traería un preocupante desequilibrio.
¿Serán algún día los tiburones tan populares como los delfines? La limitación del comercio internacional de varios tipos de rayas o de pepinos de mar evidencia el creciente interés internacional por la protección de especies marinas, hasta ahora poco conocidas, incluso poco queridas.
Dieciocho especies de rayas y tiburones, y tres de pepinos de mar, podrían entrar en el anexo II de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), tras las votaciones del pasado domingo.
Estas decisiones aún deben ser confirmadas en sesión plenaria antes del miércoles, día de clausura en Ginebra de la convención que regula el comercio internacional de más de 35.000 especies.
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La CITES entró en vigor en 1975 y no fue hasta 2003 cuando se inscribió a los tiburones en el anexo II, que autoriza su comercio internacional con un permiso de exportación siempre y cuando no ponga en peligro la supervivencia de la especie en la naturaleza.
"Debido a películas como 'Tiburón', durante mucho tiempo estos animales no han tenido un lobby" que los defienda, afirma Ralf Sonntag, biólogo marino de la oenegé Ifaw, presente en el evento.
Pero las cosas avanzan: "Los países cada vez tienen más conciencia" de la importancia de proteger a las especies víctimas de la sobrepesca y "se sirven de la CITES para reforzar su gestión", explica a la AFP Jennifer Sawada, de la oenegé Pew.
Dos tipos de tiburón mako o de aleta corta cazados en Asia por su aleta y su carne, al igual que ciertos tipos de rayas, codiciadas por sus aletas, se encuentran entre los que podrían entrar en el anexo II este año.
Especies "rasas"
Regular este comercio no es sencillo: en juego se encuentra un millonario negocio. Según la FAO, la agencia de la ONU para la agricultura, la venta de productos derivados del tiburón mueve cerca de 1.000 millones de dólares al año.
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El ritmo de reproducción de estos animales aparecidos hace 400 millones de años no ayuda: alcanzan su madurez sexual de forma tardía y se reproducen relativamente poco en comparación con otros peces como los atunes.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) mostró su inquietud en marzo por la situación de varias especies de tiburones y rayas marinas.
"Existe una preocupación real sobre las reservas de grandes depredadores" del mar, subraya Arnaud Horellou, ingeniero del Museo Nacional de Historia Natural de París.
Las organizaciones intergubernamentales de pesca aplican un enfoque basado en la gestión del recurso, mientras que la CITES se preocupa por la conservación de las especies, apunta Luke Warwick, de Wildlife Conservation Society.
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Además, la CITES puede aplicar sanciones contra los Estados que no implementen las decisiones adoptadas por la convención.
La percepción del público también evoluciona, según las protectoras de animales. "Los tiburones son los nuevos delfines", asegura Ralf Sonntag.
En ciertos países, como las islas Fiji, más que pescar estos animales es posible nadar junto a ellos, una actividad que se ha convertido en fuente de ingresos.
Sin embargo, la consideración hacia estos animales aún queda lejos de la de otras especies casi icónicas como los elefantes o los rinocerontes, recuerda Luke Warwick. En caso contrario, los tiburones y rayas ya estarían clasificadas en el anexo 1, que prohíbe el comercio internacional de los animales incluidos en él, estima.
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Todas los entrevistados coinciden en celebrar el creciente interés por las especies marinas: "Con frecuencia se acusa a la CITES y a las oenegés de ocuparse solo de animales poderosos y carismáticos", concede la asociación Robin des Bois.
La inscripción de tres especies de pepinos marinos en el anexo II, sobreexplotados para alimentar los mercados asiáticos, prueba lo contrario, considera esta oenegé: "La CITES también se interesa por las especies 'rasas'".