Nueva Delhi, cuando hasta la contaminación demuestra la brecha de desigualdad
Aunque todas las clases sociales respiran el mismo aire envenenado, son los pobres quienes están más expuestos a la contaminación.
Abhimanyu Mawatwal almuerza en un patio con plantas y purificadores que filtran el aire en un centro comercial de Nueva Delhi. En el exterior flota una neblina grisácea. Son las dos caras de una de las ciudades más contaminadas del mundo.
En los lugares frecuentados por la burguesía de la capital india la protección contra la polución es un argumento comercial. Un privilegio inaccesible para el resto de la población.
"Me encanta venir aquí para comer. Es como una bocanada de oxígeno", describe Abhimanyu Mawatwal en Worldmark Aerocity, un centro comercial y de negocios cerca del aeropuerto internacional de esta ciudad de 20 millones de habitantes. Está rodeado de plantas y fuentes artificiales.
Todos se apuntan a la moda: cines, bares y los restaurantes más elegantes. Pero carecen de aparatos que midan la contaminación en el interior de los locales, con lo cual se desconoce si es eficaz o simple marketing.
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"Tenemos que aportar vegetación a las junglas de hormigón y crear lugares a los que todo el mundo pueda venir y respirar aire bueno", declara S. K. Sayal, director ejecutivo de Bharti Realty, la empresa propietaria del centro comercial Worldmark Aerocity.
Solo una minoría adinerada puede permitirse estos lujos. En Worldmark Aerocity, algunos platos cuestan casi dos veces el salario mensual de Ramavtar Singh, un conductor de bicitaxi de 39 años.
Los trabajadores pobres como este padre de cinco hijos son muy vulnerables al aire tóxico.
La única protección de Ramavtar contra la contaminación es un pañuelo que se ata alrededor de la cara, una barrera irrisoria contra las partículas microscópicas que llegan a la sangre a través de los pulmones y acentúan los riesgos de enfermedades.
"Trabajo entre seis y ocho horas diarias y mis hijos comen y duermen fuera la mayor parte del año", cuenta mientras come por unos céntimos en un puesto callejero.
Gana unas 1.200 rupias (15 euros, 17 dólares) por mes. Imposible comprar para la familia un purificador de aire electrónico como los que usan los ricos y los expatriados y que cuestan cientos de dólares.
Ramavtar tampoco puede plantearse frecuentar el Worldmark Aerocity. "¿Qué sería de mí si me gastara todo el dinero en una comida? ¿Cómo alimentaría a la familia?"
En 2017, la contaminación del aire causó 1,2 millones de muertes prematuras en India, según la estimación de un estudio reciente publicado en la revista científica The Lancet.
Nueva Delhi registró en promedio ese año una concentración de partículas finas PM2.5 de 113 microgramos por metro cúbico de aire, según la página internet AirVisual. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un máximo de 10 microgramos como media anual. En comparación, la de París para el mismo periodo fue de unos 15.
En India, "ricos y pobres respiran el mismo aire envenenado. Pero los pobres están más expuestos a la contaminación", afirma Sunil Dahiya, de Greenpeace India. "La mayoría de las veces ni siquiera conocen los efectos del aire tóxico para su salud" y son los que salen peor parados.