El Jaime Garzón que Colombia no conocía: 20 años de su asesinato
César Gaviria, Antonio Navarro y Antonio Morales contaron detalles desconocidos de la vida del periodista que marcó a Colombia.
“Fue muy amigo de Andrés Pastrana, después se agarraron. Fue muy amigo de César Gaviria, después se distanció. Siempre fue enemigo de Ernesto Samper”. De esta forma recuerda el periodista Antonio Morales a su amigo, el humorista político, Jaime Garzón Forero, asesinado la mañana del 13 de agosto de 1999 en Bogotá.
Morales, quien fue uno de los guionistas del programa 'Quac, el noticero', reseñó que Garzón pese a burlarse diariamente del poder y de los poderosos, mantenía una relación muy estrecha con los principales gobernantes del país, hasta el punto en que llegó a tener una oficina en la Casa de Nariño durante la presidencia de César Gaviria.
El mismo expresidente todavía no sabe cómo el humorista llegó a “instalarse” ahí. “Es que no lo dejé, es que él se metió a la Casa de Nariño. Cuando menos pensé estaba instalado, cuando menos pensé tenía oficina, cuando menos pensé ya tenía contrato, todo”, asegura el exmandatario.
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Pese a que Ernesto Samper siempre se mostró como un “hombre de humor” siempre existió una gran distancia entre el Presidente y el periodista. Tal vez las constantes burlas al mandatario por el “proceso 8.000” o sus comentarios agudos frente a sus polémicas respuestas sobre el supuesto ingreso de dineros de carteles del narcotráfico a su campaña presidencial.
En sus últimos años de vida, recuerda Morales, Jaime le manifestó en repetidas oportunidades sus aspiraciones políticas. Su “mira” estaba dirigida al Congreso de la República, situación por la que cual y empezó a fortalecer la crítica política en la mayoría de sus reconocidas conferencias.
“Ve, hagamos una cosa, yo me voy a meter a la política. Yo soy candidato a la Cámara por Bogotá en el 2002 y usted es candidato al Senado y hacemos llave”, recuerda el dirigente político Antonio Navarro Wolff. Los que conocían a Jaime Garzón sabían que tenía todo para llegar a ocupar un cargo de elección popular: era reconocido y querido por la mayoría de los colombianos.
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Para Antonio Morales, Garzón pudo llegar a la Alcaldía de Bogotá o al mismo Congreso. “Hubiera sido senador en el primer periodo de (Álvaro Uribe). ¿Por qué partido? Por algún partido de centro, lo que hoy llaman ‘tibios’. Eso era Jaime, un tibio políticamente, lo cual no quiere decir que no tuviera posiciones beligerantes y críticas contra la antidemocracia de este país”.
Era evidente que su carrera no iba a terminar ahí, Garzón quería llegar al cargo político más importante del país”: “Jaime era como todos los colombianos, la mayoría, quería ser Presidente. Aquí todo el mundo quiere ser presidente, ¿de qué? No sé, pero presidente de alguna vaina”.
La reunión imposible
Al mejor estilo de Dioselina Tibaná, la excéntrica cocinera de la Casa de Nariño, Jaime Garzón hizo mezclas que parecían casi imposibles. En las tradicionales comidas de los viernes en la noche en su apartamento logró reunir a dos personajes que eran, literalmente, como el agua y el aceite: Antonio Navarro Wolff y Jaime Castro.
¿Por qué se odiaban? Según relata Antonio Morales, el M-19 del que hizo parte Antonio Navarro Wolff, intentó secuestrar a Castro cuando era ministro de Gobierno de Belisario Betancur, en el barrio La Perseverancia en el centro de Bogotá.
“Se encontraron, se insultaron ampliamente los dos políticos, y a las dos o tres horas, al son del whisky estaban abrazados, bailando carranga Jaime Castro y Navarro. Yo los vi”, manifestó el libretista del Quac.
De esas reuniones en el apartamento de Garzón, en la que se servían solamente espaguetis con vino, salieron un sinfín de anécdotas que sus amigos más cercanos recuerdan después de dos décadas del crimen del humorista político.
‘Los chafarotes’
Por su paso en la Casa de Nariño, Jaime Garzón también se hizo con algunas personas que no lo querían mucho. Los guardias de la casa presidencial se enfrentaron en repetidas oportunidades con él cuando intentaba entrar “como Pedro por su casa” a la oficina del presidente Gaviria.
Después de un tiempo empezó a llamarlos ‘chafarotes’ cada vez que se los encontraba, por lo que decidieron tomar medidas de fondo para evitar que los llamara así. “Jodía y jodía con eso hasta que un día estos muchachos lo cogieron, lo aprisionaron, lo bajaron a una oficina en la Casa de Nariño, abajo en el sótano, y lo tuvieron allá amarrado y detenido, no sé, como por media hora o una hora”, recuerda Gaviria.
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El exmandatario aseguró que los escoltas juraban que con esta acción ellos juraban que Garzón no iba a volver a hacer ese tipo de cosas, pero la verdad es que esto no sirvió como escarmiento al humorista.