El duro relato de la hija de líder social asesinado en la masacre de El Aro
Recuerda con dolor el día que asesinaron a su padre, una de las 15 víctimas de la masacre de El Aro.
Astrid Helena Múnera, hija de Luis Modesto Múnera, recuerda con dolor el día que asesinaron a su padre, una de las 15 víctimas de la masacre de El Aro, en el municipio de Ituango, el 25 de octubre de 1997.
Con su muerte, lamenta, desintegraron una familia y le quitaron a ese corregimiento a un líder social y comunitario, el presidente de la Junta de Acción Comunal y trabajador del municipio.
Astrid tenía 15 años y junto con sus padres y un sobrino que apenas tenía dos años, vivían en una casita junto a la escuela del corregimiento, de la plaza los separaba una pequeña rampa a la que llamaban empedrado.
Las balas se empezaron a escuchar alrededor del casco urbano, pero aún no tan cerca, mientras tanto, el padre de la parroquia hablaba por el megáfono y Modesto fue a ver qué pasaba, muy en contra de lo que su esposa le advertía.
Con la promesa de volver, les pidió que se resguardaran de las balas, que de pronto perdidas, podrían alcanzarlas, pero se fue para no regresar. Desde ahí comenzó la pesadilla.
"Nos tiramos al piso y como habían niños, se salieron hacia el lado de un potrero, mi mamá y la señora de la casa salieron a coger los niños, cuando salieron, las cogieron, las encañonaron y nos hicieron salir a todos hacia ese corredor, nos tiraron al piso y nos pusieron el fusil en la frente, que nos iban a matar", narró la mujer.
Lea también: Francia Márquez está entre las 25 mujeres más poderosas del mundo, según Financial Times
Cuando oscureció, retornaron a la casa, para esperar si su padre volvía. A las seis de la mañana, rememora, los paramilitares llegaron, tocaron la puerta y le exigieron ir hasta la plaza, donde estaban recogiendo a toda la gente para que no se volaran, pero lo peor, fue ver el panorama de destrucción del corregimiento y en el piso, tendido al líder Modesto.
"Llegué al murito del parque y miré hacia atrás, cuando ya lo vi a él, al primero que reconocí fue obviamente a mi papá. Y ya yo le dije a mi mamá, mi papá está tirado en el piso y me senté a llorar, cuando en esas pasó un señor de esos armados hasta los dientes y me miró muy feo y mi mamá me decía, mija no llore que me la matan".
Luis Modesto Múnera fue asesinado en compañía en Andrés Mendoza y Nelson Palacios, mientras departían. A los dos últimos los mataron cuando les expresaron a los actores armados que “era como un papá en este pueblo”. “Respondieron, ah, les dolió mucho y también los asesinaron”, cuenta la mujer.
Lea también: La 'noche de la alborada' dejó afectaciones en miles de mascotas en Medellín
Lo siguiente y más doloroso, recuerda Astrid, fue no poder llorar a su padre. El mismo momento lo recuerda su hermano, Juan Alberto Múnera, quien dio un sentido discurso frente al presidente Gustavo Petro y en un acto en el que el Estado les pidió perdón por la responsabilidad en la masacre, tras una sentencia del CIDH.
"Las personas alrededor de ellas, las tuvieron diciéndoles 'no podemos llorar, calladitas, vengan entremos a la iglesia, que nos matan a todos si nos ven llorando'. Ya habían asesinado a más personas, todos campesinos, trabajadores y luchadores que lo único que hacían era trabajar el campo con amor y dedicación", dijo el hombre.
Como parte del acto era que se reconociera que los 19 asesinados en las masacres de El Aro y La Granja no eran guerrilleros, Juan Alberto, que ahora es bombero en Valdivia, reiteró que su padre al contrario era un gran aporte para la comunidad y pidió justicia.
"Señor presidente, mi padre no era un guerrillero, no era colaborador de ningún grupo al margen de la ley. Solo era un líder comunitario, como muchos, que hay en el país, que han perdido su vida luchando por tener derechos y paz. Pedimos que se haga justicia", manifestó.
Le recomendamos: Hidroituango: Próxima semana sería evacuación para operación
Para Astrid “es bonito que reconozcan que no eran criminales, ni guerrilleros, ni mucho menos malos, eran personas humildes y trabajadoras”. Su hermano complementó que es hora de pasar la página de la guerra y que el Gobierno Nacional se ponga a paz y salvo con la deuda que tiene con las víctimas de la masacre, el desplazamiento y el arraigo del territorio.