La inspiradora transformación de Robeiro, de la calle a un hogar propio
Gracias a la confianza que le dio un emprendedor, Robeiro pudo salir de las calles, dejar las drogas y conseguir un trabajo estable. Ahora disfruta de su retiro
Muchas veces se habla de historias de personas que lo perdieron todo por las drogas y terminaron en las calles. La de Robeiro, sin embargo, es muy diferente. Es una historia que demuestra que una mano amiga puede cambiarlo todo.
Robeiro se rebuscaba algo de dinero como cuidador de carros en un estacionamiento cerca de un concesionario en Medellín. Las personas que circulaban por el lugar se conformaban con darle unas monedas y seguir su camino. Otras, simplemente, se dejaban guiar por los prejuicios y lo ignoraban.
Con el poco dinero que recogía, apenas lograba conseguir un trozo de pan, el cual era insuficiente para calmar su hambre, fue en ese momento cuando el bazuco, esa mezcla de estupefacientes y hasta restos de polvo de ladrillo se convirtió en la salida para despistar a su mente cuando el cuerpo anunciaba que el estómago estaba literalmente vacío.
Sin embargo, hubo un hombre que vio algo diferente en Robeiro. Se trata de Nicolás Mejía, que hoy, veinte años después de ese primer encuentro con el cuidador de carros, ve en esa historia una de las más inspiradoras para todos los que se sienten desfallecidos por las circunstancias.
Robeiro no solo cuidaba los carros. También era un guardián: le avisaba a Nicolás cuando dejaba la puerta de su automóvil abierta y cuidaba muy bien de las pertenencias de los clientes del concesionario. A Robeiro no se le pasaba nada.
Nicolás, que trabajaba en el establecimiento, decidió acercarse al hombre para hacerle una propuesta que cualquier otra persona consideraría arriesgada: una oportunidad laboral, a pesar de los prejuicios iniciales. Pero lo hizo con una condición: "Le pregunté si podía dejar la droga, y me respondió: ‘Consumo por hambre y tristeza. Si trabajo aquí, no volveré a sentir ni hambre ni tristeza’”.
Con lágrimas en su rostro, el hombre reiteró la promesa y Nicolás no tuvo más dudas: Robeiro era la persona que necesitaba. Pero el camino no fue fácil. Experimentaba síndrome de abstinencia, vomitaba, sufría escalofríos, no podía dormir y estuvo a punto de recaer. En todo ese proceso, Nicolás jamás lo abandonó y lo alentó a seguir adelante.
Robeiro respondió con firmeza a la tentación y, con un esfuerzo sobrehumano, logró superar sus adicciones. Ahora, a sus 68 años, dos décadas después de que Nicolás le ofreciera la oportunidad más invaluable de su vida, tiene un apartamento que compró con ayuda de su caja de compensación. “Hoy, después de 20 años, está jubilado, tiene su apartamento y transformó su vida", relata Nicolás, emocionado.
Para este emprendedor, la historia de Robeiro ilustra la importancia del optimismo y la capacidad de transformación de las personas. Este tipo de experiencias lo llevó a reflexionar sobre la importancia de no juzgar sin conocer las historias de los demás. "Uno no decide dónde nace, pero sí hacia dónde va. A veces, una mano amiga puede cambiarlo todo", asegura.
Una vida para inspirar
Para Nicolás Mejía, gerente del concesionario Mazda Automontaña y conferencista apasionado, la vida no se mide solo en logros profesionales, sino en el impacto que se deja en las personas. Su historia está marcada por el altruismo, un valor que define no solo su carrera, sino también su propósito de vida. Desde su niñez, Nicolás aprendió que ayudar a los demás es un ejercicio que enriquece tanto al que da como al que recibe. "Mi papá, presidente de la Defensa Civil, nos enseñó que el servicio es la mejor forma de encontrar equilibrio y bienestar", recordó.
Esta enseñanza lo ha guiado durante años, primero como empresario y luego como conferencista. Y es que Nicolás encontró en las charlas una manera de inspirar y transformar vidas. "Cuando comencé a dar conferencias, me di cuenta de que podía llevar un mensaje de gratitud, optimismo y superación. La vida me ha dado mucho, y siento la responsabilidad de compartirlo", afirmó.
No conocemos las historias o realidades, destaca Nicolás, y por eso invita a la gente a brindar una mano amiga, ya que este acto genera un sentimiento de gratitud y hace sentir una satisfacción que no se podrá experimentar en otras circunstancias.
Un mensaje que trasciende fronteras
A lo largo de los años, Nicolás ha llevado su mensaje a empresas, colegios y universidades, impactando a cientos de personas. Incluso, Google lo invitó a compartir su conferencia en Mountain View, California, reconociendo su capacidad para inspirar. Pero su verdadera motivación no está en los aplausos ni en los escenarios. Para él, el objetivo es dejar huella y sembrar semillas de cambio en quienes lo escuchan.
"El altruismo no es dar dinero, es compartir conocimiento, tiempo y apoyo. Es enseñar lo que la vida me ha dado y devolverlo a la sociedad", explicó. Durante la pandemia, encontró en los en vivos de Instagram una manera de seguir conectando con la gente. Entrevistó a deportistas, músicos y empresarios, logrando inspirar a muchos desde sus hogares.
Un llamado a la acción
Así, para Nicolás, practicar el altruismo se ha convertido en una fuente de gratitud. "No hay nada más gratificante que sentir que ayudaste a alguien que lo necesitaba. Estamos hablando de vidas; si es hermoso rescatar animales, imagina lo que significa tenderle la mano a un ser humano", reflexionó.
Hoy, mientras lidera un equipo de 300 personas, sigue creyendo que su verdadera misión trasciende el escritorio. "No se trata solo de recoger una nómina cada mes, sino de impactar, ayudar y cambiar vidas. Ese es el legado que quiero dejar", concluyó.