La melodía de un sueño venezolano en las calles de Bogotá
Después de formar parte de las principales orquestas sinfónicas en Venezuela, estos tres venezolanos continúan luchando desde la calle.
Nacieron para la música, nacieron para ser libres. Yoliana Mora, Luis Alejandro Castillo y Adrián Abreu son tres jóvenes músicos venezolanos que se vieron en la necesidad de postergar por un momento sus sueños e iniciar desde cero la construcción de nuevas metas.
Con la flauta, el violonchelo y el violín estos tres venezolanos cruzaron el puente internacional Simón Bolívar dejando atrás a sus familias, amigos y sus orquestas, con la ilusión de que en Colombia encontrarían la oportunidad de lograr aquellos objetivos que en su país fue difícil conseguir.
Yoliana, originaria del pueblo de Zaraza, del estado Guárico, asegura que desde que llegó a Bogotá le ha sido complejo encontrar un empleo. Pero “como buena venezolana” buscó la manera de sobrevivir vendiendo tortas y empanadas.
Por su parte, Luis Alejandro, nacido en Maracay, es un chamo de tan solo 21 años que con determinación y sin complejos optó por inundar las calles de Bogotá con la melodía de su chelo con la intención de conseguir algunos pesos para pagar el arriendo y la comida.
De igual manera el trujillano, Adrián, entretiene a los transeúntes de la plaza de Soacha, interpretando las más bonitas notas con su aliado, el violín.
Al preguntarles las razones que los llevaron a tomar la decisión de dejar su país, los tres coincidieron en sus argumentos: “Todo lo que ha pasado en Venezuela a nivel político, económico, social, y de inseguridad, fue lo que me motivó para irme y buscar en Bogotá mi nuevo hogar”, comentó la flautista.
El chelista explicó que para su crecimiento profesional debió mudarse a Caracas y estando allí vivió muy de cerca las protestas y la represión contra los jóvenes por parte de los entes policiales que actuaban bajo el mandato de Nicolás Maduro. “Yo vivía en zona donde había muchas protestas, donde siempre había gases lacrimógenos. Esto me afectó muchísimo tanto psicológica como físicamente, hasta que decidí irme del país. Tomé mi violonchelo y mi maleta y crucé la frontera”, sostiene.
La misma situación también obligó al violinista a dejar a sus alumnos de la orquesta regional para tomar la decisión más difícil, partir. “Se me fueron cerrando las oportunidades como músico y ciudadano, y es allí cuando decido venirme a Colombia”, recuerda.
Hablar de sus inicios en la música de inmediato les iluminó el rostro, pues con orgullo y sentimiento los tres afirmaban que gracias a sus madres encontraron en la música la pasión y el sentido en sus vidas.
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Luis Alejandro cuenta que cuando tenía diez años, su mamá esperando darle la mejor educación, lo inscribió en el Sistema Nacional de Orquestas en San Juan de los Morros, en el núcleo ‘Jesús María Torrealba’. Estando allí, el pequeño Luis experimentó con el cuatro y la flauta dulce hasta que le dieron un violonchelo. “Allí empezó todo”.
Cuando Adrián tenía ocho años, en Valera inauguraban un núcleo de música. Su madre sin pensarlo lo llevó y lo motivó a iniciar su carrera como músico. “Gracias a ella, empezó todo este sueño”.
Aunque ahora es bastante extrovertida, Yoliana asegura que cuando era niña la timidez la caracterizaba, por lo que Yolanda, su mamá después de asistir a un concierto de la Orquesta Moisés Moleiro, le propuso ingresar a la escuela de música. Ella aceptó y desde entonces dejó de ser tan cerrada e inició una seria relación con la flauta. Tenía 12 años.
Así comenzaron sus historias de vida, y aunque el estar lejos de su patria y vivir una serie de vicisitudes que han puesto a prueba, sus habilidades, fortalezas, paciencia y sobre todo la humildad, demuestran que siguen siendo optimistas, alegres y soñadores.
Yoliana, Luis Alejandro y Adrián, nacieron para la música y para ver a Venezuela ser libre.