Laguna de Guatavita, ¿Hay oro en lo profundo de sus aguas?
La laguna de Guatavita va más allá que una leyenda.
Guatavita es uno de los municipios más reconocidos de Cundinamarca y se encuentra ubicado en la provincia del Guavio y a 53 km de Bogotá; y dentro de su laguna, hay una gran leyenda que se denomina como El Dorado. Esta historia que es reconocida a nivel mundial, se basa desde la época de colonización de los españoles hacía el continente americano.
Y es que la gran imaginación que tenían los conquistadores, llevo a que vieran en Guatavita un brillante pueblo lleno de casas de oro, donde este metal era de tanta abundancia, que cada construcción tenía algo de brillo dorado en su fachada. Es así que se construye la leyenda, además por lo que contaban los indígenas de aquellas épocas.
¿Hay oro en la Laguna de Guatavita?
Según lo que se puede conocer, es que los Muiscas, que se ocultaban en medio de la selva, solían enterrar a Zipas o Caciques envueltos en polvo de oro, y lo acompañaban con joyas muy pesadas, entre las que se incluían algunas esmeraldas. Así mismo, lo rodeaban de flores y luego era sumergido como parte de la tradición.
Además, una vez al año, la laguna de Guatavita era el lugar perfecto para que los Muiscas ofrecieran sacrificios a sus dioses, y reunían una cantidad importante de joyas que eran llevados por balsas a la mitad de la laguna por el Cacique quien iba únicamente recubierto por una delgada capa de oro, y que era denominado como el ‘cacique de oro’, siendo el encargado de tirar estos objetos al fondo del agua.
Ahora bien, cada vez que se iba a ejecutar la posesión de un nuevo Zipa, los indígenas de la época organizaban una ceremonia especial. Y la persona designada era algún heredero, es decir el hijo de alguna hermana del cacique en retiro, que, para prepararse para ocupar el trono, tenía que hacer un ayuno de seis años como método de purificación al interior de una cueva, ya que no podía ver el sol, ni mucho menos consumir alimentos que contuvieran sal o picante.
Una vez se realizaba lo anteriormente mencionado. Los sacerdotes untaban en su cuerpo desnudo una especie de resina, lo recubrían con polvo de oro, le entregaban el cetro, y se reunía en una balsa con ministros y jeques, pero ellos no lo miraban al rostro por respeto.
Mientras tanto, el resto de la población admiraba este proceso desde las orillas de la laguna, y acompañaban con antorchas, mientras hacían rezos dándole la espalda a la laguna. Esta ceremonia duraba toda la noche, y una vez el sol salía, el nuevo cacique junto con las personas que lo acompañaban, arrojaba más oro y esmeraldas como ofrendas.
¿Han descubierto el oro que arrojaban los muiscas en Guatavita?
Esta leyenda ha sido motivo de atracción por parte de buscadores de tesoros, y en su intento por drenar el agua para sacar sus riquezas, ha traído consecuencias negativas, ya que sus intentos han fracasado. El primero en hacer una propuesta de esta índole, fue Gonzalo Jiménez de Quesada; el fundador de Bogotá en el siglo XVI quiso vaciarla para ver lo que había en el fondo, pero falló en el intento; posteriormente quiso hacer boquetes para que el agua saliera por los costados de la laguna, pero esto también estuvo frustrado.
Laguna de Guatavita, una reserva natural más allá del oro.
Este lugar cundinamarqués, contempla algo más allá que el oro y las joyas, ya que cuenta con una reserva natural de más de 600 hectáreas, que va rodeada de bosques y mucha naturaleza. Y aunque Guatavita se encuentra rodeada de misterios y muchos secretos que aún no han sido resueltos. Algunas tribus indígenas cuentan con un permiso especial para transitar por este lugar ancestral.