Cayó a un abismo, comenzó a vivir con una prótesis y escaló el Everest: “subí y bajé sin problema”
Nelson Cardona vivió una auténtica pesadilla en el 2006.
Nelson Cardona es uno de esos ejemplos en los que la adversidad se vuelve el punto de partida para lograr objetivos que parecían inalcanzables.
Caldense de nacimiento, a comienzos de 2006, de camino al nevado del Ruiz, el destino le jugó una mala pasada y cayó a un abismo de aproximadamente 18 metros.
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Aunque en principio no sintió dolores tras la caída, la pesadilla comenzó una vez despertó y se dio cuenta de las lesiones que sufría: fractura de pelvis, pérdida de la dentadura, cinco fracturas maxilofaciales y una pierna derecha astillada.
Todo lo anterior, producto de los cambios bruscos de temperatura, ya que un día antes había estado sobre el nivel del mar. En la montaña no logró controlar el mareo y cayó por la ladera.
Desde ese momento vivió el mayor de los suplicios, siendo parte de diferentes tratamientos y con más de 18 cirugías para tratar de tener una adecuada recuperación.
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Mirando los resultados y los pocos avances, surgió la posibilidad de amputar su pierna derecha; fue un tema que consultó con su familia y al cual accedió después de mucho pensarlo.
Luego de quedarse sin una de sus extremidades, Nelson Cardona decidió seguir con la escalada y tres años después del accidente pudo ascender a las cumbres más importantes del mundo como el Aconcagua, el Everest y el Kilimanjaro.
“Subí al Everest y bajé sin ningún problema. No fui el único en hacerlo con discapacidad, hay una luz al final del túnel”, dijo Cardona al diario El Tiempo.
La prótesis que le fue asignada funcionó de maravilla y pudo convertirse en un ejemplo de vida.
“La adversidad es el mejor maestro. Cuando uno cree que está derrotado, que no tiene salidas, hay que levantarse. Yo aprendí de eso, de esas derrotas y hoy soy un hombre que no se amilana ante nada”, añadió.
Nelson actualmente vive en Suesca, lugar destinado para los escaladores, y cuenta con el respaldo de sus dos hijos, Sofía de 20 y Salomé de 30, quienes han sido su principal motivación a lo largo de los últimos 10 años.
“Es que la vida nos enseña que a las dificultades hay que ponerles la cara, retarlas y vencerlas”, puntualizó en el relató que le dio a El Tiempo.