Niños en Portugal vuelven al colegio: tapabocas obligatorio para mayores de 10 años
Algunos docentes toman la temperatura a la entrada. Se obliga a distanciamiento de tres metros en clases de educación física.
"¡Mi amor, es la clase de siempre!", grita una mujer a las puertas del colegio. No puede acompañar a su hijo dentro y sus indicaciones, amortiguadas por la mascarilla, son ya ignoradas por el niño, eufórico por ver a sus compañeros en el día en que casi millón y medio de escolares vuelven a clase en Portugal.
La escena se repite hoy a lo largo del país, donde culminan semanas de debate entre políticos, padres y educadores sobre cómo sería el inevitable regreso, marcado por mascarillas para mayores de diez años, abundante gel desinfectante y, a veces, toma de temperatura a la entrada.
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Nervios en la puerta
Es lo que sucede a las puertas de la escuela Voz do Operário, en Lisboa, que recibe a unos 500 alumnos, desde guardería hasta 11 años, que en este curso de la pandemia deben entrar por una puerta lateral.
La idea es que tengan un acceso más directo al aula y vaguen menos por los pasillos, pero acaba por ralentizar la entrada, formando una fila que da la vuelta al edificio compuesta por padres ansiosos y niños eufóricos por reencontrarse.
"Duarte, ¡Duarte!, ¡mira mi mascarilla!", grita uno de ellos en la fila. Mientras los padres tratan de que se guarde la distancia, los pequeños desbordan energía, mostrándose no solo sus nuevas mochilas de Frozen o Spiderman, también sus mascarillas de colores o con dibujos animados.
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Algunos padres aprovechan para sacar fotos a sus vástagos e inmortalizar el inicio de curso más extraño, todo risas antes de llegar a una puerta en la que finalmente deben soltarles la mano: un par de docentes les toman la temperatura y entran solos en el edificio.
"Por favor, tienen que marcharse ya, no pueden aglomerarse", advierten dos profesoras a un grupo de madres y padres reticentes a emprender el camino al trabajo, incluso ante los ruegos de un policía. Quieren asegurarse de que los niños entren bien.
Uno de los más lentos para acatar la petición es Allison Avila, que se confiesa preocupado por su hijo de ocho años.
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"Esta mañana él estaba bastante animado e hicimos lo posible por explicarle la situación. Los pros y contra, que vale la pena volver a la escuela. Me preocupa él, porque no siempre los niños son conscientes de lo que están haciendo", cuenta a Efe.
Prueba y error
La capacidad de los niños por adaptarse es la gran incógnita en Portugal, sobre todo entre los más pequeños, que no dudan en abrazarse con amigos a los que hace meses que no ven.
Y en la escuela son muy conscientes de ello.
"Tenemos que ver como va la primera semana, qué nos cuentan los profesores de primaria y guardería, y vemos qué hay que cambiar o cómo podemos mejorar", explica a Efe el director del centro Voz do Operário, Vitorio Agostino, que admite algunos nervios en la primera recepción de alumnos.
"Los padres vienen muy ansiosos y con alguna desilusión, porque los más mayores ya no quieren saber nada de ellos cuando entran. Vienen a ver a los amigos, ha sido una larga espera. Creemos que ha salido bien", opina.
La Dirección General de Salud (DGS) de Portugal ha preparado para este curso una serie de orientaciones, para que cada escuela se adapte según su realidad.
Algunas nociones básicas son una separación de al menos un metro entre pupitres, que se alarga a tres metros en clase de educación física, que cuando sea posible deberá impartirse en el exterior prescindiendo del gimnasio.
El resto ha sido la cuadratura del círculo para los colegios, que han debido elaborar circuitos para que solo se circule en un sentido, limitar aforo de comedores e incluso el tiempo de recreo o de intervalos entre clases.
Muchos de los centros se han adelantado a las orientaciones del Gobierno para preparar las clases, que no se publicaron hasta la primera semana de septiembre, lo que ha sido objeto de críticas por parte de varios partidos, que afean al Ejecutivo del socialista António Costa un proceder lento.
Protocolo contagios
Lo que sí especifica la DGS es qué hacer cuando haya sospechas de contagio. Los menores deberán pasar a una sala dentro de colegio, mientras se contacta a los padres y a las autoridades de salud para ver si es necesario un test por COVID-19.
En caso positivo, hay que avisar a los compañeros de clase y otras personas con las que haya podido tener contacto, y se determinará entonces si deben hacer cuarentena.
Se considerará que hay un brote cuando un colegio tenga dos positivos, apunta el Gobierno, que indica que solo se cerrará el centro si las autoridades de salud locales consideran que hay "riesgo elevado".
Por ahora no se ha especificado a partir de qué limite habrá riesgo elevado, aunque sí se ha subrayado que "cerrar en la totalidad una escuela será una excepción".
Primer brote en colegio privado
El protocolo se ha estrenado en la privada Escuela Alemana, en Lisboa. Los centros privados comenzaron clases hace poco más de una semana y en la primera jornada se detectó un positivo en este colegio.
El resultado: 70 estudiantes que estuvieron en contacto con el menor contagiado están en cuarentena en casa, teniendo durante esas dos semanas clases a distancia.