Porto Flavia, Isla de Cerdeña ¿Qué se puede hacer?
Este lugar forma parte del parque geominero de Cerdeña
Porto Flavia es uno de los lugares más sugerentes de la Cerdeña, histórica en Italia. Tierra de minas y mineros, cuya arquitectura industrial se va poco a poco recuperando para recordar el pasado y desarrollar un turismo pleno de interés. Se encuentra en Masua, una unión de varias playas de arena.
Esta lugar nació como un proyecto del ingeniero Cesare Vecelli, cuya visión permitió solventar un gran problema en el transporte de las explotaciones mineras del oeste de Cerdeña, el de embarcar miles de toneladas de zinc y plomo.
Allí es posible recorrer la galería por donde llegaban las vagonetas que una vez dentro de la montaña soltaban su carga al plano inferior, donde unos gigantescos silos almacenaban el mineral para luego descargarlos con unas compuertas al fondo sobre una línea de producción.
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Este lugar forma parte del parque geominero de Cerdeña, avalado por la Unesco, y con un gran número de lugares integrados en la ruta.
Cesare Vecelli fue elogiado no sólo por la ejecución de la obra si no por la planificación del túnel, que desembocaba enfrente del Pan de Zucchero, la inmensa mole en forma de farallón, que frente a Porto Flavia, frena en gran medida la fuerza del viento.
Las obras duraron dos años, entre 1922 y 1924, y una vez finalizada el ingeniero la bautizó con el nombre de su hija. Para excavar la roca se trabajó exhaustivamente durante esos dos años, con una explosión final para abrir el boquete del final de la galería, detonada desde la entrada, a más de medio kilómetro.
En 1964 la mina se cerró y la degradación fue continua hasta que en 1999 el Consorcio geominero la recuperó con vocación turística y didáctica.
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La visita se lleva a cabo con un guía que procede a explicar la historia de Porto Flavia, con datos históricos y de formación geológica.
El ingeniero quiso construir dos túneles que estaban superpuestos uno con otro, de unos 600 metros de longitud aproximadamente. Estos estaban unidos por un total de nueve depósitos verticales. Por lo tanto, el mineral era transportado por un tren eléctrico que, posteriormente, se descargaba en los depósitos gracias a unas escotillas.