El presidente de Sudáfrica dice que el "intento de insurrección" fracasó
La ola de disturbios y saqueos dejó 212 muertos y 2.524 detenidos.
El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, afirmó hoy que la ola de disturbios y saqueos masivos de la última semana, que causó 212 muertos y 2.524 detenidos en este país, fue un "intento de insurrección" que "ha fracasado" porque los sudafricanos se levantaron para defender la democracia.
"Este intento de insurrección ha fracasado en obtener el apoyo popular. Ha fracasado por los esfuerzos de nuestras fuerzas de seguridad y ha fracasado porque los sudafricanos se han levantado para defender nuestra democracia duramente ganada", manifestó el mandatario, en un mensaje dirigido a la nación.
Para el jefe de Estado "es claro ahora que los eventos de la pasada semana no fueron otra cosa que un ataque deliberado, coordinado y bien planeado" a la democracia sudafricana.
"Usando el pretexto de una reclamación política, los que están detrás de estos actos buscaron provocar una insurrección popular. Buscaron explotar las condiciones económicas y sociales bajo las que viven los sudafricanos -que han empeorado desde la pandemia de coronavirus- para provocar a los ciudadanos ordinarios y las redes criminales a involucrarse en actos de saqueo oportunista", dijo.
"El caos consiguiente fue usado como pantalla de humo para llevar a cabo un sabotaje económico", agregó.
En ese contexto, el presidente admitió que hay que "reconocer" que el Estado estaba "pobremente preparado" para enfrentarse a una "campaña orquestada de violencia pública, destrucción y sabotaje de esta naturaleza".
Ramaphosa apuntó que los daños son millonarios, por lo que se prepararán fondos de asistencia, y que seguramente en las próximas semanas crecerán los casos de covid-19, enfermedad de la que el país atraviesa actualmente una agresiva tercera ola.
"Encontraremos a los que instigaron esta violencia. Rendirán cuentas por sus actos. No permitiremos que nadie desestabilice nuestro país y se salga con la suya", prometió.
Además, pidió a los sudafricanos usar el próximo domingo, fecha en la que se celebra el Día de Nelson Mandela (por el aniversario del Nobel de la Paz e icono de la lucha contra el régimen racista del "apartheid"), para llevar comida a los necesitados y limpiar las calles, como muchos ya han hecho en las últimas dos jornadas.
La oleada de incidentes comenzó el pasado 9 de julio, inicialmente en forma de protestas por el encarcelamiento del polémico expresidente Jacob Zuma (2009-2018) por desacato judicial después de negarse repetidamente a declarar por corrupción.
En los siguientes días, los altercados se replicaron en otras zonas -especialmente en Johannesburgo- y tornaron en una caótica oleada de disturbios y saqueos masivos, con turbas arrasando centros comerciales y tiendas, quemando edificios y vehículos y cortando carreteras y calles.
El estallido de violencia se veía así alentado por problemas sociales preexistentes, como la extrema desigualdad, el desempleo, los elevados niveles de criminalidad general en el país y el malestar por la pandemia de covid-19.
Aunque las autoridades no han señalado aún públicamente a presuntos culpables, los medios locales colocan en el centro de las investigaciones de la instigación de la violencia a familiares, exespías y veteranos antiapartheid militarizados afines a Zuma.