"Hussein acabó colgado y Noriega en la cárcel", le recuerda Eric Rojo a Nicolás Maduro
El coronel retirado del Ejército de Estados Unidos dice que el mensaje en la libreta de John Bolton fue a propósito.
Eric Rojo, coronel retirado del Ejército de Estados Unidos, aseguró en LA FM que la frase en la libreta de apuntes de John Bolton, consejero de Seguridad Nacional estadounidense, advirtiendo despliegue de militares hacia Colombia, es un claro mensaje a Nicolás Maduro, presidente de Venezuela.
"5.000 soldados en Colombia", se leía en los apuntes de Bolton, escrito que desencadenó todo tipo de reacciones. En diálogo con LA FM, Rojo aseguró el mensaje quiere decir envío de soldados, al tiempo que aseguró que no le extraña en absoluto el mensaje. "A lo mejor lo hizo a propósito, son notas. Ahorita creo que el propósito principal es hacerle ruido a Maduro de tal forma que él se vaya por su cuenta".
"Lo que debería alguien recordarle a Maduro es lo que le pasó a Noriega, lo que le pasó a Saddam Hussein. Hussein acabó colgado y Noriega en la cárcel", recordó el oficial retirado estadounidense, al hacer énfasis en que a Hussein y a Noriega "las dieron la oportunidad de irse" y no lo hicieron.
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Rojo también dijo que desplazar 5.000 soldados en inmediaciones de Venezuela no es difícil, aunque espero, dijo, que no se llegue a tal punto. "Todo este ruido se hace para que entienda que el mundo está en contra de él", aseveró, al tiempo que dijo que escenarios de intervención militar se darían si el presidente interino de Venezuela que Estados Unidos apoya, Juan Guaidó, pide que incursionen. O si el régimen de Nicolás Maduro atenta contra personal estadounidense que esté en ese país.
Eric Rojo, coronel retirado del Ejército de Estados Unido
El caso de Manuel Antonio Noriega
Primero como agente de contrainteligencia de la CIA, después como dictador aliado en Panamá y más tarde como caudillo rebelde derrocado por las armas, la vida del fallecido Manuel Antonio Noriega (murió el 29 de mayo de 2017) no se entiende sin su inevitable y tortuoso vínculo con Estados Unidos.
Su muerte, ocurrida a los 83 años de edad, se produjo en un hospital de Panamá, pero bien podría haber ocurrido en suelo estadounidense, en cuyas prisiones pagó veinte años de su vida a la justicia antes de proseguir su periplo carcelario en Francia y acabarlo en su país de origen.
Quien fuera "el Hombre fuerte de Panamá" creyó que su privilegiada relación con Estados Unidos le eximiría de toda culpa por hacer del itsmo una plataforma para el narcotráfico, un puerto de distribución de la cocaína colombiana.
Pero antes de acabar con sus huesos en prisión, la historia de uno de los últimos dictadores de América Latina relata una estrecha y hasta dulce relación con Washington, con quien durante los años de la Guerra Fría empezó a colaborar como espía hasta hacerse, de su mano, con las riendas del país.
Su habilidad y el enclave geoestratégico que desempeñó Panamá como centro de operaciones de Estados Unidos para el resto del continente en plenas tensiones con la Unión Soviética, llevaron a un joven Noriega a ser una pieza valiosa para la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Según varios de sus biógrafos, la CIA lo captó recién ingresado en la Guardia Nacional panameña, donde participó en el golpe de estado que aupó al general Omar Torrijos al poder (1969-1981), y en cuyo seno también desarrolló con destreza contactos de todo tipo sin importar ideologías.
Antes de convertirse él mismo en el "hombre fuerte" de Panamá en 1983 "mantuvo una relación de más tres décadas" con la inteligencia de Estados Unidos y fue clave en el manejo de la información sobre las guerras civiles que sacudían a Centroamérica, según cuenta el veterano periodista John Dinges en su libro "Nuestro hombre en Panamá: El astuto ascenso y la caída brutal de Manuel Noriega" (1990).
"Por ejemplo, la vigilancia de los líderes políticos de los diversos países de Centroamérica. Noriega estaba al cargo de todo eso", explica Dinges, quien fuera corresponsal en Centroamérica para el diario The Washington Post y uno de los reporteros especializados en América Latina más reconocidos de Estados Unidos.
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Sandinistas nicaragüenses o sus enemigos de "la contra"; revolucionarios cubanos o su eterna némesis imperialista en la Casa Blanca, ninguno se resistía a su red de contactos, incluidos varios carteles de la droga, entre ellos el capo colombiano Pablo Escobar.
Noriega "poseía -en palabras de Dinges- la extraña habilidad de absorber información, clasificar las opciones disponibles para un adversario, ponerse en los zapatos de la otra persona y anticiparse astutamente a los posibles cursos de la acción", algo muy apreciado por la CIA y clave en su meteórico ascenso.
Tras la muerte de Torrijos en un accidente de avión en 1981 -que el exdictador atribuyó después a Estados Unidos, aunque otros lo acusaron a él de provocarlo-, Noriega emergió como comandante de las Fuerzas de Defensa en 1983, y al hacerlo, asumió el poder en la sombra. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que los aliados se volvieran uno contra el otro.
Confiado por su relación con Washington, empezó con sus manejos por su cuenta, políticos pero especialmente con los carteles de la droga colombianos, así como sus abusos de derechos humanos, lo que llevó al Congreso de Estados Unidos a poner fin a cualquier flujo de ayuda económica o asistencia militar a Panamá en 1987.
Pero la decisión definitiva por parte de la Casa Blanca del reciente estrenado presidente George W. H. Bush no llegó hasta que, tras meses de represión a la oposición en las calles, Noriega interfirió abiertamente en las elecciones presidenciales panameñas de 1989, anulándolas y colocando a su candidato a dedo.
El 20 de diciembre de ese año, citando motivos de seguridad nacional, Bush lanzó la Operación Causa Justa, una fuerza de invasión de más de 20.000 soldados destinada a capturarlo. El dictador no luchó, se refugió en la Nunciatura Apostólica y acabó por entregarse tras sufrir un asedio ininterrumpido de diez días a base de enormes altavoces y música rock a todo volumen.
El "cara de piña", como era conocido popularmente, gobernó Panamá con puño de hierro entre 1983 y 1989. Fue un reconocido agente de la CIA especializado en operaciones de contrainteligencia y sus detractores le acusaban de participar en el tráfico de drogas y en el contrabando de armas.
Noriega fue extraditado a Panamá el 11 de diciembre de 2011 tras cumplir cárcel en Estados Unidos y Francia. Pasó sus últimos días en estado crítico en el hospital capitalino, al que llegó procedente de la casa de su hija Sandra gracias al arresto domiciliario temporal autorizado por la justicia panameña para que cumpliera adecuadamente el pre y el postoperatorio.
El exdictador volvió a casa tras 27 años preso, 22 de ellos en Estados Unidos y Francia por narcotráfico y blanqueo de dinero, y 5 de los 60 que tenía que purgar en Panamá por delitos que incluyen homicidio y graves violaciones a los derechos humanos.
Saddam Hussein
El expresidente de Iraq entre 1979 y 2003 Saddam Hussein fue ahorcado el 30 de diciembre de 2006 junto con dos de sus antiguos asesores, incluido su hermanastro Barzan al Tikriti. "Enhorabuena a todos los iraquíes, el criminal ha sido ejecutado", afirmó confirmó Mariyem Al Rais, la asesora del primer ministro iraquí en declaraciones a la televisión estata Al Iraquiya.
La emisora afirmó, según un comunicado oficial, que el primero en ser ejecutado fue Saddam, seguido por Barzan y el último fue Auad al Bandar, exjuez. El gobierno difundió entonces fotografías de Saddam tomadas en la ejecución y tras la muerte de éste, cuando fue envuelto con una sábana blanca.
Aunque el responsable iraquí no precisó dónde exactamente fue llevada a cabo la ejecución, el juez Munir Hadad, vicepresidente del Tribunal supremo de apelación, que asistió al ahorcamiento de Saddam, aseguró que éste fue ejecutado en el edifico que albergó la sede del servicio de inteligencia durante el régimen de Saddam, en el barrio de al Kazimiya en el centro-norte de Bagdad. Según Hadad, el dictador fue ejecutado en la cárcel y centro de detención Al Adala (La Justicia).
Según el juez, el ex mandatario fue ahorcado en presencia del representante de la Fiscalía General, Munqiz Al Faraón, y un representante del primer ministro iraquí, además de un viceministro de Justicia iraquí, un religioso y un médico. Momentos después de la ejecución, las autoridades iraquíes impusieron el toque de queda en Tikrit, la ciudad natal de Saddam, así como en varias localidades cercanas.
Sadam fue ejecutado en la horca al amanecer del 30 de diciembre de 2006 en Bagdad, tras ser declarado culpable por un tribunal iraquí de la muerte y tortura de 148 opositores chiíes en 1982, pero también era juzgado por el "genocidio" del pueblo kurdo y otros "crímenes contra la humanidad" y "crímenes de guerra".
Las dos décadas en que el gobernante suní estuvo al frente del país estuvieron marcadas por una fuerte represión y tres guerras, que dejaron unas cicatrices que aún se mantienen abiertas en la sociedad iraquí