Ladrón pide auxilio al ser inmovilizado por su víctima en Brasil
"¡Llama a la policía, llama a la policía!, ¡Socorro!", grita el ladrón en un video colgado en las redes sociales, al tiempo que asegura, desde el suelo y fuera de sí, que era la primera vez que robaba.
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Miércoles, Septiembre 2, 2015 - 15:03
Dos hombres tratan de robar a una mujer en una calle oscura y se escuchan pedidos de socorro. Una escena común en Brasil, si no fuera porque los gritos eran de uno de los asaltantes, que acabó con la cabeza estrangulada entre las piernas de la chica, luchadora de jiu-jitsu.
Wesley Sousa de Araújo y otro hombre no sabían con quién se enfrentaban cuando asaltaron a la luchadora cinturón azul de jiu-jitsu Monique Bastos mientras ésta se dirigía a entrenarse este martes en Açailandia (Maranhao, noreste de Brasil), según informó el portal de noticias G1, de Globo.
Sousa fue el encargado de anunciarle el robo a la deportista, que acto seguido le inmovilizó con un triángulo, una llave que inhabilita al adversario colocando su cabeza entre las piernas del luchador, que queda sentado sobre él.
Mientras el otro asaltante conseguía huir con el celular, Sousa, de 18 años, gritaba despavorido en el suelo pidiendo ayuda a la policía, mientras decenas de curiosos se acercaban, lo fotografiaban y lo increpaban.
Con sus piernas enredadas al cuello del asaltante, se puede ver cómo Bastos evita que los agitados vecinos agredan a Souza, que permaneció inmovilizado durante 15 minutos hasta que llegó la policía y lo detuvo.
"Estaba yendo al gimnasio, a entrenar. Ellos llegaron en moto y me sacaron el celular enseguida. Pensé que eran amigos, pero pronto vi que no eran y los empujé tirando la moto. El acompañante acabó llevándose mi teléfono", contó Monique Bastos a G1.
Según la luchadora, que además de cinturón azul de jiu-jitsu también participa en competiciones de MMA (artes marciales mixtas), tuvo que detener a varios vecinos que querían atar, golpear e incluso acuchillar al ladrón. Las golpizas y hasta linchamientos de presuntos delincuentes son habituales en Brasil.
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