Primera jornada en Doha de históricas negociaciones de paz sobre Afganistán
El Gobierno de Estados Unidos participa en las jornadas de reunión.
El Gobierno afgano y los talibanes celebraron este sábado en Doha, en presencia del secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, la primera jornada de unas históricas negociaciones de paz que se anuncian difíciles dadas las profundas divergencias entre ambos beligerantes.
Al iniciarse la ceremonia, el negociador del Gobierno afgano, Abdullah Abdullah, pidió un "alto el fuego humanitario". Una medida de la que desconfían los insurgentes, temiendo perder su principal ventaja en la mesa de negociaciones.
"Nuestro país recordará este día como el del final de la guerra y de los sufrimientos de nuestro pueblo", esperó Abdullah, un exministro que preside el Consejo para la Reconciliación Nacional.
La Unión Europea (UE) pidió igualmente en un comunicado un cese "inmediato" de los combates.
Lea también: Que las misas no sean consideradas formas de reunión, pide el Vaticano
El enviado de Estados Unidos en Afganistán, Zalmay Khalilzad, se mostró optimista al final de la jornada. "La esperanza es [...] que haya una reducción de la violencia inmediata, un alto el fuego, o una discusión sobre un alto el fuego [y] que haya al final un acuerdo sobre una hoja de ruta política, pero también una tregua permanente", indicó desde Doha.
Estas negociaciones, que se retrasaron seis meses debido a profundos desacuerdos sobre un polémico intercambio de prisioneros, han comenzado un día después del 19º aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001, que provocaron la intervención internacional encabezada por Estados Unidos que expulsó a los talibanes del poder (1996-2001) en Afganistán.
Objetivos irreconciliables
Las discusiones se celebran en un gran hotel de Doha, que ya albergó la firma del histórico acuerdo entre Estados Unidos y los talibanes en febrero, el pacto que allanó el camino para las actuales negociaciones.
Este acuerdo confirmó la salida de las fuerzas extranjeras de Afganistán, antes de mediados de 2021, a cambio de ambiguas garantías talibanas, entre ellas la celebración de este "diálogo interafgano".
Esta retirada se producirá "antes del mes de abril" dijo Khalilzad. Hay actualmente 8.600 militares estadounidenses en Afganistán, y serán solamente 4.500 a fines de noviembre.
El presidente estadounidense, Donald Trump, cuya reelección en noviembre es incierta, está determinado a poner fin a toda costa a la guerra más larga en la historia de Estados Unidos.
Pero parece improbable que la contienda se vaya a resolver rápidamente y se desconoce la duración de las negociaciones.
La primera reunión fue "muy positiva", destacó no obstante Habiba Sarabi, una de las cuatro mujeres de los 21 negociadores gubernamentales. No hay mujeres entre los negociadores talibanes.
Los talibanes "estaban mejor dispuestos que en reuniones anteriores. Estamos construyendo la confianza", declaró a la AFP.
Pero, según Abdullah Abdullah, "podría darse el caso" de que los talibanes pidan la liberación de más prisioneros antes de comprometerse a detener temporalmente la violencia.
Le puede interesar: Histórico acuerdo de paz entre Israel y Baréin: Netanyahu le agradece a Trump
"Esto podría ser una de sus ideas o una de sus peticiones", dijo en una entrevista con la AFP. En virtud del acuerdo firmado entre Estaos Unidos y los talibanes en febrero, ya se han liberado 5.000 prisioneros talibanes a cambio de 1.000 detenidos gubernamentales.
Sangrienta guerra
Los rebeldes anunciaron la liberación de 22 soldados afganos "en un gesto de buena voluntad" con ocasión de las negociaciones, según su portavoz Zabihullah Mujahid.
Los talibanes, que no reconocer el Gobierno de Kabul, quieren instaurar en Afganistán un "sistema islámico" en el que la ley sea acorde con un islam rigorista, recordó su jefe negociador Abdul Ghani Baradar.
"Quiero que todo el mundo tome en cuenta el islam en las negociaciones, y que el islam no sea sacrificado a intereses personales", reiteró.
El gobierno del presidente Ashraf Ghani insiste en mantener la joven república y su Constitución, que consagra muchos derechos, en particular para las minorías religiosas y las mujeres, que serían las grandes perdedoras de un retorno a las prácticas vigentes bajo el yugo de los talibanes.
La guerra afgana causó decenas de miles de muertos, entre ellos 2.400 soldados estadounidenses, obligó a millones de personas a huir y costó a Washington más de un billón de dólares.