The Economist critica transición energética de Petro: "promesas verdes suenan huecas"
El artículo cuestiona la contradicción entre limitar la exploración de gas e importar desde Catar.

La revista británica The Economist publicó un duro análisis sobre las políticas energéticas del presidente colombiano Gustavo Petro, acusándolo de contradicciones, improvisación y efectos negativos tanto económicos como ambientales en su agenda de transición energética.
Desde la planta de gas de Cupiagua, en las faldas de los Andes del noreste del país, el artículo describe la magnitud de las operaciones: “Tuberías, tanques y torres forman laberintos tortuosos dedicados al procesamiento de gas natural, suficiente para abastecer a unos 12 millones de hogares”. Sin embargo, añade que detrás de esta aparente robustez “la abundancia de gas está disminuyendo”, lo que —según la publicación— está “arruinando la aparente agenda verde del presidente Gustavo Petro”.
The Economist destaca que Petro convirtió a Colombia en “el primer gran país productor de petróleo en suspender nuevas licencias de exploración de petróleo y gas”, a la vez que promueve en el Congreso una ley para prohibir el fracking. No obstante, el medio británico observa una ambivalencia: “ha admitido (discretamente) que el gas natural debería quedar exento durante la transición verde”, insistiendo en que hay reservas suficientes.
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Esa narrativa, según los datos citados por la revista, no se sostiene: “las reservas se han reducido un 58 % desde 2012”. De hecho, “el año pasado, por primera vez en casi medio siglo, el país tuvo que importar gas para hogares e industrias”. En palabras de Francy Edith Ramírez Arroyave, jefa de producción de gas de Ecopetrol, la situación es crítica: “Nos estamos esforzando por extraer hasta el último sorbo... Estamos aprovechando al máximo”.
La revista señala que la política del mandatario ha ralentizado la búsqueda de nuevos oleoductos, y que su “primera gran apuesta” fue negociar gas con Venezuela. Pero esa iniciativa fracasó por múltiples razones: “el gasoducto estaba deteriorado, Estados Unidos impuso sanciones a Venezuela y, más recientemente, el presidente Donald Trump impuso un arancel del 25% a los compradores de petróleo venezolano”.
Ante ese panorama, el gobierno miró hacia nuevos aliados. “El mes pasado, Petro reveló triunfalmente su próxima fuente: Qatar”, explica la nota, pero advierte que esto tendrá consecuencias: “licuar el gas cerca de su origen y transportarlo puede triplicar el precio y aumentar las emisiones en aproximadamente un 50% en comparación con el gas local”.
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The Economist destaca que la contradicción más evidente ocurrió en diciembre, cuando el propio gobierno celebró con entusiasmo el hallazgo del que sería “el mayor yacimiento de gas de la historia del país”, encontrado bajo una licencia anterior. Este descubrimiento podría triplicar las reservas nacionales, según estimaciones oficiales, y entraría en operación hacia 2029.
A pesar de estos hechos, Petro ha intentado desviar el foco, señala la revista. “El 7 de abril, utilizó cifras de precios engañosas y argumentos confusos contra Ricardo Roa, el director general de Ecopetrol”, durante una reunión televisada. En esa misma línea, se menciona que mientras el gobierno aún no cuenta con el equipo necesario para importar gas licuado, SPEC, una empresa privada, mantiene “un monopolio de facto sobre las importaciones”.