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¿Qué hay detrás de la violencia entre parejas LGBTI?

La visualización de la violencia entre la comunidad LGBTI ha crecido en los últimos meses.

Publicado:
Actualizado:
Viernes, Agosto 23, 2019 - 10:05
Mujer trans
Mujer trans.
AFP

Un estudio desarrollado desde la Universidad Nacional de Colombia abordó la violencia de pareja dentro de la comunidad LGBTI. Esta investigación se ocupó de evidenciar qué factores inciden en los comportamientos agresivos dentro de esta población. 

La muestra fue desarrollada por Stephany Muñoz, magíster en Psicología de la Universidad Nacional, que habló en los micrófonos de La FM sobre la necesidad de evidenciar estas situaciones de violencia y la importancia de visualizar los casos de abuso dentro de esta comunidad. 

Escuche la entrevista con Stephany Muñoz a continuación:

Stephany Muñoz

0:27 5:25

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¿En qué consiste esta muestra?

Esta es una muestra aleatoria por conveniencia, de 90 personas, con identidad de género y orientación sexual diversa. Tuvimos en la investigación a 11 personas que se identifican como lesbianas, a 58 personas que se identifican como gais, 17 que se identifican como bisexuales, cuatro transgénero y dos personas intersexuales. 

Esta muestra es muy importante porque con frecuencia no se logra capturar una cantidad de esta índole y tan variada en una muestra cuando se trabaja con población LGBTI. 

Este grupo poblacional es muy sensible y no quiere ser expuesto, trata de mantenerse en las sombras y prefiere tener sus casos de violencia bien ocultos, no mencionarlos, porque estos casos también generan vulnerabilidad.

Esta muestra tiene una edad promedio de 30 años, la edad mínima es 18 y la edad máxima es de 70 años. 

¿Cómo realizó la muestra? 

Vale la pena aclarar que en esta investigación se usaron dos instrumentos. El primero se llama IPVA, Intimate Partner Violence Attitude, que tiene 23 ítems, y busca medir las actitudes favorables y desfavorables que tienen las personas que lo llenan hacia conductas violentas, en este caso con su pareja. Este instrumento tiene tres sub-escalas que son abuso, control y violencia. 

La segunda escala que se utilizó fue el CTS-2, o Conflict Tactic Scale, que tiene 78 ítems, y lo que busca es medir la frecuencia de las estrategias que utilizan las parejas para resolver sus conflictos, sea por acuerdo o sea por agresión. Tiene varias escalas, que son la negociación cognitiva y la negociación emocional; la agresión psicológica menor y severa; agresión física menor y severa; coerción sexual menor y severa; y lesiones o daño menor y severo. 

¿Por qué surge la necesidad de realizar este estudio?

Este estudio surge por una necesidad grandísima de poder establecer rutas de acción en los casos de los que yo iba teniendo conocimiento en el consultorio y en otros espacios. La primera visualización formal que se dio en Colombia sobre la violencia que se da en este grupo poblacional fue en el año 2013. Empezaron a aparecer estadísticas de manera muy general y solamente se reportaron 405 personas pertenecientes a este grupo asesinadas en el país.

Es muy importante tener en consideración que los estudios que se han realizado sobre violencia de pareja, con mucha frecuencia se enfocan hacia el lado de una relación heterosexual, de personas cisgénero (cuando la identidad de género de la persona corresponde con el sexo asignado al nacer, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos) y son casos de violencia contra mujeres. En ese punto se genera un vacío conceptual y metodológico a la hora de poder enfrentar este tipo de situaciones de violencia que se presentan en las relaciones que se salen de las personas cisgénero heterosexuales. 

¿Por qué hace tanto énfasis en el concepto de personas cisgénero heterosexuales y la diferencia con los miembros de la comunidad LGBTI?

Comúnmente, las personas no conocen ni reconocen que las personas transgénero pueden ser heterosexuales u homosexuales; una cosa es la identidad de género y otra la orientación sexual. 

Es muy importante anotar que este estudio busca ver cómo las personas pertenecientes a la comunidad LGBTI pueden percibir o aprobar, de alguna manera, conductas violentas al interior de su pareja y qué estrategias utilizan para mediar las diferencias. 

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¿Qué encontró dentro de las características de este tipo de violencia? 

En primer lugar, confirmamos que, como ya se sabía, que sí hay presencia de violencia de pareja en la comunidad LGBTI, que las personas intersexuales aceptan y permiten este tipo de conductas en su cotidianidad y han ido naturalizando las conductas violentas al interior de su relación. 

¿Por qué permiten este tipo de violencia?

Con mucha frecuencia las personas pertenecientes a la comunidad LGBTI se han visto discriminadas de múltiples maneras, sobre todo a nivel social y religioso; esto ha generado conductas de aprendizaje, donde muchas personas LGBTI han aprendido que está bien ser violentadas porque lo han vivido a diario. 

En este caso podemos citar el ejemplo de las personas transgénero que se dedican a la prostitución; en estos casos existen altísimos índices de violencia por su labor. Se ha naturalizado que mientras están atendiendo a sus clientes, estos los golpeen y, si uno crece en un ambiente de violencia, esta será natural. 

¿Cómo dejar de naturalizar la violencia?

Este tiene que ser un proceso y un trabajo a nivel de comunidad. Es un poco difícil teniendo en cuenta que venimos de una herencia machista muy fuerte y arraigada; esto genera que las personas se queden con ciertas ideas sobre lo que debe ser y debe suceder con todas las personas. 

Desarraigar todos estos aprendizajes, que durante muchos siglos se han ido estableciendo es muy complejo. Sin embargo, una de las alternativas que se puede manejar es la visualización y poder comprender y compartir que hay personas que son diferentes. 

Es muy importante reconocer que el hecho de tener una orientación sexual diversa y tener gustos diferentes, no implica que seas una persona que pueda ser relegada o desplazada. Por el contrario, todos somos seres humanos, somos una misma comunidad y tenemos que acogernos. 

Es importante aclarar que en el estudio no estamos hablando de aumento o disminución de la violencia ni qué tipos de violencia se presentan, sino ante qué tipos de violencia hay actitudes favorables o desfavorables. Por eso podemos mencionar que en el caso de los intersexuales tienden a aceptar este tipo de conductas, que las personas transgénero, por ejemplo, aprueban la ejecución de conductas violentas hacia su pareja y que estas conductas dejan secuelas físicas y que las personas transgénero aprueban la recepción de acciones violentas y coerción sexual. 

¿Qué relación existe entre la violencia y la edad de las parejas de la comunidad LGBTI?

A mayor agresión física severa, hay mayor percepción de secuelas físicas y, por ende, una perpetuación de la violencia. Si tú permites que tu pareja te golpee y no haces nada, la próxima vez la cachetada puede venir acompañada de más agresiones. La violencia va 'in crescendo', siempre va volviéndose peor y la agresión será más severa si no se pone un límite y no se establecen las reglas de juego. 

Muchas personas no tienen presente esta situación y están envueltas en otras dinámicas como el apego y la dependencia y se mantienen en relaciones abusivas. En esta población particular, a mayor agresión hay mayores lesiones y hay más violencia... más carnal, más fuerte y visceral. Así pues, a mayor edad biológica, se genera una habituación más grande a proporcionar y recibir lesiones físicas.  

¿Qué otros indicadores se hallaron dentro del estudio? 

Entre más manifestaciones de violencia hay alrededor, las personas se habitúan más a recibirlas y a ejecutarlas, sobre todo las que son lesiones físicas. En la muestra había personas de hasta 70 años de edad y hallamos que estaban más habituados y les parecían más favorables las actitudes violentas; habría que ver en próximos estudios qué podría suceder. 

Otro indicador señala que a mayor tiempo de relación, es más fácil asimilar la presencia de secuelas físicas por cualquier tipo de maltrato; mientras más tiempo dures con tu pareja, se va naturalizando la presencia de violencia y se asume que la pareja genera coerción por cuidar de su pareja. 

Otro hallazgo está relacionado con el grado de escolaridad. A menor nivel estudiantil hay mayor presencia de abuso y de violencia. De igual forma, es muy importante comprender que a mayor negociación emocional y cognitiva, habrá menos índices de violencia. 

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Nota del editor: El estudio sobre el cual se desarrolló la entrevista se hizo a través de un diseño no experimental de tipo descriptivo de corte cuantitativo y transversal.  
 

Fuente:
LA FM