Gobernador del Meta atraviesa sufrida región para ayudar a campesinos y víctimas
Los humildes habitantes de la vereda del Duda vivieron en el epicentro donde crecieron las Farc.
No hay nadie en ese lugar que no haya sufrido el coletazo de la guerra. Campesinos, militares y policías, todos y cada uno cuentan su historia como en voz baja, con un miedo palpable y misterioso. En la Vereda del Duda (Meta) no hay luz, ni señal, ni vías, ni hospitales y apenas una escuela para siete veredas que se cruzan con un esfuerzo titánico, pues son horas de camino y de inclemencias climáticas.
A esta especie de mundo virgen, que de manera paralela puede mostrar la historia del país en toda su dimensión, fue donde se metió el gobernador del Meta, Juan Guillermo Zuluaga, quien se lanzó a la misión titánica de entrar al corazón de esas montañas, ríos deslumbrantes, laberintos espesos de selva y vegetación por donde los históricos de las Fuerzas Armadas Revolucionarios del Común (FARC) caminaron durante los 54 años en que le sostuvieron la guerra al Estado colombiano.
Por el enorme corredor natural que tiene caminos que llegan a Bogotá, Cundinamarca, Meta, Tolima y Huila, algunos de los principales miembros de esa guerrilla, entre ellos, 'Jacobo Arenas', 'Iván Márquez', 'Romaña', se reunieron a planear sus ataques terroristas. Al tiempo, sus tropas, que dominaban toda la región, abrieron caminos a la fuerza por esas zonas naturales a las que el Estado nunca les prestó mayor atención.
Después de andar durante 13 horas a lomo de mula y cruzar un río de aguas bravas sobre un canasto de metal, Zuluaga, quien fue acompañado por todos sus secretarios de gobierno, se encontró con una comunidad de campesinos sonrientes, que le agradecieron su presencia y la calificaron como un hecho "histórico", pues según dicen un político nunca se había atrevido a prestarles atención.
Luego de su llegada y una comida, empezó una reunión que el país le debía desde hace años a los campesinos del Meta, quienes contaron que no se sentían metenses ni colombianos, pues están tan apartados del mundo, tan adentro del olvido, tan ahogados en los recuerdos de los maltratos, que necesitan ayuda para volver a sentirse del país, algo que les recuerde que sus historias también son importantes.
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En medio de los testimonios sobre el sufrimiento, donde ellos hablaban de un sin fin de necesidades evidentes, carencias y un atraso que parece imposible en el siglo XXI, las lágrimas de algunos asistentes mostraron la impotencia de una charla postergada que ellos nunca pensaron que se pudiera concretar.
Zuluaga, que escuchó atentamente todos los pedidos, se comprometió a construir el puente sobre el río que él mismo cruzó con temeridad, y también prometió dar cuatro bestias a cada vereda, pues estos campesinos caminan durante días enteros y estos animales representan su salvación para sobrevivir.