Joven de Villapinzón brilló en festival de cine de la mano de Motorola
Yeisson García ganó con su corto ‘Un último abrazo’ en la categoría de aficionados, de SmartFilms 2019.
La recursividad y la imaginación premiaron a Yeisson García, joven nacido en Villapinzón (Cundinamarca), quien logró ganar en la categoría de aficionados de SmartFilms 2019, con su corto ‘Un último abrazo’.
Su participación en el festival de cine hecho con celulares fue muy destacada y también muy inspiradora, no solo para este joven cineasta, sino para todos aquellos que desean llevar su talento y sus sueños a la realidad.
El joven, de 23 años, brilló con un cortometraje hecho en ‘stop motion’ (animación fotograma a fotograma), que logró hacer, paradójicamente, sin tener un teléfono inteligente propio, y con el que compitió en la categoría patrocinada por Motorola.
La compañía especializada en electrónica y telecomunicaciones decidió apoyar la categoría de aficionados bajo el concepto llamado ‘Phone Life Stories’, a través del cual invitaron a los participantes a contar historias inspiradas en la desconexión que ha generado el celular del mundo que nos rodea y reflexionar sobre el uso que se les da a los smartphones para conectarnos con los que están lejos, sin desconectarnos de los que están cerca.
De hecho, Yeisson convirtió el famoso Motorola DynaTAC, el primer teléfono móvil del mundo, en uno de los elementos más importantes de la historia de su cortometraje, con lo que llevó a otro nivel el concepto de la categoría y su patrocinador.
Hacer ‘Un último abrazo’ no fue tarea fácil, pero gracias a su ingenio y la ayuda de sus seres queridos, el joven cineasta logró llevarlo a la vida real.
Fue uno de sus amigos de Villapinzón quien le prestó su smartphone para poder darle rienda suelta a su idea y grabar el corto, en el que se demoró casi tres meses y que realizó ‘con las uñas’, pues no tenía muchos recursos para hacerlo. Tenía la inspiración y el pleno convencimiento de hacerlo para poder participar por primera vez en el festival.
Yeisson vivió hasta los 11 años en el campo, su papá es agricultor y comerciante de gallinaza (estiércol de gallina que venden como fertilizante), y su madre es profesora de escuela. Siempre estuvo en contacto con el campo, algo que lo hizo ser recursivo ante las dificultades, tal como lo han hecho sus padres.
“Mis abuelitos y todos los de mi familia son del campo, crecí en el campo. Ahí nace la creatividad y la recursividad de buscarse lo que hay. Eso se lo agradezco a mi papá, esa recursividad para ver las maneras de hacer algo cuando no tienes los recursos, y claro, la perseverancia”, dijo el joven a La FM.
Esas ganas de cumplir sus sueños las llevó al máximo y se las ingenió para poder crear su corto. Se gastó 30 mil pesos en él y logró crear los personajes de la historia con lo que tenía a la mano: arcilla, alambre y madera. El set lo hizo en el tercer piso de su propia casa; construyó una especie de ‘Dolly’ (herramienta para realizar movimientos fluidos) con dos varillas, un tubo de pvc y un codo; colorizó las imágenes con papel celofán, y contó con la ayuda de un profesor para musicalizar su proyecto.
El proceso de realización fue largo y a la vez arduo, pues por la técnica que usó fueron muchas las horas que pasó regrabando para que todos los movimientos salieran perfectos.
A esto, se suma el hecho de que mientras hacia su corto, trabajaba simultáneamente con su padre, ayudándole con las labores del campo y, además, seguía estudiando en su carrera de Medios Audiovisuales en el Politécnico.
Al final, el resultado fue una historia conmovedora y llena de ingenio en la pantalla chica, que muestra lo que una persona es capaz de hacer por darle un último abrazo a un ser querido que ya no está.
“Yo me preguntaba: ¿Uno que está dispuesto a hacer para darle ese último abrazo a esa persona que no tiene a su lado? Ahí empieza a nacer el corto, que trata sobre la historia de un pianista que quiere darle vida a su papá que murió, por medio de la música y unos circuitos, para que le dé un último abrazo”, contó el joven, que hizo este corto pensando en su abuelo de 90 años, Marco García, con el que se crio y por el que siente un amor inmenso.
Además de la categoría de aficionados, en la que se destacó con la ayuda de Motorola, Yeisson ganó en la de animación, en la que competía con profesionales. Por su corto, el joven cineasta recibió un premio económico, que usará para cumplir su sueño de conocer el mar con su familia y seguir su carrera en el cine hasta tener su propia productora.
De esta experiencia, el joven de Villapinzón salió también con un mensaje contundente para las nuevas generaciones y para resaltar todo el talento que hay en el campo.
“Quise aprovechar el momento para dar un mensaje porque conozco a mucha gente del campo que es muy talentosa, pero no tiene los recursos ni el apoyo... Existe esa doble moral de ‘Ay, qué chéveres los campesinos’, pero se les burlan, son indiferentes, les hacen matoneo... Con esto también quería mostrar que soy del campo y que pude ganar, y puedo tener las mismas capacidades de alguien de la ciudad. Es mostrar que no importa de dónde venga uno, que lo importante son las capacidades y las ganas de salir adelante”, concluyó el joven, que ya trabaja en un nuevo guion para un próximo proyecto.