Un tesoro entre la basura, los avatares de Jazmín 22 años después
La historia de una mujer que halló vida entre escombros y lucha desde entonces.
La llegada de un hijo es para un gran porcentaje de mujeres el mejor regalo de la vida, independientemente de si es planeado, esperado o no. Sin embargo, a una mujer en Barranquilla este regalo le llegó a su vida de la forma menos usual y esperada.
Se trata de Jazmín Camargo, una mujer que después de dos hijos de 9 y 12 años y quien creía ya tener todo organizado en su vida, volvió a ser madre sin planearlo, sin pedirlo y sin siquiera haber engendrado esa vida, sin embargo, para ella fue un regalo que la vida le puso en el camino.
Pues como si se tratara de un regalo de navidad, la mujer recuerda cómo aquel 7 de diciembre de 1997 encontró cerca a su casa en Barranquilla una indefensa y desprotegida bebé, a quien no dudó en acoger en el seno de su amoroso hogar.
En diálogo con la FM la mujer relató que “por ser día de las velitas la gente acostumbra a estar en la calle hasta altas horas de la madrugada, por eso, hacia las 4:00 de la mañana, decidí salir nuevamente junto a mis hijos a prender más velas”. En medio de la algarabía decembrina llamó su atención un llanto que provenía del basural.
Salvando un gatico
Jazmín siempre se ha destacado entre sus familiares y conocidos por ser una mujer amorosa y que ayuda a los demás, por eso no dudó en acercarse al basural a salvar al gatico que lloraba. “Le comenté a mi esposo que iba a sacar el gatico porque se podía ahogar”. Pero su sorpresa al buscar al animalito le cambió la vida para siempre.
“Me acerqué y de una bolsa salía el llanto, pero al acercarme a mirar salieron unos pequeños pies y ahí me di cuenta que lo que lloraba no era un gatico sino una bebé. Yo me asusté, pero lo que hice fue recogerla y llevarla a mi casa porque estaba en un bolsa de basura, envuelta en un pañal de tela y llena de sangre”.
La mujer señala que luego de llevarla a su casa trató de limpiar la bebé y llamó a una vecina que trabaja como enfermera, quien se encargó de brindarle los primeras atenciones en cuanto a retirar la placenta y limpiar cordón umbilical.
“Ella (enfermera) me dice: ¡la niña se está muriendo! entonces yo agarré un taxi y me la llevé al hospital y allá los médicos me dijeron: Señora, ¿no le da pena?, esto es un aborto. Yo le dije: no señor, atiéndala que ella está respirando”, recuerda Jazmín. La pequeña bebé fue trasladada a un centro pediátrico donde quedó hospitalizada durante varias semanas debido a que el frio y abandono que recibió durante sus primeras horas de vida afectaron seriamente su salud.
Sin esperanza
Luego de las atenciones los médicos no dieron esperanza de que la niña lograra sobrevivir, “los médicos me decían que la bebe no se salvaba, que ella se moría. Ella solo se podía alimentar con un algodón humedecido”. Jazmín, pese a las cortas horas que la había tenido en sus brazos, se sintió destrozada y lo primero que le pasó por la cabeza fue ¿quién va a cuidar de una bebé abandonada y enferma durante estos días u horas que le quedan de vida?
Es por esto que –asegura- sintió la necesidad de proteger esa pequeña vida que había llegado a la suya como un regalo. Habló con su esposo quien pagaba EPS por su familia y le pidió que se hicieran cargo de la niña para que tuviera un servicio médico y atenciones dignas durante el tiempo que le quedaba de vida.
“Hablé con mi esposo para decirle que la registráramos. Él pagaba una muy buena EPS y quise que durante su corta vida le brindaran la mejor atención”, recuerda Jazmín.
“No sé si esté pecando, pero yo lo que hice para poderla sacar de la clínica fue buscar a una enfermera, la primera que la vio cuando yo la recogí, y ella me llenó un papel donde constaba que yo la había parido en mi casa y que ella me había atendido el parto; con este documento falso registramos a la niña como hija nuestra, bajo el nombre ‘Linda’, la sacamos del hospital y después mi esposo la incluyó a su EPS”, contó.
Pasaron los días, las semanas y, contra todo diagnóstico, la niña no falleció. La familia de Jazmín comenzó a acoplarse a esta nueva integrante a quien ya habían acogido como una hija y hermana más. Pero esta vida de nuevo tranquila y organizada les tenía una sorpresa.
Nuevo diagnóstico
Tanto Jazmín como su esposo y sus hijos comenzaron a notar que Linda crecía pero su desarrollo motriz mostraba características distintas, por lo que fue llevada a un chequeo y allí los médicos no dieron un buen diagnóstico, una parálisis afectaría el normal desarrollo de la niña; pero más allá de eso solo le daban, cómo máximo, cinco años de vida.
Este dictamen fracturó la relación en la familia, pues el esposo de Jazmín, pese al amor hacia ella y sus hijos les expresó que no podían hacerse cargo de una niña en estas condiciones, que sería un bebé para toda la vida y que esto cambiaría la vida de todos. Le aconsejó a la mujer entregar la niña a Bienestar Familiar, pues ya habían hecho lo suficiente por ella pero, manifestaba, que ya era hora de que los organismos encargados asumieran el caso y ellos pudieran continuar su vida.
Jazmín se negó rotundamente a la idea de entregar a Linda, ya hacía parte de su vida y se sentía como si fuera a abandonar a uno de sus hijos, así que lo convenció de continuar a cargo de ella.
“La niña o yo”
Pasó el tiempo y al cumplir Linda 4 años Jazmín recibió otro duro golpe en su vida, su esposo le dijo que estaba cansado, le insistió que entregara a la niña y le dio a escoger entre la niña o el. La mujer asegura que pese al infinito amor que siente hacia el papá de sus hijos no podía dejar a su Linda, “quien ya era mi hija y quien más necesitaba de mí. Entre ellos dos, Linda era quien necesitaba de mí y no la iba a exponer nuevamente al abandono”.
Tras la decisión, su esposo se separó de Jazmín ella continuó su vida sola, sacando adelante a sus tres hijos. Decidió marcharse de Barranquilla y llegó a Ocaña, donde con ayuda de vecinos y gente que ha ido conociendo su historia ha logrado suplir las necesidades de Linda, quien contra todo pronóstico ya cumplió 22 años.
Para Jazmín, la llegada de Linda nunca ha sido un problema, pues considera que fue un regalo de la vida. “Ella es mi amiga, mi compañía, yo soy la única que sabe cuándo tiene hambre, tiene sed o necesita algo”.
Y aunque su vida dio un giro de 180%, esta barranquillera dice sentirse afortunada con lo que llama su regalo, porque aunque soñaba con ser psicóloga, tuvo que abandonar sus estudios para dedicarse a los cuidados de Linda, quien será su bebé durante los años que le dure.