'A veces los perros no detectan los explosivos': erradicador de cultivos
RCN Radio acompañó la jornada de erradicación manual de cultivos ilícitos en las montañas de Nechí, en el departamento de Antioquia.
En las montañas de la vereda Santa Isabel, zona rural de Nechí (Antioquia), el trabajo de policías y soldados que participan en las jornadas de erradicación manual de cultivos ilegales inicia desde muy temprano.
"La salida del campamento es a eso de las cinco de la mañana, cuando comienza a aclarar el día. De ahí nos vamos directo a los cultivos que ya están señalados por la avanzada de la Policía", destacó uno de los erradicadores de cultivos ilícitos de esa zona del país.
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Con azadones, palines y bombas de fumigación manual, el equipo de erradicación abandona los cambuches improvisados que montan en la parte boscosa de la montaña: recintos fabricados con bolsas plásticas y carpas, con hamacas en los arboles del lugar y mucho cuidado, para no ser picados por algún insecto o alimaña que ponga en riesgo su vida.
Pero el verdadero peligro inicia cuando comienza su jornada de erradicación. Esto, a pesar de tomar todas las medidas de seguridad y la compañía de 'Toby', un perro especialista en detectar las minas 'antipersonal' que son instaladas por los grupos armados para proteger esos cultivos.
"Delante de nosotros van los guías caninos, los perros que están entrenados para detectar minas o algo que ponga en riesgo nuestras vidas", cuenta el erradicador mientras mostraba la forma de ejecutar su labor.
Sin embargo, eso no garantiza que no existan los riesgos, pues tal como señala el erradicador las cosas pueden fallar. "Hay casos en los que los perros pueden no detectar los explosivos y que todo termina mal", señaló el hombre con cara de admiración por lo grave que eso podría ser.
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Para disminuir los riesgos, el equipo de erradicación es acompañado por varios anillos de seguridad conformado por la Policía Nacional. "Ellos, tanto los miembros del ESMAD como los grupo de Carabineros, cuidan la zona y adelantan patrullajes en el sector, previo y durante la erradicación", indicó.
Al terminar la jornada, pasadas las cuatro de la tarde, el cansancio es inocultable. El sol recio y los 38°C de calor húmedo que hay en la zona los deja visiblemente agrotados, pero con la satisfacción del deber cumplido.
Y así, entre los recuerdos de la familia a que desean ver de nuevo, las risas de los chistes de momento y el agotamiento, termina un día típico en una tarea de alto riesgo.