Venezolanos relatan las humillaciones que sufren fuera de su país
Venezolanos que llegaron a probar suerte a Valledupar se han encontrado con el rechazo y malos tratos.
Ser migrante en Colombia dista mucho de quienes deciden viajar a probar suerte o buscar una mejor vida en Estados Unidos, Canadá o algunos países europeos como España o Italia.
En este país, la tasa de desempleo en el 2017 superó el 9.2% que había marcado la del año anterior. Eso sin hablar de la salud, un problema encostrado en una población acostumbrada a conseguir citas médicas y medicamentos a través de tutelas y toda clase de recursos legales de los que puedan echar mano.
Pero eso no ha sido argumento suficiente para frenar a miles de venezolanos que decidieron cruzar la frontera y venir al vecino país, así sea a una ciudad relativamente pequeña como Valledupar, una capital en crecimiento que en muchos aspectos parece insuficiente, incluso, para quienes nacieron en ella.
Por lo menos así lo contó una de las migrantes venezolanas que llegaron hasta este municipio, quien decidió dejar todo y venir a este país.
“Me decidí a venir porque, yo soy profesional graduada, licenciada en Enfermería. Trabajaba en el seguro social pero me ganaba 175 mil bolívares quincenales, que no me alcanzaban para nada, para nada, para nada. Y decidí aquí, vendiendo café, me va mucho mejor que ejerciendo mi profesión allá en Venezuela”.
Según cuenta Marta, migrante que se vino a la costa norte colombiana, 'ser mujer y venezolana parece que se entiende por muchos como un título tácito que te gradúa de prostituta'.
“Me refiero a que hay gente buena y hay gente mala. Hay gente que se equivoca, hay hombres que me preguntan. ¿Sólo vendes tinto?. ¿Y si te vas conmigo?. Yo te pago los termos. Eso me pone mal, a veces me pongo a llorar porque yo no vine a eso, yo vine a trabajar en otras cosas”.
“Me han dicho de todo, te pago los termos de café y te doy más y te vas conmigo”, ofreciéndole en ocasiones hasta cien mil pesos por un rato de sexo, destacó la mujer.
Pese al grave error, en ocasiones como lo cuenta Marta, hay que tragarse el orgullo, secarse las lágrimas y seguir tratando de conquistar ese ‘Colombian Dream’.
“Me ganaba 170 Bolívares en la quincena y lo último sacaba 700.000. No alcanza porque la inflación en Venezuela sube diariamente. Nosotros ganamos en bolívares y todo lo pagamos en dólares. Si el dólar sube, todo sube y, si el dólar baja todo queda igual”.
Pero el problema o lo difícil del momento no es sólo para las mujeres; siendo hombre, venezolano e indocumentado también tiene sus inconvenientes y el cerrado mercado laboral, le pasa su factura.
Así lo explicó Gerónimo, otro migrante que llegó a las ciudades del Caribe colombiano, en busca de una mejor vida.
“Empecé en Santa Marta, duré allá como tres meses, después las ventas fueron bajando. Yo me dedico a vender, soy vendedor entonces me vine para acá para Valledupar y desde entonces estoy acá. Pero cuando, por ejemplo ahorita las ventas están muy malas, me dedico a limpiar vidrios porque de ahí es de donde saco para la comida, el arriendo, para todo”.
A la crisis ya mencionada, a lo difícil que es iniciar de nuevo, hay que sumarle la xenofobia, esto por parte de algunos colombianos que los califican de oportunistas y regalados, tal vez porque cobran menos por realizar los mismos trabajos o porque algunos han llegado a delinquir.
“Hay gente que me trata mal, me dicen groserías, les echan vainas a los venezolanos pero todos somos humanos y merecemos el respeto y el derecho de cada uno. Todos somos iguales, les pido respeto. Yo he buscado trabajo pero prácticamente nos dicen que a los venezolanos no les dan trabajos. Mucha gente piensa que uno es igual a los demás, vienen es a robar pero no, uno viene a trabajar”, destacó Gerónimo.
Según migración Colombia al menos 1.500 venezolanos cruzan diariamente la frontera de Paraguachón, la Guajira cifra que agudiza la realidad de poblaciones ya críticas como Riohacha capital de ese departamento.