Boric descarta nueva constituyente en Chile: "Nuestro país seguirá con la Constitución vigente"
Aseguró que la política está en deuda con el pueblo de Chile y pidió a las fuerzas políticas respetarse y volver a encontrarse.
El presidente Gabriel Boric reconoció este domingo que “la política ha quedado en deuda con el pueblo de Chile", al admitir que fue incapaz de redactar una propuesta constitucional de consenso, y pidió a las fuerzas políticas "respetarse y volver a encontrarse".
"El país se polarizó, se dividió y, al margen de este contundente resultado, el proceso constituyente no logró canalizar las esperanzas de tener una nueva Constitución redactada por todos", indicó el mandatario, quien confirmó en cadena nacional que no impulsará un nuevo proceso constituyente.
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Acto seguido, afirmó que su gobierno no impulsará una nueva constituyente tras los resultados del plebiscito en contra de una segunda propuesta para reemplazar la Constitución vigente desde la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
"Con esto, durante este mandato, se cierra el proceso constitucional (...) Nuestro país seguirá con la Constitución vigente, porque luego de dos propuestas constitucionales plebiscitadas, ninguna logró representar ni unir a Chile en su hermosa diversidad", afirmó el mandatario izquierdista en una declaración desde la sede de gobierno.
Escrutados los votos del 99% de las mesas, la opción "en contra" logró el 55,75% de los votos, de acuerdo con Servicio Electoral (Servel), donde los electores rechazaron un texto con sello conservador, elaborado por un órgano liderado por la ultraderecha y la derecha tradicional.
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Mientras un 44,25% de los electores votó "a favor" de la iniciativa, que pretendía endurecer el trato hacia la migración irregular con la expulsión "en el menor tiempo posible" de quienes estén en situación irregular, y además, abría la puerta a la revisión de la ley del aborto.
El texto, que elaboró un consejo dominado por el Partido Republicano, es todavía más conservador que el heredado de la dictadura.
Las encuestas, que no podían divulgarse desde dos semanas antes de la elección, anticipaban un triunfo de la opción "en contra", aunque con un porcentaje de indecisos de dos dígitos que podía inclinar la balanza.