“Era uno más en el barrio”: amiga del papa Francisco recuerda su juventud
Para su amiga, la vocación del papa Francisco no surgió en el Vaticano, sino en las calles de su barrio.

La muerte del papa Francisco ha sacudido al mundo entero. En Argentina, su país natal, el dolor es profundo, especialmente entre quienes lo conocieron antes de que se convirtiera en el primer pontífice latinoamericano. Una de ellas es Arminda Aragón, hoy de 94 años, quien en conversación con La FM de RCN recordó con afecto al joven Jorge Mario Bergoglio, su vecino y amigo en Buenos Aires.
“Yo lo conocí de jovencito, imagínese que yo tengo 94, y en la época él tendría 13, yo tendría 17 o 19 años”, comenzó diciendo doña Arminda, con una voz entre la nostalgia y la emoción. “Era un jovencito alegre, muy católico, muy cristiano, muy entregado a la misión de demostrar a Jesús a los hombres”.
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La amistad de la familia Aragón con los Bergoglio fue cercana. Doña Arminda recuerda a Francisco trabajando desde niño por su comunidad. “Siempre lo recuerdo con otro compañerito en la puerta de la iglesia, en el atrio, en las esquinas de Flores, hablando de exceses y regalando libros”, dijo. “Era un muchacho simple, bueno, alegre y muy religioso”.
Para ella, la vocación del papa Francisco no surgió en el Vaticano, sino en las calles de su barrio. “Sí, sí, sí, él era muy religioso, era un chico realmente entregado a su misión apostólica. Me parece verlo todavía después de tantos años con esa mesita puesta en la vereda de flores de la iglesia, predicando el amor a Jesús”, agregó.
Doña Arminda también habló de la influencia de su familia, especialmente de su abuela. “Era una familia muy buena y él tenía mucha relación con su abuela. Creo que ella influyó mucho en esa fe que él tenía. Eso lo había escuchado de él”, afirmó.
Cuando se le preguntó por la sensibilidad social del papa, lo atribuyó tanto a su entorno familiar como a su vida austera y comprometida. “Él estaba al servicio del Señor. Nunca venía en auto, tomaba el subterráneo o el colectivo. Era uno más. No quería destacarse. Era simple, humilde y entregado a su misión apostólica”.
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La vida del joven Jorge Mario no se desligó nunca de su vocación. Arminda recuerda incluso los problemas de salud que enfrentaba, sin que eso interfiriera en su labor. “Tenía un problema en los pies, por eso debía hacerse zapatos especiales. Pero igual andaba con su mesita, sus estampitas, sus rosarios, haciendo misión”.
Aunque no tuvo contacto directo con él después de que fue elegido papa, asegura que siempre hubo un recuerdo mutuo. “De sacerdotes que viajaban al Vaticano, supe que él preguntaba por las Aragón. Siempre nos recordaba. Tenía una memoria increíble”.
Al preguntarle por el dolor que sentía Francisco ante las críticas, doña Arminda fue clara: “Como pasa en todos lados, tenía mucha gente que lo quería y también había mucha gente que no lo quería. Pero él seguía con su misión. No le tenía miedo a nadie. Él solamente temía no poder seguir a Jesús”.
La noticia de su fallecimiento tomó por sorpresa a Arminda, quien entre llamadas y recuerdos aún no ha logrado asimilarlo. “Todavía estoy tratando de tomar el desayuno porque son tantos los llamados... pero creo que el pueblo argentino está muy angustiado y muy sentido por esta pérdida tan grande de este papa que llegó desde el punto más austral del mundo”.
Con su testimonio, Arminda Aragón no solo revive a un líder espiritual, sino también a un joven comprometido con su fe, que desde su barrio ya sembraba lo que sería una vida de entrega total a la Iglesia católica.