Escasez de gasolina, la otra "pandemia" que golpea a Venezuela
Las fallas de distribución de gasolina han crecido exponencialmente, incluso más que los casos de coronavirus.
Venezuela ya lleva más de dos meses en cuarentena, casi el mismo tiempo que lleva registrando graves fallas en el abastecimiento de combustible, lo que ha provocado el colapso de las estaciones de servicio, así como largas filas alrededor de ellas.
Muchos ya piensan en vender sus vehículos, andar en bicicletas o transitar a pie, todo por la interminable escasez de combustible que ha llegado a niveles pandémicos, a propósito del coronavirus.
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La situación obliga a los conductores a pasar horas y hasta días esperando para tanquear, sin importar los riesgos a lo que a veces se exponen. Por ejemplo, en una de las principales autopistas de Caracas, desde la madrugada comienza a formarse una gran fila de vehículos que desemboca en una de las pocas estaciones de gasolina habilitadas en la capital venezolana.
“Esto es una humillación y una degradación, pudiendo aprovechar tu tiempo en otra cosa, aquí estamos arriesgado la vida, te pueden robar, te pueden chocar, te pueden atropellar”, señala Roberto Velazco, parado junto a su vehículo mientras pasan otros carros a toda velocidad.
Es uno de los centenares de conductores que están en la fila. La cuarentena no les impide salir, al contrario, los obliga, sin importar que muchos sean parte de la población de riesgo.
Víctor Silva es uno de ellos. Con 67 años dice estar obligado a salir a “echar gasolina” debido a que su vehículo es su fuente de trabajo, en momentos cuando no existe otra opción que producir.
“A comienzos de año, falleció mi esposa, me queda mi hijo y mis dos nietas, prácticamente quedé como cabeza de familia”, destaca, al tiempo que recuerda nunca haber vivido algo así.
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“Es horrible esta vaina, ni siquiera en el paro petrolero se veía esto”, puntualiza en referencia a la situación vivida en 2002, cuando la industria petrolera y la distribución de sus derivados se vio severamente comprometida, por la extensión por varios meses del llamado “Paro Cívico Nacional” convocado por la oposición.
Es su segunda vez en estas filas. En su primera ocasión, a finales de marzo, tardó unas 10 horas en tanquear. Hoy la situación es totalmente distinta.
“Fíjate, yo tengo que estar de hoy para mañana y yo estoy aquí desde las 10 de la mañana. La esperanza es el día siguiente, pidiéndole a Dios que si pueda echar, porque hay veces, que sí es muy larga la cola, no echas”, cuenta Manuel Alcalá de 65 años.
"Pandémica" escasez de gasolina en Venezuela
Al igual que Francis Núñez, de 38 años, quien junto con su hijo espera impacientemente en la fila, en lo que es su tercer intento por abastecerse.
“Uno puede pasar hasta dos días completos (en fila) y con suerte que no te echen gasolina. Puede que el guardia te diga, no te puedo pasar y pierdes toda tu noche y todo tu día”, lamenta.
Los venezolanos se enfrentan a muchas restricciones para poder surtirse de combustible. Pico y placa, toque de queda en algunas regiones, tener salvoconductos, incluso restricción en la cantidad de litros de combustible a surtir; todo esto ha generado distorsiones.
“Ellos te ponen un límite de litros, uno es el que tiene que cuadrar con el bombero (surtidor) para que te ponga un poquito más de gasolina o te llenen el tanque full y eso es en divisas, no en soberanos (Bolívares) o con una arepa”, apuntó.
Hasta hace unos meses, llenar un tanque de 40 litros a precio oficial representaba un centavo de dólar, pero hoy, con la venta ilegal instaurada, por los mismos 40 litros, un venezolano tendría que desembolsar entre 40 y 100 dólares. El precio por cada litro que ofrecen los “bachaqueros” oscila entre los 2 y 4 dólares, mayor a los de Hong Kong, que con $2,15 ostenta la tasa más alta por cada litro de combustible.
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“Me lo han ofrecido hasta en tres y cuatro dólares, que es un riesgo porque se dice que la mezclan con agua, y no sabes si después sale más caro. Prefiero hacer mi cola, los pocos dólares que uno tiene guardado uno los saca para comer”, relata Carlos Daniel Salazar, un joven de 24 años que acompañó a su madre en esta experiencia.
“Me la han ofrecido en $2, no lo puedo pagar y prefiero calarme mi cola, si no puedo surtir esperaré a la próxima semana”, contó Deymar Contreras quien está obligada a surtir combustible porque su esposo tiene una discapacidad y es imprescindible que su vehículo esté funcionando para poder transportarlo.
Un “negocio redondo” auspiciado por quienes custodian las estaciones de servicios, según denuncian los conductores, señalando a funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana, policías y los llamados colectivos, grupos del chavismo que tiene carta blanca para el control de las gasolineras.
“Ellos, en vez de apoyar que esta vaina no siga pasando, lo que apoyan es la sinvergüenzura, eso es real para ellos”, denuncia Joseph Perdomo, quien resalta entre los carros, con una pequeña moto.
“Esto es decepcionante, es como ver a una persona comiendo de la basura. Calarse una cola a ver si uno tanquea, es un insulto”, remarca, y cree que la situación se agudizará. “Yo parto de la lógica, todo lo malo que ha llegado a Venezuela, ha llegado para quedarse”, enfatizó.
Muchos tienen esta misma percepción por lo que ya se preparan para vivir una nueva realidad. “Esto cada día va para peor (...) El que tenga carro, que lo pare o lo venda”, dice, entre suspiros, Francis Núñez, mientras que Carlos Daniel Salazar es más pesimista.
“Vamos a llegar a un punto en el que vamos a tener que caminar, porque ni siquiera podemos comprarnos una bicicleta porque es costosa. Esto va para largo”, acotó.