Jeremy Corbyn, expulsado del grupo parlamentario laborista por escándalo sobre antisemitismo
Se estableció que bajo la dirección de Corbyn el partido minimizó, subestimó e ignoró las quejas de antisemitismo.
Pese a ser reintegrado en el Partido Laborista, su exlíder Jeremy Corbyn no será readmitido en el grupo parlamentario, una decisión a raíz del escándalo sobre el antisemitismo bajo su dirección que podría desatar una "guerra" en la formación opositora británica.
El laborismo ha sido acusado durante años de albergar en su seno actitudes antijudías tratadas con poca firmeza, que llevaron a la dimisión de varios de sus diputados y a críticas sin precedentes de líderes religiosos como el gran rabino del Reino Unido, Ephraim Mirvis.
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Pero la situación estalló a finales de octubre cuando la Comisión de Igualdad y Derechos Humanos, un organismo británico independiente, estableció que bajo la dirección de Corbyn el partido minimizó, subestimó o ignoró las quejas de sus miembros judíos y a veces interfirió para proteger a personas acusadas. En un informe, la comisión denunció acoso, discriminación y falta de voluntad para combatir esta lacra.
Defensor de larga data de la causa palestina y miembro del ala más izquierdista del laborismo, Corbyn había acabado reconociendo en 2018 que existía un "problema real" interno y él había sido "demasiado lento" en imponer sanciones.
Pero no bastó para calmar la indignación de los judíos británicos. Especialmente cuando, reaccionando al informe, este exsindicalista de 71 años defendió su gestión asegurando que "el problema fue dramáticamente exagerado por razones políticas por oponentes dentro y fuera del partido".
Esa respuesta llevó a su suspensión durante tres semanas para llevar a cabo una investigación sobre su conducta. El nuevo líder, el centrista Keir Starmer, un exabogado de 58 años que sucedió a Corbyn en abril, instó entonces al partido a evitar una "guerra civil".
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"Ataque político a la izquierda"
A raíz de su suspensión, Corbyn había recibido un firme apoyo de sindicalistas y miembros del ala más izquierdista del partido.
Apartar al hombre que relanzó la popularidad del laborismo, atrayendo a tantos nuevos miembros que lo convirtió en el mayor partido de Europa, amenazaba con reavivar las tensiones internas entre radicales y moderados.
Las aguas parecieron volver a su cauce este martes, cuando la directiva de la formación decidió readmitirlo en su seno. El exlíder afirmó en Twitter estar "feliz" y llamó a "vencer al gobierno conservador profundamente dañino" de Boris Johnson.
Pero Starmer, mantenido al margen de esta primera decisión que calificó de "otro día doloroso para la comunidad judía", optó un día después por no readmitirlo en la bancada laborista, pese a precisar que la medida puede ser revisada en el futuro.
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La respuesta de Corbyn al informe de la Comisión de Igualdad y Derechos Humanos "socavó y retrasó nuestro trabajo para restablecer la confianza en la capacidad del Partido Laborista para combatir el antisemitismo", afirmó.
Muestra de la tensión reinante, el actual líder y su predecesor no han hablado desde el día anterior a la publicación del informe, hace tres semanas, precisó un portavoz de Starmer. Corbyn fue informado de la decisión por un responsable parlamentario laborista.
Esta fue aplaudida por el grupo Laborismo Contra Antisemitismo, para quien "la autoridad de Keir Starmer había sido completamente socavada por el levantamiento ayer de la suspensión".
Sin embargo, para la organización Momentum, gran apoyo de Corbyn dentro del partido, su expulsión del grupo parlamentario "es un descarado ataque político a la izquierda en un momento en que los laboristas deberían estar unidos para enfrentarse a los tories".
"Un panel disciplinario encontró que Jeremy Corbyn no había violado ninguna regla, así que ahora Keir Starmer está inventando sobre la marcha", afirmó su copresidente Andrew Scattergood, abriendo más la brecha entre las dos alas.
El liderazgo de Corbyn, elegido en 2015, atrajo a miles de nuevos miembros al Partido Laborista, pero también creó división interna por sus ideas radicales. Dimitió tras sufrir una grave derrota en las legislativas del pasado diciembre contra el Partido Conservador de Johnson.