Libres y a la espera del juicio: Así va el proceso por la muerte de Diego Armando Maradona
Muerte de Diego Maradona ¿Homicidio o muerte natural? Esa es la pregunta que está resolviendo.
Siete personas han sido vinculadas hasta la fecha por el delito de homicidio doloso. Después de diez meses los familiares y representantes advierten por demoras en la justicia.
¿Homicidio o muerte natural? Esa es la pregunta que está resolviendo actualmente la justicia argentina, y sobre la que permanecen a la expectativa medios locales e internacionales, a poco de cumplirse el primer aniversario de la muerte de quien es considerado uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos.
En lo que constituye un nuevo episodio en la azarosa historia de casos sin resolver y que reposan en las estanterías de los abarrotados juzgados, el de Diego Armando Maradona es quizá uno de los más llamativos, puesto que allí se conjugan buena parte de los ingredientes que hacen de todo caso judicial una gran historia: un héroe nacional e indiscutible ídolo de multitudes que buscaba recuperarse por enésima vez de su adicción a todo tipo de excesos y una reciente intervención quirúrgica en la cabeza; una disputa de público conocimiento que involucra a sus familiares más cercanos, abogados, representantes y médicos; verdades a medias; ocultamiento de información; la presunta confabulación para hacerse con buena parte de su fortuna y más de una versión encontrada.
Desde hace cerca de un año no ha habido un solo día en el que no se conozcan nuevos detalles sobre los hechos que rodearon la muerte del autor de uno de los goles más polémicos en la historia de los mundiales, durante el épico encuentro contra la selección de Inglaterra en el que también se ocupó de marcar una de las anotaciones más bellas de las que se tenga noticia en los anales de la historia del fútbol.
Pese a que en un principio se aseguró que ‘El Pelusa’ había fallecido debido a un ataque al corazón, que en cuestión de pocas horas terminó de paralizar a quienes nos encontrábamos confinados por cuenta de la pandemia, las dudas respecto a la veracidad de los hechos que inicialmente dieron a conocer los medios de comunicación comenzaron a crecer como espuma, terminando de sumirnos en confusos sentimientos de admiración y tristeza, pero también de indiferencia y rencor, por parte de las decenas de centenares de malquerientes que no dudaron en celebrar el trágico epílogo de una persona consumida por sus tempranas glorias e inconmensurable fama.
Muchos no podían si quiera creer que El Diego ya no volviera a pisar nunca más el césped de un cancha de fútbol, poco tiempo después de su inesperado regreso al país para dirigir el emblemático club de Gimnasia y Esgrima de La Plata a comienzos de septiembre de 2019, tras su fugaz e irregular paso como entrenador de un equipo que no llegaba a media tabla en la segunda división de la liga mexicana, afincado en la capital del Estado de Sinaloa, célebre por ser la cuna de uno de los carteles más poderosos del narcotráfico y con muchos más aficionados al béisbol que al fútbol.
Su velorio y entierro fueron seguidos por millones de personas alrededor del mundo que en medio del obligado encierro siguieron el minuto a minuto de una transmisión televisada salpicada de memorables hechos como el emotivo abrazo entre los hinchas de Boca Juniors o River, que como es sabido por cualquier argentino, han sido desde siempre acérrimos rivales. Acompañado por un pequeño grupo de familiares y amigos ´el 10´ de todos los tiempos fue enterrado en el Jardín Bella Vista, un cementerio privado y con acceso restringido, situado en inmediaciones de la ciudad capital.
Una vez que el discreto cortejo emprendió el camino de regreso a casa y se puso fin a la transmisión, nuevas especulaciones sobre las posibles causas del astro cobraban más fuerza, a partir de las múltiples declaraciones de quienes conformaban el círculo más cercano del ex seleccionador argentino y estuvieron a cargo de su cuidado como parte de su proceso para recuperarse de la compleja operación a la que debió someterse para tratar un hematoma en la cabeza.
Gracias a la inconsistencia de las primeras versiones sobre una posible negligencia por parte del equipo médico a cargo, en distintos medios de comunicación comenzó a ventilarse la hipótesis de que la muerte en realidad se habría tratado de homicidio, en la medida que cada vez había más dudas que interrogantes.
Con el correr de los días los medios argentinos decidieron poner sobre la mesa la hipótesis del homicidio. ¿La razón? Según diversas versiones de expertos invitados a hablar sobre el caso en los múltiples programas matutinos de información y entretenimiento, nada cuadraba.
Sin embargo, no fue sino hasta enero de 2021 que los fiscales Laura Capra, Patricio Ferrari y Cosme Iribarren abrieron la instrucción criminal para vincular al médico neurocirujano Leopoldo Luque y la psiquiatra Agustina Cosachov por el delito de homicidio culposo por omisión o negligencia: una imputación considerada como gravísima, sustentada en pruebas médicas, peritajes toxicológicos y registros de chats almacenados en los teléfonos celulares.
En una de las conversaciones, Luque escribe a un amigo: “El gordo se va a cagar muriendo”. Además del tono grosero con el que se refiere a su paciente, se logró establecer que el mensaje fue enviado de manera simultánea al momento en que los paramédicos hacían ingentes esfuerzos para reanimar a Diego, quien supuestamente había sido encontrado en condiciones muy graves por la enfermera.
Aunque se trataba de un hombre que se debatía entre la vida y la muerte nada pudo hacerse, de acuerdo con las distintas versiones, entre las que la de una psicóloga que llegó al poco tiempo ha sido determinante tras reconocer haber mentido en sus primeras declaraciones a las autoridades a cargo de investigar el caso, puesto que la pequeña habitación a la que fue trasladado, contraviniendo las recomendaciones para tratar a este tipo de pacientes, carecía de implementos básicos como tanque de oxígeno o un desfibrilador que permitiera realizar las maniobras de resucitación que permitieran atender una emergencia en forma inmediata.
Pese a los graves problemas de salud asociados a hipertensión, obesidad, aparte de su delicada convalecencia, Maradona tampoco contaba con la supervisión de un cardiólogo, o de un médico que estuviera pendiente de supervisar el estado de su maltrecho hígado, consecuencia de décadas de excesos.
Fue así como comenzó a circular la versión de una mala praxis médica y abandono que además de atentar contra principios éticos fundamentales, serían el fundamento para abrir una investigación formal con connotaciones penales, que un mes después conduciría a la imputación de cargos por el delito de homicidio culposo, estableciendo como presuntos responsables del hecho al psicólogo Carlos Díaz junto con los enfermeros Dahian Gisela Madrid y Ricardo Almirón.
Las investigaciones y peritajes realizados hasta ahora han logrado establecer que todas estas personas estuvieron con Maradona doce horas antes de su fallecimiento y que durante este este lapso habrían incurrido en una omisión en su cuidado, desencadenando la muerte del ídolo argentino. La hipótesis originó una ola de protestas en varias ciudades de Argentina y los seguidores del ‘Pelusa’ se hicieron sentir para exigir justicia.
Posteriormente los nombres de la médica coordinadora Nancy Forlini y el coordinador de enfermeros Mariano Perroni, señalados de ocultar información fundamental sobre el estado de salud de Maradona y las labores de reanimación realizadas cuando sufrió el primer infarto, se sumaron al voluminoso expediente.
La base de estas acusaciones era un informe médico que advertía sobre el “inadecuado, deficiente y temerario cuidado” que recibió el ‘Pelusa’ y que lo llevaron a agonizar durante horas. Teniendo en cuenta sus antecedentes, la junta médica conformada especialmente para este caso concluyó que el exfutbolista debía haber sido internado en una clínica y no en su domicilio.
“Considerando el cuadro clínico, clínico-psiquiátrico y el mal estado general, (el paciente Diego Armado Maradona) debió haber continuado su rehabilitación y tratamiento interdisciplinario en una institución adecuada”, conceptuó en su momento una junta médica integrada por 22 peritos, quienes consideraron que tras la delicada operación el exfutbolista no se encontraba en total uso de sus facultades mentales, requería atención especializada y un control constante con los equipos adecuados, los cuales no se encontraban en la residencia a la que fue trasladado.
Once meses después de la apertura de investigación los ocho procesados se encuentran en libertad y a la espera de que se fije la fecha para el inicio del juicio, mientras que los familiares de Maradona insisten en sus reclamos por la lenta administración de justicia, además de insistir en el hecho de que el caso podría quedar en la impunidad debido a las dilaciones que se han presentado hasta ahora.