ONU exige a Ejército en Birmania parar "de asesinar" a manifestantes
Bachelet dijo que está consternada ante la represión que se ha dado en ese país tras el golpe de Estado.
La Alta Comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet, pidió este jueves al ejército birmano que deje de "asesinar" a los manifestantes, en cuyas filas hubo al menos 54 personas muertas y más de 1.700 detenidas desde el 1 de febrero.
"Es odioso que las fuerzas de seguridad disparen munición real contra manifestantes pacíficos en todo el país. Estoy consternada también por los ataques registrados contra el personal médico de los servicios de emergencia y las ambulancias que intentan socorrer a las personas heridas", dijo Bachelet en un comunicado.
"El ejército birmano debe dejar de asesinar y de encarcelar a los manifestantes", agregó la expresidenta chilena, quien conoció en primera persona la detención y la tortura en su país y cuyo padre, Alberto Bachelet, murió detenido, torturado.
La Alta Comisionada indicó que pudo corroborar que 54 personas fueron abatidas por policías y militares desde el golpe de Estado, el pasado 1 de febrero. No obstante, el balance real de muertos podría ser mucho más alto, advirtió la ONU.
De esos 54 casos documentados, al menos 30 personas fueron abatidas en varias ciudades el pasado miércoles. Otra persona murió el martes; 18, el domingo; y cinco, en días anteriores, según Naciones Unidas.
Además, "informaciones creíbles indican que al menos centenares de personas fueron heridas en las manifestaciones", explicó la Alta Comisionada, aunque matizó que es complicado establecer un balance.
Asimismo, más de 1.700 personas fueron arrestadas de forma arbitraria, al menos 700 de las cuales el miércoles, por haber participado en protestas o en actividades políticas, según la ONU.
Entre estas personas figuran parlamentarios, activistas políticos, escritores, defensores de derechos humanos, docentes, profesionales sanitarios, funcionarios, periodistas y monjes.
Los birmanos volvieron a protestar en las calles del país pese al miedo, al día siguiente de la represión más sangrienta desde el golpe de Estado militar que dejó al menos 38 muertos, según la ONU.
En Rangún, la capital económica, se formaron pequeños grupos. "Estamos unidos", corearon los manifestantes, protegidos detrás de barricadas construidas con viejos neumáticos, ladrillos, sacos de arena, bambú y alambre de púas.
No lejos de allí, los comerciantes trataban de vender rápidamente su mercancía. "Es peligroso permanecer aquí. La policía y el ejército disparan también en las calles. Más vale regresar a casa y volver a salir de noche", contó a la AFP un vendedor de comida.
"Ayer fue un día horrible (...) Es muy triste constatar que el ejército birmano no ha cambiado" después de 60 años, dijo a la AFP la activista Thinzar Shunlei Yi, quien continuará protestando en San Chaung, un barrio de Rangún.
Los transeúntes caminaban sobre carteles del jefe de la junta Min Aung Hlaing, pegados en el suelo, un ardid para molestar a las fuerzas del orden que no osarán hacer lo mismo.
El ejército parece más determinado que nunca a apagar los vientos de revuelta que soplan en el país desde el golpe de Estado del 1 de febrero contra el gobierno civil de Aung San Suu Kyi.