Tailandia se tiñe de negro para despedir a su soberano más longevo
Tailandia vive hoy con rezos, ceremonias y vestida de negro la primera jornada de luto por la muerte ayer del rey Bhumibol, cuyo hijo y heredero, Vajiralongkorn, ha abierto un paréntesis de duelo antes de acceder al trono.
El féretro del fallecido monarca partió a las 16:32 hora local (9:32 GMT) en procesión del hospital Siriraj de Bangkok, donde el soberano falleció el jueves a los 88 años, para ser trasladado hasta el palacio real, y dar comienzo a los ritos funerarios.
Los restos de Bhumibol, también conocido como Rama IX, fueron transportados en una furgoneta tras ser colocados por un séquito de médicos y enfermeras, con el abad del templo real de Bowonnniwet al frente, que los bajaron desde la planta 16 del centro donde falleció.
El príncipe heredero, Vajiralongkorn, encabezó la comitiva seguida por cientos de miles de tailandeses, que desde anoche habían tomado posiciones a lo largo del recorrido.
Los tailandeses aguantaron este viernes el tórrido sol que golpeó a la capital y que obligó a las asistencias médicas a trabajar a destajo para atender los numerosos desvanecimientos entre las personas congregadas para despedirse del rey.
"He venido en lugar de quedarme en casa porque quiero vivir este momento. Quiero despedirme (del rey) en persona", declaró a Efe el tailandés Suwit Nauamsiri, de 30 años, en las cercanías del hospital y al que acudió la víspera para rezar por el alma del monarca.
Muchos tailandeses rompieron en llanto al pasar la caravana con los restos mortales de Bhumibol, considerado "una figura paterna" por sus seguidores quienes aseguran "trabajó sin descanso por el bien del país y sin pedir nada a cambio".
"El rey lo es todo para Tailandia y las cosas que hizo para el pueblo tailandés no se pueden describir en palabras", declaró a Efe con lágrimas en los ojos Noppador Thaveesri, de 28 años de edad.
La mayoría de los devotos acudieron ataviados de negro, mostrando fotografías del rey u ondeando banderas de la Casa Real.
"Sabía que estaba muy enfermo, pero nunca pensé en su muerte. Siempre esperé que se recuperara. Para los tailandeses era el líder de la nación y siempre estará en nuestros corazones", comentó entrecortada por la emoción Nongnuch Meedee, quien asegura guardará luto durante un año.
La procesión culminó con la colocación del féretro en la sala del trono, donde Vajiralongkorn presidirá la ceremonia del baño del difunto, el primero de una larga serie de rituales funerarios que culminarán con la cremación en una fecha aún por decidir.
El traslado del féretro es el acto más destacado del primer día de luto oficial que Tailandia vive por la muerte de Bhumibol, que puso fin a su largo reinado de 70 años.
En todos los edificios oficiales la bandera ondea a media asta, tal como ordenó para todo un mes el primer ministro, el general Prayut Chan-ocha, que conminó a todos los funcionarios a vestir de negro durante el período de luto que fijó en un año.
Toda la prensa del país publica hoy sus ediciones digitales y de papel utilizando solo el blanco y negro, mientras que todas las televisiones emiten la misma programación reportajes sobre el rey y el boletín oficial de la Casa Real.
El presidente del Consejo Privado Real, Prem Tinsulanonda, de 96 años, asumió las funciones de regente después de que Vajiralongkorn, pidiera ayer pasar un periodo de duelo antes de ser proclamado sucesor de su padre y ascender al trono, indicó el vicepresidente del Asamblea Nacional, Pirasak Pochit.
"Sus hijos, que somos nosotros, vamos a seguir sus pasos y enseñanzas (...) Tras su muerte, Tailandia se unirá y será un país mejor", dice la universitaria Kewali Fakthong, de 19 años, quien como la mayoría de los tailandeses no ha conocido otro monarca.
El fallecimiento del reverenciado soberano, elevado a un estatus casi divino durante su imperio, abre una serie de interrogantes sobre el futuro de Tailandia debido a que Vajiralongkorn, de 64 años, ha vivido gran parte de su vida en el extranjero desconectado de los quehaceres de la Corona y no ha heredado la popularidad de la que gozó su padre.