Viceministro de Maduro no responde si puede comprar carne, pero defiende su reelección
Arnaldo Sánchez, viceministro de Masificación deportiva de Venezuela, no ve la crisis que ve el planeta.
Arnaldo Sánchez, viceministro de Masificación deportiva de Venezuela, defendió en LA FM al régimen de Nicolás Maduro, ahora que empieza otro periodo de gobierno de seis años desconocido por la comunidad internacional.
Según dijo, el país está bien, con crecimiento económico y las dificultades que ha tenido su país se dan por cuenta de un bloqueo económico. De 31 años de edad, el viceministro dijo que su padre es taxista retirado, su madre cocinera retirada y que, pese a las dificultades, el gobierno de Maduro va bien.
Sánchez dijo que en Venezuela no se podía comprar carne hace muchos años. Al consultarle si ahora sí se puede, bajo la administración de su jefe Nicolás Maduro, respondió: "Aquí no se podía comprar carne. Hoy en día, pese a las dificultades, el gobierno está garantizando los Clap (Comités Locales de Abastecimiento y Producción)". Cabe anotar que los Clap han sido objeto de señalamientos por los múltiples hechos de corrupción alrededor del mismo.
Arnaldo Sánchez, viceministro de Masificación deportiva de Venezuela
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, asume este jueves un segundo período de seis años, considerado ilegítimo por gran parte de la comunidad internacional, con un país en ruina y cada vez más aislado. Maduro, de 56 años de edad, jura ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y no en el Congreso, único poder no oficialista.
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Coincidiendo con la investidura, la Organización de Estados Americanos (OEA) celebrará una sesión extraordinaria para abordar la situación de Venezuela. La Unión Europea (UE), Estados Unidos y el Grupo de Lima -de 14 países-, desconocieron la reelección de Maduro en los comicios del pasado 20 de mayo, adelantados por la oficialista Asamblea Constituyente y boicoteados por la oposición, que los consideró un fraude.
La UE y el Grupo de Lima -excepto México- no enviarán representantes a la ceremonia, a la que acudirán los presidentes de Bolivia, Cuba, El Salvador y Nicaragua y delegados de otros países aliados como China, Rusia y Turquía. Heredero político del líder socialista Hugo Chávez (1999-2013), el exchofer de bus y exsindicalista gobierna con mano fuerte tras haber sacado del juego a sus adversarios, con el control institucional y el apoyo de los militares, a quienes dio enorme poder económico.
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"Agonía" o "prosperidad"
"Yo soy presidente", se lee en afiches que cuelgan en céntricas calles de Caracas, adonde el oficialismo movilizará este jueves a sus partidarios. No obstante, la desesperanza y resignación se palpan en muchos venezolanos, asfixiados por la peor crisis que haya sufrido en su historia moderna el país con las mayores reservas petroleras del mundo. "Esto va a alargar más la agonía que hemos vivido en los últimos años. Todo ha decaído gravemente, los bienes y servicios básicos cada día son más inalcanzables. Nos sentimos atados de manos", dijo a AFP la enfermera Mabel Castillo, de 38 años.
Expertos auguran un agravamiento de la debacle socioeconómica. Además de la escasez de comida y medicinas, los venezolanos lidian con una una hiperinflación que según el FMI alcanzará 10.000.000% en 2019. En lo que considera la migración más masiva de América Latina en décadas, la ONU calcula que 2,3 millones de venezolanos salieron del país desde 2015 y estima que esa cifra subirá a 5,3 millones en 2019.
Durante el gobierno de Maduro, la economía se redujo a la mitad y se contraerá 5% en 2019, según el FMI; además, el país y su petrolera cayeron en default y la producción de crudo, fuente de 96% de los ingresos, se redujo a 1,4 millones de barriles diarios, la más baja en 30 años.
Pero el presidente promete bienestar: "Me comprometo a realizar los cambios que hacen falta en Venezuela para (...) la prosperidad económica", dijo el miércoles.
Sin cambio en el horizonte
Su reelección provocó una seguidilla de sanciones de Estados Unidos y la UE contra el círculo de poder, y los analistas prevén mayor presión internacional, en momentos en los que se afianzan en América Latina gobiernos conservadores. En la víspera de su investidura, el mandatario socialista advirtió al Grupo de Lima que tomará medidas diplomáticas "enérgicas" si en 48 horas no rectificaba su posición sobre Venezuela.
Con el apoyo de Washington y la excepción de México, el Grupo de Lima -en el que ya debutó el gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro- emitió el 4 de enero una declaración en la que le pidió no tomar posesión y pasar el poder al Parlamento, lo que Maduro calificó de intento de golpe de Estado. Previo a la investidura, el Legislativo, que celebró el comunicado del Grupo de Lima, lo declaró "usurpador", se proclamó como único poder legítimo y anunció que impulsará un "gobierno de transición".
"Si la Constituyente, para enfrentar el golpe de Estado, la sedición y la ilegalidad de la asamblea burguesa decidiera en algún momento adelantar las elecciones (de 2020) al Parlamento: ¡Amén!", amenazó Maduro. Los analistas no ven cambios en el horizonte, con una oposición fracturada y disminuida, y una población frustrada y temerosa de movilizarse en las calles, que opta por abandonar el país. "Si bien el inicio del nuevo mandato profundizará ligeramente el aislamiento, es poco probable que altere significativamente la dinámica de la política interna", aseveró Eurasia Group.
No obstante, previendo que se estreche el cerco y continúen las sanciones, Maduro se ha acercado más a sus aliados, entre los que se cuentan además Irán y Corea del Norte.