Con bebés robots buscan reducir embarazos adolescentes en Antioquia
Los menores tienen la oportunidad de experimentar la responsabilidad de ser padres.
Cien bebés robots han sido entregados a 1.700 jóvenes, entre los 12 y 16 años en Caldas, Sur del Aburrá. Los muñecos tienen los comportamientos de un bebé: lloran cuando tienen hambre, frío o sueño. Durante una semana, los adolescentes viven en carne propia lo que ser padres.
Los adolescentes, de manera voluntaria, se llevan los bebés para su casa y asumen la responsabilidad de cuidarlos. Algunos reconocen que los muñecos lloran tanto, que no los dejan dormir y han tenido que dejar de salir con amigos.
"Llegué a mi casa y el bebé empecé a llorar. Me daba impotencia porque al principio no sabía qué hacer ni qué tenía. En la madrugada, me despertó mucho. En ocasiones, mi mamá tenía que ir a levantarme porque tenía mucho sueño. Luego empezaba a buscar las necesidades del bebé. Yo me cohibí mucho de salir para no ir con él. Esto me enseñó que no estoy preparado para tener un bebé", dijo el menor de 15 años.
Más información: ¿Marvel es una religión? App crea versículos bíblicos sobre los Avengers
A dos años de la novedosa campaña, los embarazos adolescentes en el municipio pasaron de 179 en 2016 a 141 en 2018, para una reducción del 30 por ciento. En lo corrido de 2019, van 55 casos, entre ellos, dos niñas menores de 14 años.
El alcalde de Caldas, Carlos Durán, destacó la experiencia de los jóvenes y los importantes resultados. "El propósito es que que experimenten, de manera clara, qué es tener un bebé, cuáles son sus responsabilidades y que entiendan que ser padres no es nada gracioso. Es una campaña muy particular, que nos ha dado muy buenos resultados".
El mandatario expresó que "el municipio venía con muchos problemas de madres solteras. La iniciativa, nos sirve para dictarles capacitaciones y prevenir más embarazos prematuros".
Lea además: Voz en Audios de WhatsApp con esta fórmula se pueden cambiar
La campaña se adelanta en las instituciones educativas de Caldas. A los estudiantes les ponen una manilla con un sensor, para que el bebé identifique quién lo está cuidando. Así, evitan que familiares del joven asuman su responsabilidad. Los participantes y sus padres tienen el acompañamiento de psicólogos y asisten a talleres.