"En Colombia el fútbol se ha usado para tender cortinas de humo sobre impunidad de verdugos"
En New York Times, Alberto Salcedo así hizo un paralelo entre las lágrimas del fútbol y los “nubarrones” de la actual violencia en el país.
“La verdadera derrota de Colombia”. Así de contundente es el título del columnista Alberto Salcedo en el diario New York Times sobre la actual situación que se vive en Colombia.
En medio del lamento generalizado por la derrota de la Selección a manos de Inglaterra en el Mundial Rusia 2018, muchos han olvidado cómo en varias regiones del país volvió a sentirse la amenaza de grupos armados en contra de líderes sociales, maestros y periodistas. Al respecto, Salcedo exhorta a los colombianos a tener los ojos abiertos y ahorrarse las lágrimas del fútbol para estar alertas de lo que está pasando.
“Hoy sucedieron en Colombia varios hechos trágicos que me obligan a poner esta derrota deportiva en su justo contexto. Hoy se conoció que en el Cauca, lugar donde nació Yerry Mina, autor del gol colombiano, fueron masacrados siete campesinos. En la región Caribe fue asesinado un dirigente comunal mientras veía el partido. Antes, una profesora había sido amenazada de muerte por un comandante paramilitar. Hace poco, en Medellín, varios asaltantes ingresaron en la vivienda de un periodista y hurtaron sus archivos y equipos de trabajo. En lo que va de 2018 han sido asesinados noventa y ocho líderes sociales”, recordó el columnista.
En ese sentido, Alberto Salcedo insistió en que por el amor al fútbol no se puede pretender pasar por “seres insensibles” porque “en Colombia el fútbol se ha usado, históricamente, para tender una cortina de humo sobre la impunidad de los verdugos”.
Puso de ejemplo para su afirmación el caso de los militares que habían perpetrado una masacre de trabajadores rebeldes en la United Fruit Company en diciembre de 1928. Dos meses después –el 4 de febrero de 1929– esos mismo uniformados recibieron a la selección del Magdalena que venía de coronarse campeona en los Juegos Nacionales, y, por petición de los jugadores, liberaron a varios huelguistas que estaban presos.
O por ejemplo cómo el Gobierno que no quería establecer un torneo de fútbol en Colombia, en 1949 –poco después del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán– dio su visto bueno para la inauguración del campeonato mientras se vivía un crítico periodo de violencia en el país.
“Ahora, cuando Colombia está volviendo a su guerra reciclada de siempre, sería frívolo lamentar una eliminación deportiva que viene a ser una minucia en comparación con el fracaso histórico del país. Propongo que, al menos por esta vez, nos ahorremos las lágrimas del fútbol. Necesitamos mantener los ojos despejados para interpretar mejor los nubarrones que se ciernen sobre nosotros”, remató Alberto Salcedo en la columna que hoy pasó a ser una profunda reflexión sobre el acontecer nacional.