Hace tres décadas el narcotráfico quiso silenciar a El Espectador
Este 2 de septiembre se cumplen 30 años la explosión de un camión cargado con 60 kilos de dinamita en la sede de El Espectador, en Bogotá.
El Espectador se reponía del asesinato de su director, Guillermo Cano Isaza, silenciado por el narcotráfico 32 meses antes, el 17 de diciembre de 1986, al salir de las instalaciones del diario a bordo de su carro Subaru.
La mañana del 2 de septiembre de 1989, cuando el reloj marcaba las 6:43 de la mañana, un camión cargado con 60 kilos de dinamita explotó en la sede de El Espectador en Bogotá. La mafia volvía a atentar contra la sociedad colombiana; de nuevo hería al periodismo.
Alfonso Cano, asesor de diseño de El Espectador y sobrino de Guillermo Cano, recuerda que ese día iba en su carro por la calle 26 de Bogotá, regresaba del aeropuerto, escuchó un estruendo y supuso que era una bomba. "Volteé a mirar a la derecha y empecé a ver el humo. Cada vez que me acercaba más a la 68, iba diciendo: 'esto está como cerca del periódico, ¿será que pasó algo allá?'. Y de pronto, cuando fui tomar la oreja de la 68, vi que efectivamente parecía venir de allá".
[Video] 30 años de la bomba a El Espectador
Llegó a las instalaciones y la explosión era una realidad. Mientras tanto, en las afueras de Bogotá estaba su primo y actual director del diario, Fidel Cano Correa, que recuerda que le avisaron, y de inmediato se dirigió al periódico. A ese punto llegó la familia Cano a ver la destrucción e inclusive a cuestionarse por la estabilidad del diario.
Y es que no era la primera vez que el narcotráfico los dejaba en riesgo; por el contrario, fue una seguidilla de afrentas a su labor. Comenzó en 1986, con el asesinato del corresponsal en el Amazonas. Las mafias los desafiaron, los quisieron silenciar, pero eso no fue un obstáculo para este periódico de principios liberales, que nació en Medellín, Antioquia, hace 132 años.
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Guillermo Cano había descrito en su columna ‘Libreta de Apuntes’ los riesgos que enfrentaba Colombia con los carteles de la droga. Luego se atrevió a publicar una foto Pablo Escobar de 1976, cuando había sido capturado por transportar sustancias ilícitas.
Por eso, en 1989, uno de los años más violentos de la historia de este país, El Espectador fue un blanco: asesinaron a Héctor Giraldo Gálvez, abogado de la familia Cano y periodista del diario, colocaron la bomba y asesinaron a tres gerentes en Medellín, Miguel Soler, Martha Luz López y Hernando Tavera.
Sin embargo, esto no fue obstáculo. Fidel Cano lo denomina como un día como de renacimiento: "empezó a llegar la gente, empezaron a llegar escobas y canecas, todos nos pusimos a barrer, a limpiar un sitio de trabajo".
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Jorge Cardona Alzate, actual editor general, pese a que no trabajaba en esa época en el diario, rememora que José Salgar, como codirector, publicó una edición en medio de los escombros: "fue una decisión muy valiente, no solo de seguir adelante, sino de animar a sus redactores, a la gente de Medellín que había que dar la pelea contra el Cartel de Medellín".
Y es que El Espectador circuló el domingo 3 de septiembre con su emblemática portada '...¡Seguimos adelante!', una edición corta, a blanco y negro, que representó su fortaleza ante la desgracia. Ahora, tres décadas después, el periódico evidencia lo que dijo Guillermo Cano en 1982: “es un periódico viejo en años, pero joven, muy joven, en su desarrollo ideológico y material”.