Cómo identificar a un mentiroso compulsivo

La mitomanía, también conocida como pseudología fantástica o mentira patológica, es un trastorno psicológico que implica una conducta repetitiva de mentir. Estas personas suelen mentir para obtener admiración, evitar un castigo o justificar un incumplimiento.  

Este comportamiento adictivo puede estar asociado a una personalidad insegura, falta de habilidades sociales, ansiedad y baja autoestima.  

Le puede interesar:  Hombre demandará a 27 mujeres por hablar mal de él en redes: les pide $3.000 millones

La mitomanía no debe confundirse con mentir ocasionalmente, ya que se refiere a una condición patológica.  

"Los mitómanos sienten la necesidad de construir mentiras detalladas y elaboradas, que ellos mismos se creen", explica la psiquiatra Laura Villamil. 

Se observan síntomas característicos que incluyen la tendencia a exagerar los eventos en los que están involucrados, con el objetivo de presentarse como héroes o víctimas. Además, no muestran arrepentimiento incluso cuando se descubre la mentira, y pueden reaccionar con enojo ante la duda de otros sobre su versión de los hechos. 

Lea también:  El mes en el que más se terminan relaciones y hay más divorcios

Señales que delatan a un mentiroso compulsivo 

• Varía los detalles de una misma historia o narra de manera diferente en cada ocasión. 

• Exagera de manera considerable eventos cotidianos con el fin de dramatizarlos y presentarse como el protagonista. 

• Expresa hostilidad o frustración cuando se cuestiona acerca de sus relatos exagerados. 

• Nunca admite haber mentido, incluso cuando la falsedad es evidente, y se mantiene firme en su versión. 

• Carece de sentimientos de culpa, arrepentimiento o vergüenza después de repetir mentiras de manera sistemática. 

• Muestra ansiedad y tiene la tendencia a mentir más en situaciones estresantes. 

• Inventa nuevas mentiras para respaldar y mantener coherencia con sus falsedades anteriores. 

“Vivir en un entorno donde los padres mienten constantemente también puede ser un factor de riesgo, ya que los niños aprenden el comportamiento”, indica la Dra. Villamil.