Destinos de los más ricos del mundo para recibir Año Nuevo; la noche supera los $50 millones

En estas festividades de fin de año, el mundo del turismo se fusiona en destinos que van más allá de lo convencional. Mientras muchos celebran en sus residencias principales, los más adinerados optan por escapar hacia lugares emblemáticos, donde el lujo y la exclusividad se entrelazan con la magia de la Navidad y el Año Nuevo.

Según explican varios expertos en el mundo de los grandes patrimonios a Business Insider, el turismo de élite encuentra su refugio en enclaves selectos como Suiza, donde chalets de lujo en Gstaad o Verbier se convierten en santuarios para las festividades. Estaciones de esquí como Kitzbühel, en Austria, que atraen a personalidades de renombre internacional como David y Victoria Beckham o los distinguidos príncipes Guillermo y Kate Middleton.

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Por otro lado, las costas caribeñas se tornan el escenario predilecto para aquellos que desean huir del frío invernal. San Bartolomé brilla con la llegada del Año Nuevo, recibiendo a magnates como Jeff Bezos y a flotas de yates propiedad de figuras como David Geffen, Barry Diller y Sergey Brin.

Sin embargo, no todo gira en torno a la nieve o al cálido sol playero. Los ricos alquilan villas privadas, pagando exorbitantes sumas que pueden alcanzar los 40.000 dólares por noche, buscando exclusividad y privacidad en medio de la naturaleza salvaje en lugares protegidos como Ol Jogi en Kenia o la isla de Saanane en Tanzania. 

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Para aquellos que buscan una experiencia sin preocupaciones, complejos turísticos como Jumby Bay en Antigua, presumiblemente hogar temporal de Oprah Winfrey y Richard Branson, se erigen como opciones destacadas. Aquí, el confort y la atención personalizada son el sello distintivo, con habitaciones que superan los 2.700 dólares por noche y villas que alcanzan los 13.300 dólares por noche.

En esta búsqueda incesante por lo excepcional, algunos de los ultraricos miran más allá. La órbita se convierte en el último capricho de esta casta de multimillonarios, como señala Pollard Bayme, quienes "buscan expandir los límites del turismo de élite más allá de cualquier frontera terrenal".