Brasil recomienda la cloroquina e hidroxicloroquina para tratar el COVID-19
Aunque su eficacia no se ha probado y tienen graves efectos colaterales, el mandatario brasileño presionaba para que se extendiera su uso.
Brasil, que registró un récord de 1.179 personas por coronavirus en las últimas 24 horas, abrió este miércoles la puerta al uso de la cloroquina e hidroxicloroquina en casos leves de COVID-19.
El Ministerio de Salud de Brasil publicó este miércoles un nuevo protocolo sobre el tratamiento para los pacientes con COVID-19 que extiende el posible uso de cloroquina e hidroxicloroquina, dos medicinas aún sin eficacia demostrada, a los pacientes menos graves y que están con los primeros síntomas.
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La modificación del protocolo venía siendo defendida desde la semana pasada por el presidente, Jair Bolsonaro, y provocó la renuncia el viernes del ministro de Salud, Nelson Teich, quien divergía con el líder ultraderechista sobre las estrategias para combatir al COVID-19 en Brasil, el tercer país con mayor número de casos en el mundo.
Pese a que la eficacia de los dos antipalúdicos aún no ha sido demostrada científicamente y a que tienen graves efectos colaterales, como arritmia cardíaca, el mandatario brasileño presionaba para que su uso fuera extendido a todos los pacientes y no sólo a los que se encuentran en estado grave.
El protocolo revocado preveía el uso de cloroquina tan sólo en pacientes graves y críticos, ya ingresados en unidades de cuidados intensivos, y sometidos a observación médica en hospitales, lo que permitía suspender el tratamiento si presentan arritmia cardíaca.
El nuevo protocolo, pese a admitir que las medicinas no tienen eficacia comprobada, incluye "orientaciones" para suministrarlo a los pacientes en todos los niveles de la enfermedad.
El documento prevé el uso de cloroquina combinado con azitromicina, en dosis diferentes según el avance del tratamiento y el estado del paciente, desde que sea autorizado por un médico y tras el análisis de los exámenes.
"Pese a ser medicinas usadas en diversos protocolos y de poseer actividad contra el coronavirus demostrada en laboratorio, aún no hay estudios clínicos más completos y multicéntricos que comprueben el beneficio inequívoco de estas medicinas para tratar el COVID-19", reconoce el protocolo.
De esa forma, agrega, "su prescripción queda al criterio del médico" desde que el paciente, necesariamente, declara su voluntad de recibirlo.
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De acuerdo con el documento, el paciente tiene que firmar un término de consentimiento en el que admite tener conocimiento que las medicinas pueden causar efectos colaterales "como reducción de glóbulos blancos, disfunción del hígado, disfunción cardíaca y arritmias, y alteraciones visuales por daños en la retina".
El nuevo protocolo fue publicado un día después de que la Asociación de Medicina Intensiva Brasileña, la Sociedad Brasileña de Infectología y la Sociedad Brasileña de Neumología desaconsejaran el uso de la cloroquina.
Según un informe elaborado por 27 especialistas de las tres entidades, las evidencias sobre la eficacia de la cloroquina y sus derivados para tratar el COVID-19 son "débiles" y la medicina, en cambio, tiene graves efectos colaterales.
De acuerdo con el exministro de Salud Luis Henrique Mandetta, la insistencia de Bolsonaro en forzar el uso de cloroquina para tratar a todos los pacientes puede provocar muchas muertes.
"Comenzamos a experimentarla con pacientes graves que ya están en los hospitales. Por lo que sé de esos estudios, que aún no concluyeron, el 33 % de los pacientes tuvo que suspender el uso de cloroquina porque presentaron arritmia, algo que puede generar un paro cardíaco", afirmó.
Mandetta afirmó que la intención de Bolsonaro con su apuesta por la cloroquina es que las personas piensen que pueden volver al trabajo porque ya existe un remedio.
El líder ultraderechista es uno de los gobernantes más escépticos sobre la gravedad de la pandemia, ha llegado a calificar el COVID-19 como una "gripecita" e insiste en criticar las medidas de distanciamiento social adoptadas por gobiernos regionales para frenar la pandemia y en pedir la normalización de las actividades.
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