La falta de trancones en Caracas evidencia su crisis de movilidad
Los recorridos, que hasta hace un lustro duraban hora, se han reducido a minutos mientras que la decadencia se apodera del transporte.
La migración y la cantidad de vehículos fuera de circulación han provocado que los trancones o las “colas infernales”, como se le dice en Venezuela, sean cosa del pasado, principalmente en Caracas, la más poblada.
A la par, las crecientes fallas en transporte público, bien sea superficial o subterráneo, ha generado un caos en la movilidad que padecen a diario los venezolanos.
Se estima que, en toda Venezuela, el parque automotor está compuesto por unos cuatro millones de vehículos, pero entre 20 y 40% está fuera de circulación, bien sea porque sus dueños emigraron o por la falta de repuestos o de presupuesto para repararlos.
Celia Herrera, presidente de la Sociedad Venezolana de Ingeniería de Transporte y Vialidad, considera que se está en presencia de una “involución”, que ha provocado grandes transformaciones.
“El cambio más notorio fue a partir de 2013, que empezó un decrecimiento obvio en el parque automotor circulante y nuestro gran, problema que era el caos vial de Caracas y la congestión de 2007 ya no es tal. Al no ser por hechos sobre la vía, no consigues cola. Un recorrido que tardabas una hora, hoy lo puedes hacer en 10 minutos”, destacó.
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Dijo que la modernidad que arropó a la llamada 'Venezuela Saudita' de la década de los 70 poco a poco se fue perdiendo, incluso retrocediendo a mediados de siglo XX.
“Éramos la envidia de toda América Latina por los avances logrados. Si contrastáramos (…), hemos retrocedido a la década de los 60, porque en términos de infraestructura de servicio, y en calidad transporte público y de la oferta, no es comparable a lo que sería una Venezuela pujante en vías de desarrollo”, lamentó.
Una situación que ha sido objeto de estudio a nivel internacional, especialmente del Banco Mundial, que emitió un informe que da cuenta de la precariedad en Venezuela, comparada con los países más pobres de África.
“En un ránking de 137 países sobre la calidad del transporte e infraestructura a nivel de la percepción de los usuarios, Venezuela esta ubicado en el puesto 127, por encima del Sudán del Sur, un parámetro de referencia de cómo ha desmejorado” acotó.
Mejor quedarse en casa
Múltiples calificativos dan los usuarios del transporte público, desde “pésimo” hasta “caótico”, y es que según la plataforma Transporte Unido por Venezuela, existe 80% de paralización en la flota.
La situación alcanza, en mayores términos, al famoso Metro de Caracas, en algún momento sinónimo de avance, hoy de decadencia. Según la ONG Familia Metro, existen alrededor de 165 unidades subterráneas, de las que solo 90 están operativas.
En la calle la gente lo resiente, como Alexandra Marie, una ama de casa que aguarda pacientemente que llegue al punto de parada 'la camionetica', como tradicionalmente los venezolanos llaman a los autobuses. “El transporte es pésimo, ahorita vengo del metro y es terrible…Hoy que salí fue terrible, hace 17 años era diferente”, señaló.
Henry Guerrero, joven estudiante de administración, recuerda que si se toma algún vagón del metro, se enfrenta a que no hay aire acondicionado y “siempre hay retraso, el día que no haya retraso, sorpresa” y alerta que si anochece, “más allá de la 7 de la noche, casi que en ningún lado vas a encontrar transporte”.
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Isabel Méndez, costurera de 72 años, contó que todavía se “atreve” a salir a la calle a trabajar porque la crisis la obliga. Debe tomar dos unidades de transporte público y recorrer varias estaciones en el metro para llegar a su destino, una experiencia “horrible”.
“Míreme, a mi casi me matan en el metro, no puede uno salir, me agarraron el bolso, eso es horrible… Igualito, la camioneta es terrible, la tercera edad no la toman en cuenta, si las abuelitas no tienen la plata completa, las bajan”, relata alterada.
En otro punto de la ciudad al sureste, Lennys Pacheco, de 24 años, describe el “largo paseo” que tiene que hacer de lunes a viernes.
“Es caótica, todos los días paso agonía (…) Tengo que salir siempre una hora y media antes de mi casa y a veces me puedo tardar hasta dos horas en la cola para esperar la camioneta. El metro es otro caos, a veces tarda 15 o 20 minutos parado en una sola estación”, expresa con preocupación.
Todo este panorama se agudiza por el precio excesivo de los boletos, desde el punto de vista de los usuarios, pero más que insuficiente para los transportistas.
En promedio son 700 bolívares, unos cinco centavos de dólar, el más bajo de la región; pero si se compara con el salario mínimo actual, que supera los dos dólares y medio, un pasajero podría dejar el 75 % de su sueldo en 22 días hábiles de trabajo.