Los "daños irreparables" de otro referéndum sobre el Brexit, según Reino Unido
Un 52% de británicos votó a favor de salir de la Unión Europea en un referéndum convocado en junio de 2016.
La celebración de un segundo referéndum sobre el Brexit causaría "daños irreparables" a la legitimidad política, según advertirá a los diputados la primera ministra británica, Theresa May, decidida a seguir adelante con su acuerdo de Brexit
Una nueva consulta popular "entrañaría daños irreparables para la integridad de nuestra vida política", es el argumento de May ante el creciente impulso que la idea está ganando en un Reino Unido donde pocos parecen satisfechos con el acuerdo sellado con Bruselas al término de 17 meses de difíciles negociaciones.
"No rompamos la confianza del pueblo británico organizando otro referéndum" sobre el Brexit, debía decir por la tarde ante la Cámara de los Comunes, según extractos de su discurso divulgados por Downing Street.
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Por su parte, el excanciller conservador Boris Johnson, uno de los principales defensores del Brexit, afirmó que quien considere un segundo referéndum está "loco". "Un segundo referéndum provocaría sentimientos de traición instantáneos, profundos e inenarrables", escribió el lunes en su columna semanal del Daily Telegraph.
Un 52% de británicos votó a favor de salir de la Unión Europea en un referéndum convocado en junio de 2016 por el anterior primer ministro conservador, David Cameron, quien estaba convencido de que ganaría la opción de permanecer en el bloque.
Casi tres años después, el país debe salir de la UE el próximo 29 de marzo. Sin embargo, no ha logrado aún ratificar un acuerdo que permita hacerlo de forma ordenada y beneficiando de un periodo de transición para llevar a cabo los innumerables ajustes necesarios.
La Cámara de los Comunes debía votar el 11 de diciembre sobre el texto de 585 páginas sellado en noviembre por la jefa de gobierno con sus 27 socios europeos. Pero ante la evidencia de que sería ampliamente rechazado, un día antes May decidió anular la sesión de ratificación, aplazándola hasta enero. Y volver a discutir con los líderes europeos.
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Sin embargo, la respuesta que recibió en la cumbre europea de la semana pasada es la imposibilidad de una nueva negociación y que debe ser más precisa en su petición de algún tipo de "garantías" para satisfacer al parlamento.
"Dividiría aún más"
El acuerdo choca con el rechazo de la oposición laborista, los centristas liberaldemócratas, los nacionalistas escoceses, los unionistas norirlandeses del DUP –en cuyo apoyo se basa la mayoría parlamentaria de May— y más de un centenar de conservadores rebeldes.
Su punto más conflictivo es el denominado "backstop", o "red de seguridad", ideado para evitar la reinstauración de una frontera dura en la isla de Irlanda por temor a debilitar el Acuerdo de Paz de 1998, que puso fin a 30 años de sangriento conflicto.
Los defensores del Brexit temen que este mecanismo mantenga a Reino Unido indefinidamente atrapado en las redes europeas.
Los proeuropeos defienden, por su parte, que las condiciones de este acuerdo son peores que las que tiene actualmente el país como miembro de la UE.
El propio gobierno de May reconoció que cualquier modalidad de Brexit resultará negativa para la economía británica, aunque advirtió que la peor opción sería dejar el bloque sin acuerdo, lo que sumiría al país en una crisis de enormes proporciones.
En este contexto, el ex primer ministro laborista Tony Blair (1997-2007) consideró el viernes que si los diputados "no pueden ponerse de acuerdo, lo lógico es volver a dar la voz al pueblo".
Este comentario fue muy mal recibido por la jefa del gobierno, quien el lunes se disponía a subrayar ante los parlamentarios que una segunda consulta "dividiría aún más a nuestro país, precisamente en un momento en el que nosotros trabajamos para unirlo".
Sin embargo, el simple hecho de que su comparecencia, oficialmente destinada a informar sobre el desarrollo de la cumbre europea, se centrara en rechazar la organización de un nuevo referéndum era interpretado por algunos como la confirmación de que esta idea, hasta hace poco considerada imposible, gana fuerza en un país al borde del caos.