Misteriosas mutilaciones de caballos desata alarma en Francia
Las motivaciones de los autores siguen siendo un misterio, lo único claro es la pluralidad de los autores y de modus operandi.
Preocupados por la serie de mutilaciones de caballos registradas en los últimos meses en Francia, los propietarios y responsables de cuadras tratan junto con la policía de proteger a sus animales de estas agresiones misteriosas que no les dejan dormir.
Desde hace varios meses, las autoridades han registrado casos de caballos muertos y una veintena de animales con las orejas cortadas o los genitales mutilados o con laceraciones en varias regiones de Francia.
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Las motivaciones de los autores siguen siendo un misterio. ¿Odio a los animales? ¿Actos de alguna secta? ¿Desafío macabro en internet? ¿Causas naturales en algún caso? Los investigadores no tienen ninguna pista.
Lo único claro, dice a la AFP el coronel Hubert Percie du Sert, coordinador de la subdirección de la policía judicial de la gendarmería francesa es "la pluralidad de los autores y de modus operandi".
Esta incertidumbre preocupa a los propietarios. "Es estresante pensar '¿ocurrirá algo esta noche?' Cuando llegamos pronto por la mañana nos preguntamos con qué nos encontraremos", dice Didier Fruchet, administrador de un club en el norte de Francia que cuenta con unos 80 animales entre caballos y poneys.
"Conocemos todos nuestros caballos a la perfección, prácticamente vivimos 24 horas con ellos, por lo que estamos muy preocupados por lo que está pasando", confiesa.
Ante esta amenaza invisible, ha instalado dos cámaras de vigilancia que filman o fotografían los objetivos en movimiento.
La gendarmería ha reforzado las rondas. "Hay cierta psicosis que se instala en la gente", dice Sebastien Lucchina, jinete de la Guardia Republicana, antes de precisar que en su localidad, L'isle-Adam (norte), no ha habido aún ningún caso de estos ataques misteriosos.
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Un poco más al oeste, en los confines de la región de Vexin, al noreste, las antorchas iluminan el silencio de los campos en una cuadra cercana a un bosque.
"1,2,3...", murmura Audrey Bernay, la gerente, que verifica que están todos los animales en tres parcelas. Cada noche, con su pareja, efectúa dos rondas para asegurarse de que sus animales están bien.
Como otros, la cuadra trata de mantenerse discreta y el panel publicitario que señalaba su entrada ha sido retirado en espera de días mejores.
En las redes sociales, algunos internautas se erigen en justicieros y otros comparten informaciones que no siempre están verificadas, alimentando los rumores.
"Después del covid, los gerentes están desesperados", dice una jinete de Yvelines, en la región de París, que prefiere que su club permanezca en el anonimato. Los gerentes han puesto candados en los portales y han instalado células de detección conectadas al teléfono.
"Estoy agobiada. Tengo problemas para dormir y cuando me despierto estoy angustiada por miedo a que haya pasado algo y que no hayamos oído", dice por su parte Peggy. Su caballo y su poney viven en una pradera detrás de su casa, en un pueblo aislado de Yonne, no lejos de donde se produjo una de las mutilaciones.
Como todos los amantes de los caballos, a Peggy le gustaría que esta saga macabra terminase y sobre todo, "entender el porqué".