Nuevas restricciones en Suecia ante insistente pandemia de Covid
La recomendación llega luego de que el mismo gobierno y las autoridades de salud fueran escépticas del uso del tapabocas.
El Gobierno sueco anunció hoy que prolongará hasta finales de enero el cierre de los institutos, adelantará la prohibición de vender alcohol y establecerá restricciones al número de clientes en distintos establecimientos, además de recomendar por primera vez el uso de mascarillas en ciertas situaciones en el transporte colectivo.
En los restaurantes suecos solo podrá haber cuatro comensales por mesa a partir del día 24, y la venta de alcohol estará permitida hasta las 20:00 horas (dos horas antes de la restricción actual), mientras que en tiendas, centros comerciales y gimnasios se fijarán límites máximos de clientes.
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"Si no se consigue el efecto planeado, el Gobierno cerrará esas actividades", advirtió en rueda de prensa el primer ministro sueco, Stefan Löfven.
Todos los empleados públicos no esenciales deberán trabajar desde sus casas hasta el 24 de enero, una recomendación que se extiende también a la empresa privada.
"La pandemia es una cuestión de vida o muerte: tú te puedes contagiar, la persona con la que te encuentras puede enfermar", dijo en la misma comparecencia la viceprimera ministra, Isabella Lövin.
El cierre de los institutos, que se empezó a aplicar desde el día 7, se extenderá dos semanas más hasta el 24 de enero, anunciaron las autoridades suecas.
Escepticismo con las mascarillas
Durante esa comparecencia se anunció que la Agencia de Salud Pública (FHM) recomendará a partir de enero el uso de la mascarilla en algunas situaciones, por ejemplo en el caso de desplazamiento en transporte público en hora punta.
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La FHM se había destacado hasta ahora por su escepticismo hacia las mascarillas, que solo recomendaba en usos hospitalarios o en residencias de ancianos, una postura que siempre ha justificado por sus posibles efectos negativos hacia el mantenimiento de la distancia social, aunque hace meses que se abrió a la opción de aconsejar su utilización en el futuro si la situación lo requería.
"La mascarilla puede, en opinión de las autoridades y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), ser una opción en ambientes donde no se pueden evitar las aglomeraciones. Pero nunca debe verse como un sustituto o una alternativa a guardar la distancia", dijo el director de la FHM, Johan Carlson.
Giro a la estrategia sueca
Suecia se destacó desde el inicio de la pandemia por una estrategia más laxa respecto al coronavirus, con alguna prohibición y muchas recomendaciones apelando a la responsabilidad individual, cerrando los institutos y universidades pero no las escuelas, ni restaurantes, bares o comercios.
El hecho de que Suecia fuera el más castigado entre los países nórdicos, con una tasa de mortalidad cinco veces superior a la de Dinamarca y diez a las de Noruega y Finlandia, provocó críticas a la estrategia sueca y acusaciones de que el objetivo real era lograr la inmunidad de rebaño, aunque la FHM siempre ha asegurado en público que esa sería un efecto, no un objetivo en sí.
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En la segunda ola han aumento los contagios y la presión sobre la Sanidad y el Gobierno ha adoptado en el último mes y medio un papel más activo y ha impulsado muchas más restricciones, como limitar las reuniones públicas a ocho personas, el cierre del ocio nocturno a las 22.30 y establecer la enseñanza virtual en institutos y universidades hasta enero.
Suecia ha registrado en las últimas 24 horas un nuevo récord de 9.654 contagios, para un total de 367.120 casos, y 100 muertes, con lo que la cifra final asciende a 7.993.
"Pienso que hemos fracasado. Hemos tenido una gran cantidad de personas que han muerto y eso es terrible. Es algo con lo que todos sufrimos", dijo el rey Carlos XVI Gustavo en unas declaraciones difundidas ayer por la televisión pública SVT.
Una comisión encargada por el Gobierno había presentado un día antes un informe provisional sobre la gestión de las residencias de ancianos durante la primera ola de la pandemia; en él se utiliza también la palabra "fracaso" y se denuncian fallos estructurales, lentitud en la acción de las administraciones y falta de medios y de personal.
Suecia tiene una tasa de mortalidad por covid-19 de 77,51 por 100.000 habitantes, muy superior a la del resto de países nórdicos, aunque por debajo de las de Italia, Reino Unido, España o Francia, según el recuento de la universidad estadounidense John Hopskins.