Vuelven las manifestaciones en en Bielorrusia en contra de Lukashenko
Luksahenko señala que las manifestaciones están instigadas desde el exterior y puso en estado de alerta al Ejército.
Los detractores del presidente bielorruso volvieron a salir a la calle este domingo en Minsk, en una nueva manifestación que busca mantener la presión contra el régimen, confrontado a un movimiento de protesta histórico.
En el poder desde hace 26 años, Alexandr Lukashenko, de 65 años, prometió que iba a "resolver el problema" de las manifestaciones que, según él, están instigadas desde el exterior, y puso en estado de alerta al Ejército, acusando a la OTAN de maniobrar ante sus fronteras.
Miles de personas, entre ellas trabajadores de la importante fábrica de tractores MTZ, se dirigían hacia el centro de la capital, Minsk, con banderas blancas y rojas, los colores de la oposición.
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En el centro de la ciudad, otros miles gritaban "Libertad" y "Lukashenko al furgón policial". En los alrededores, se desplegaron numerosas fuerzas antidisturbios, con cañones de agua.
Poco antes del inicio de la marcha, el ministerio del Interior advirtió contra las concentraciones "ilegítimas" y pidió a las ciudadanos que actuaran con "sensatez".
El ministerio de Defensa advirtió que, en caso de incidentes cerca de los memoriales de la Segunda Guerra Mundial, donde han tenido lugar las protestas en estas últimas dos semanas, los responsables tendrán que vérselas "no con la policía, sino con el ejército".
La oposición espera repetir lo ocurrido el 16 de agosto, cuando organizó en las calles de Minsk la mayor manifestación de la historia del país, con 100.000 participantes, para denunciar lo que consideran la fraudulenta reelección a la presidencia de Lukashenko, una semana antes.
La líder de la oposición bielorrusa, Svetlana Tijanóvskaya, que considera haber ganado la elección, dijo sentirse "muy orgullosa porque después de 26 años de miedo, los bielorrusos están dispuestos a defender sus derechos".
"Les pido que continúen, que no paren, porque es realmente importante seguir unidos en la lucha por nuestros derechos", agregó Tijanóvskaya, una exprofesora de inglés de 37 años, que se ha refugiado en Vilna, capital de Lituania.
Hasta ahora, el presidente bielorruso se ha mantenido firme en su posición. Aunque cuenta con el apoyo del ejército, la policía y los servicios secretos, algunos de sus aliados en los medios de comunicación estatales y en empresas publicas, lo han abandonado. Este domingo, sus partidarios también prevén manifestaciones de apoyo.
"Maniobra de distracción"
El sábado, el presidente visitó las unidades militares desplegadas en Grodno, cerca de la frontera polaca, donde denunció el movimiento de protesta, instigado "desde el exterior", y ordenó "medidas más estrictas para defender la integridad territorial de nuestro país".
Asimismo, afirmó que había constatado "importantes maniobras de las fuerzas de la OTAN en la proximidad" de las fronteras bielorrusas, en Polonia y Lituania, y anunció que el conjunto de las fuerzas armadas bielorrusas fueron puestas en estado de alerta.
La Alianza Atlántica desmintió haber reforzado su presencia en el lugar y aseguró que esas afirmaciones no tienen "ningún fundamento".
Para la opositora Tijanóvskaya, esta decisión del jefe del Estado es una "maniobra de distracción para que no prestemos atención a nuestros problemas internos".
Las autoridades bielorrusas han abierto una investigación contra el "consejo de coordinación" formado por la oposición por "atentar contra la seguridad nacional". Este órgano fue creado esta semana con el fin de impulsar una transición política tras las elecciones.
En el plano internacional, Rusia expresó su apoyo a Lukashenko, pese a unas relaciones tensas entre Moscú y Minsk en los últimos meses, y advirtió contra cualquier forma de injerencia occidental.
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La Unión Europea (UE) prevé por su lado sanciones contra el poder en Bielorrusia. En este sentido, el jefe de la diplomacia europea, el español Josep Borrell, declaró que la UE debe tratar con Lukashenko, aunque no reconozca su legitimidad, y lo comparó con el presidente venezolano Nicolás Maduro.
"Desde este punto de vista, Maduro y Lukashenko están exactamente en la misma situación. No reconocemos que hayan sido legítimamente elegidos. Sin embargo, nos guste o no, controlan el gobierno y tenemos que seguir tratando con ellos, a pesar de no reconocer su legitimidad democrática", indicó Borrell en una entrevista este domingo al diario español El País.