¿Tristes en Bogotá? Quienes viven cerca al mar son más felices, revela estudio
Bogotá no tiene mar, pero tiene ciclovía, decía un comercial muy recordado por los bogotanos.
"Bogotá no tiene mar, pero tiene ciclovía", esa popular frase que quedó en la memoria de cientos de miles de bogotanos que en la década de los noventa escucharon repetidas veces cuando el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD) quería promocionar la ciclovía de la capital del país.
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Si bien la ciclovía es una actividad que muchos bogotanos disfrutan, y el eslogan buscaba generar que los ciudadanos no envidiaran el mar de otros lugares, lo cierto es que vivir cerca al mar parece no tener comparación.
Y es que un estudio revelado recientemente sostiene que las personas que viven cerca al mar, son más felices que aquellos que viven en ciudades que no lo tienen cerca, como es el caso de Bogotá.
El estudio sobre la felicidad y el mar
Un reciente estudio llevado a cabo por la Universidad Estatal de Michigan revela que vivir cerca del mar beneficia significativamente la salud mental y el bienestar general. Esta investigación, que analiza los beneficios psicológicos de los espacios azules frente a los verdes, confirma que la exposición al entorno marino reduce el estrés y promueve un estado de calma.
Amber L Pearson, coautora del estudio y profesora asistente de Geografía de la salud, destacó que la exposición al azul del mar logra niveles más altos de calma en comparación con espacios verdes. Este entorno contrasta notablemente con las zonas urbanas, donde el tráfico y otros elementos pueden generar angustia.
Las personas que viven cerca del mar experimentan beneficios físicos notables, como un sistema respiratorio más óptimo gracias al aire salado dispersado por las olas. La exposición al sol contribuye a la absorción de vitaminas que fortalecen el sistema inmunológico, mientras que el sonido del mar activa el córtex prefrontal del cerebro, estimulando la función cognitiva.
La vida en entornos marinos también fomenta la actividad física, especialmente caminatas a lo largo de la costa, generando impactos positivos en la salud corporal y mental, y promoviendo una sensación de paz y equilibrio.
El estudio se llevó a cabo en Wellington, Nueva Zelanda, utilizando datos topográficos para analizar la visibilidad de espacios azules y verdes desde ubicaciones residenciales. Los resultados demostraron que, incluso después de tener en cuenta diversos factores como riqueza, edad y sexo, aquellos con vistas al océano presentaban una mejor salud mental.
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Pearson destacó que la visibilidad de espacios verdes no mostró el mismo efecto calmante, sugiriendo que la naturaleza totalmente natural del espacio azul puede ser un factor clave. Este estudio destaca la importancia de considerar el entorno al planificar comunidades y destaca el valor terapéutico inherente a vivir cerca del mar.